
Los rostros del barrio
Manuel Suárez: Las pasiones que lo hacen posibleSecciones
Servicios
Destacamos
Los rostros del barrio
Manuel Suárez: Las pasiones que lo hacen posibleManuel Suárez parece haber inspirado alguna canción de Braulio, asido a la tradición deportiva del barrio de San José a través de sus grandes iconos: el Real Sporting de fútbol y el Tomás Morales de vela latina, dos pasiones que han motivado su relación con el espacio en el que nació y creció a través de las vivencias que recrea cada vez que las busca en las toneladas de fotografías que almacena.
Suárez nació en el viejo San José, mucho antes de que el barrio creciera en vertical y se dividiera del Paseo a la Vega. Es tan remota su memoria que nació en una calle que ya no existe. «Nací en la calle Arado, bajando por el colegio gris entre plataneras. Apenas habría allí 15 casas que desaparecieron cuando empezaron a hacer los bloques».
Aunque básicamente sus pasos vitales le convirtieron en un valioso lateral derecho, como no, en el Sporting, el flechazo con la vela y con el Morales, bote con más de nueve décadas de historia, tiene que ver con aquellos días. «Vivíamos en el número cuatro de la calle y el primer Tomás Morales se construyó en 1932 en el ocho de la misma», explica en una maniobra cósmica para vincular sus relatos. «De niño el barrio se movilizaba en aquellas regatas famosas entre el Morales y el Porteño. Recuerdo un señor que tenía un carro tirado por un burro e iba con toda la familia en el carro a presenciar las regatas».
De eso se hablaba en su casa. Los botes eran una conversación ineludible en su hogar cuando nació hace más de siete décadas. Y aquello filtró de una manera tan poderosa en su personalidad que hoy en día sigue siendo un personaje clave en la base del Muelle Deportivo, ecosistema al que pertenece. «Soy moralista, como lo ha sido toda mi familia, pero amo a la vela latina. Cuando saco fotos las hago a todos los botes», indica con modestia sobre su colección de fotografías del deporte vernáculo que se remonta hasta la década de 1930.
De aquella infancia recuerda la felicidad de horas jugando al fútbol bajo el sol con el puñado de niños que vivían en aquella minúscula calle. «Hacíamos las pelotas con las tiras de las plataneras. Creo que por eso se nos daba tan bien jugar, por la habilidad que pulíamos al hacerlo con aquellos balones inventados. Hoy todavía podría hacer una pelota de ese material», dice entre risas.
Ese otro amor, el del fútbol, pronto marcó su vida. Su corazón pertenece al Real Sporting de San José. Pero recuerda aquellos pasos como joven canterano en los que el célebre Víctor Vera le llevó al Santo Domingo y lo empleó como ayudante en su papelería. «Era un personaje muy carismático y conocido en el fútbol de la isla. Por allí veía pasar a los periodistas deportivos de la época, como Antonio Cruz Domínguez o Segundo Almeida, que iban a hacerle entrevistas».
Tras aquellos años en juveniles le llegó la llamada del club madre, la Unión Deportiva. En su juvenil militó dos temporadas antes de volver a casa. «A cumplir mi sueño: jugar en aquel mítico Sporting de San José regional de finales de los setenta».
Aquel equipo era una de las grandes atracciones de la época. Se cuentan legendarias anécdotas de sus clásicos con el San Antonio en el López Socas, con las gradas cubiertas y el paseo repleto de gente buscando un ángulo de visión. Vivir aquello fue uno de los recuerdos más emocionantes que atesora este personaje amigable y nostálgico.
Mientras militaba en el Sporting como lateral derecho le llegó el obligado servicio militar. Y un momento trascendental en su vida. Todavía en periodo de recluta, en la base de Hoya Fría en Tenerife, una granada defectuosa explotó antes de que pudiera lanzarla con su mano derecha, que perdió en aquel trágico momento. «Fue una época muy dura. Con el tiempo uno se acostumbra y entiende que es ley de vida. Lo que más quería en aquellos años era jugar al fútbol y pensé que no podría jugar más por el accidente. Es verdad que no seguí en el Sporting, pero empecé a jugar en aficionados y estuve jugando 20 años más», cuenta.
Su otra victoria es que a pesar de haber perdido una mano pudo sacarse el carnet de conducir, algo que también creyó imposible. «Así que pude continuar con mi vida, tener mi familia con mis dos hijos y seguir para adelante».
Mientras iba resolviendo su acertijo vital siguió vinculado al fútbol, dirigiendo otro histórico equipo del barrio, el Unión Peña. «Comencé llevando un equipo de benjamines y acabé fundando, con esos mismos jugadores que habían crecido a mi lado, el primer regional. Fue algo para mí maravilloso», cuenta.
Y por supuesto, la vela latina. Sus fotos son objeto de coleccionista que no ha dudado en ceder para exposiciones o para libros sobre esta tradición escritos por Moisés Morán o Pepe Alvarado. Ha digitalizado la memoria periodística de este deporte con recortes de periódicos desde los años treinta y hasta la Federación le ha consultad datos.
Su accidente le privó de bolinear, que hubiera sido otro sueño cumplido, aunque «un día José Mari Ponce, patrón del Pueblo Guanche, me dijo si quería salir con ellos en una regata de medios informativos. Lo hice. Y es algo que no olvidaré nunca».
Noticias relacionadas
Publicidad
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.
Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.
¡Bienvenido a CANARIAS7!
Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en CANARIAS7.
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso
¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!
La compra se ha asociado al siguiente email
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.