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La Hondura, el lugar en el que desaparecieron los dos adolescentes el viernes pasado cuando iban a pescar, es una zona inhóspita, «muy peligrosa», coinciden en definirla los conocedores de este golfo natural que se adentra en el norte de La Isleta, erosionando la Punta de La Agujilla o Morro de La Vieja, casi frente por frente con Roque Ceniciento y a los pies del faro de La Isleta y de su volcán.
El acceso no es sencillo. De hecho, si no se es conocedor del lugar, resulta complicado acceder a él. Primero hay que introducirse en la zona militar, lo que resulta la parte más sencilla de este trayecto de algo más de tres kilómetros desde Las Coloradas, ya que parte de la alambrada está tirada en el suelo. Es más difícil llegar por la costa porque la zona militar ahí tiene las alambradas más reforzadas.
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Hay un sendero que encamina al senderista hacia allí, a través del malpaís, pero a partir de un determinado momento, desaparece. «Si no conoces la zona, no llegas allí», explican las personas que suelen transitar por este espacio, que es un paisaje protegido desde hace décadas.
La costa de La Hondura se esconde tras un muro de casi dos metros de alto. Muchas de las personas que llegan hasta allí no suelen franquearlo, pese a que no es difícil subir por él. «Hay mucha gente que piensa que es impracticable y ya no se acercan a la costa», prosiguen las fuentes conocedoras del terreno.
Bajo el mar, la zona no es mucho más sencilla. Se trata de un espacio lleno de recovecos y cuevas. Por allí cerca se encuentran la baja del Becerro, donde rompen las olas con gran estruendo durante los temporales de mar, haciendo complicada la navegación; y, por otra parte, la Catedral, una de las mecas de Canarias para los amantes del submarinismo, una sucesión de cuevas y pasillos que alcanza los 40 metros de profundidad.
Además, cerca del lugar donde se encontraron algunas pertenencias de los dos jóvenes desaparecidos, existen varias cuevas en las que suele batir con fuerza el mar.
Aunque se trata de un espacio protegido y con acceso restringido por tratarse de una zona militar, esta parte de La Isleta recibe la visita frecuente de senderistas, deportistas que corren por este lugar y también de pescadores.
Esto está propiciado, en parte, por la ausencia de una señalética que indique no solo que se está en un espacio protegido, sino también que es una zona peligrosa.
Hay que recordar que la Ley 4/2017, de 13 de julio, del Suelo y de los Espacios Naturales de Canarias fija la obligación de marcar estos espacios en su artículo 182: «En los espacios naturales protegidos y sus límites se instalarán señales informativas que tendrán una base uniforme para todos los espacios naturales protegidos de la Comunidad Autónoma».
La parte norte de la península de La Isleta está protegida tanto por tierra como por mar. El Gobierno de Canarias aprobó la declaración del paisaje protegido de La Isleta para propiciar la conservación de su «paisaje desértico, sus formaciones geomorfológicas, sus cantiles y plataformas costeras» en sus casi 463 hectáreas. El mar que embate contra esta zona está también protegida por parte del Estado español al incluirla como Zona de Especial Conservación, desde el año 2011.
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