
Los rostros del barrio
Fernando Miranda: En las trincheras de las viejas callesSecciones
Servicios
Destacamos
Los rostros del barrio
Fernando Miranda: En las trincheras de las viejas callesFernando Miranda, como cantaban Los Elegantes, vive en la calle del ritmo. Apenas ha cruzado el ecuador emocional de la treintena pero en la tinta de sus tatuajes se lee la biografía de sus experiencias, la sabiduría madurada en las calles del barrio de Arenales, donde vino al mundo y donde ha clavado, como los indios las cabelleras de sus enemigos, el lugar en el que vivir.
A Miranda le podríamos etiquetar en esa denominación del neolenguaje tan recurrente: emprendedor. Lo es, pero uno a contracorriente. Es un agitador cultural que hace un lustro fundó No Fun Records, una tienda de discos en formato vinilo que además se ha convertido en una pieza esencial del ecosistema cultural de Las Palmas de Gran Canaria.
Además, junto a su viejo compinche Pablo Socorro, asumió el control de El Bote, histórico bar que alumbró las noches políticas y poéticas de varias generaciones y que sigue remando tierra adentro por mantener la esencia de esas viejas calles que fueron viendo como la ciudad se edificaba desde esa coordenada de la vieja Las Palmas.
Miranda hace memoria de embrión y siempre se recuerda en Arenales. «Mis padres me concibieron en la calle Murga y aunque después nos mudamos a Rafael Cabrera toda mi vida la he hecho en estas calles. Incluso estudié en el Politécnico», explica como introducción.
Entre sus múltiples aristas, Miranda es músico. Naife es el proyecto que ahora consume sus energías y con el que suda en los escenarios. Una banda que comparte con Borja Viera, Daniel Rietti y Carlos 'El Dorado'. Un proyecto de rock crudo y veloz.
Esa pasión por la música, los sonidos antiguos y su estética singular, se comunica con las propias enseñanzas del barrio aunque en ese entorno las escenas son fluidas y cambiantes. «En esos años de adolescencia esta zona estaba muy viva. Estaban el Fechillo, El Fetén, El Guincho, el Timbeque, el Musa...», recuerda.
«He pasado en estas calles toda esa parte importante de la vida que se concentra en la juventud. La hora de salir el instituto y encontrarnos los amigos, porque mi grupo de amistades se conoció en Arenales. En El Bote, bar en el que llevo más de 20 años parando. O jugando al futbolín en el Fechillo, que sé que parece de una época más antigua a la que seguramente llegué ya tarde», añade.
El sol y la luna maridaban en aquel Arenales de no hace tanto pero que hoy, como la ciudad al peso, va cambiándose por otra realidad en la que la cruel amenaza de la doble uve de la vivienda vacacional roba la identidad a sus calles. «Nos pasábamos todo el día en el barrio sin tener que salir de aquí para nada. Librerías, esos bares de lo que hablábamos, de todo», comenta.
Eso es el fundamento de sus dos negocios, aunque tal vez esta definición a él le ponga los pelos de punta. «La realidad es que nos están echando. Aquí mismo, en la calle Eusebio Navarro, se están construyendo dos edificios: uno que será un hotel boutique y otro entero para alquiler vacacional. Espacios que roban a los residentes que son los que nos consumen en el comercio local», asegura.
Su declaración de intenciones estuvo clara desde el principio. Es una persona con la determinación por hacer las cosas desde un enfoque muy personal. Por eso, tal vez, uno de sus proyectos musicales fue durante mucho tiempo actuar como hombre orquesta, bajo el seudónimo de Jimmy Wilde (One Man Band).
Y esa fue la actitud que en su momento le empujó a abrir No Fun Records, idea de la que no se arrepintió aunque sus comienzos coincidieron con la explosión del coronavirus. «Monté la tienda porque quería que fuera para la gente del barrio. Para que aquí hubiera un espacio diferente, de encuentro y de discusión sobre la música», dice.
Allí Fernando Miranda es un prescriptor, la experiencia no solo se limita a la transacción comercial. Es evidente que en sus platos suele sonar lo que a él le gusta escuchar. Esa atmósfera de garaje encapsulada en los surcos hace más de medio siglo y recogida en mono. Pero allí se habla y suena de todo. «Al principio, cuando abrí, era una cosita como un poquito más mía. En la que básicamente vendía lo que me gustaba a mí. Pero a través de la tienda y de la gente que la frecuenta he ido abriéndome y relacionándome con un montón de cosas que no conocía», explica.
Porque la música y Arenales son la misma cosa para él. También desde la amplitud de miras que solo nace cuando se impone la camaradería. «En todos los bares del barrio a los que íbamos no sé cómo siempre había una guitarra. Y acabábamos las noches cantando, desde folclore canario a lo que fuera», afirma bañando sus palabras con el brillo que da la nostalgia.
Y en esas vuelve a aparecer El Bote. El local de la esquina de Eusebio Navarro con Cebrián, laboratorio de ideas de jóvenes comprometidos a finales de los noventa. Barra libre de conversaciones interminables bajo el póster de 'El acorazado Potemkin' y la foto de Allende y Neruda. El local que rescataron cuando se traspasaba y su futuro peligraba. «Lo cogimos para mantener la idiosincracia del barrio. Una parte romántica de mantener las cosas tal y como eran», explica.
Fernando Miranda no piensa renunciar a esa vida de proximidad, a que el barrio tengo sus locales de acento propio que discriminan los algoritmos masivos y los franquiciados. «Seguiré en esta lucha hasta que el cuerpo aguante. Sé que a la tienda de discos le queda mucho porque es algo en lo que creo mucho. Siendo fiel a mis principios. Y lo mismo pienso de El Bote, porque creemos que es la vía para mantener lo que ha sido siempre este barrio. Un lugar para su gente», asegura.
Mientras la piqueta se ceba con casas de toda la vida, mientras la cartela roja se atornilla a las fachadas, todavía queda una generación motivada, y encarnada por personas como Fernando Miranda, para defender la historia de una ciudad en la que van quedando pocas zonas de exclusión voluntaria para los que no quieren vivir uniformados.
Noticias relacionadas
Publicidad
Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.