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El mapa sísmico de Canarias ha crecido en los últimos meses con la incorporación de la actividad más recientemente detectada entre las islas de Fuerteventura y Gran Canaria gracias a la ampliación de la red de estaciones sísmicas. Si bien ya se tenía constancia de la recurrencia de terremotos en esta zona, desde la pasada primavera la instrumentación desplegada permite detectarlos y localizarlos con mayor precisión.
Esto ha sido posible dentro del proyecto Guanche, desarrollado desde este año por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) para estudiar el origen y el riesgo potencial de los terremotos que se producen en el canal situado entre Gran Canaria y Tenerife y la estructura del suelo oceánico sobre el que se asientan las islas.
Este proyecto, denominado oficialmente 'Procesos geodinámicos y riesgos naturales en el archipiélago canario', ha permitido obtener un registro más preciso de lo que ocurre en el subsuelo del canal que separa ambas islas de la provincia oriental.
«Conocíamos que existía esta sismicidad e incluso hay constancia de terremotos sentidos desde principios del siglo XX por la población del este de Gran Canaria, probablemente ocurridos en la misma zona donde hoy en día se está detectando con las estaciones sísmicas del proyecto Guanche», explica el director del IGN en Canarias, Itahiza Domínguez. En concreto, la mayoría de los seísmos que se registran en esta zona se producen a unos 30 kilómetros al este de la costa de Gran Canaria, a entre 10 y 25 kilómetros de profundidad, y suelen tener unas magnitudes máximas de entre 2 y 3, señala el sismólogo.
Los científicos del IGN aún no han tenido ocasión de hacer una estadística anual de los terremotos registrados entre Gran Canaria y Fuerteventura, pero calculan que se registran del orden de siete u ocho mensuales.
La causa exacta de estos temblores aún se desconoce. «No estamos seguros del origen pero lo más probable es que sean producto de dinámicas tectónicas regionales a pequeña escala, pequeñas variaciones en el campo de esfuerzo que crean tensiones en el subsuelo», sostiene el responsable del IGN en las islas.
En todo caso, la frecuencia, magnitud e intensidad de los temblores en esta zona son inferiores a las de los registrados entre Gran Canaria y Tenerife.
«El más antiguo de los terremotos sentidos por la población en esta parte de Gran Canaria del que hay constancia se produjo el 19 de febrero de 1913, al norte de Ingenio, con una intensidad VI y una magnitud estimada de 4,6», indica Domínguez que basa su afirmación en los datos recogidos en los periódicos de la época.
Ahora, tras la instalación de 14 nuevas estaciones sísmicas en Gran Canaria, que se sumaron a las tres ya existentes en la isla, se ha conseguido mejorar la detectatibilidad y la localización de la actividad en esta parte del archipiélago.
Algo que, según Domínguez, seguirá afinándose con la instalación a principios de 2024 de sismógrafos submarinos entre Gran Canaria y Tenerife, cuyos datos se analizarán una vez se recojan a mediados del próximo año. «Con las tres estaciones que tenía la red sísmica de Gran Canaria solo detectábamos los terremotos de magnitudes superiores a 2 o 2,5. Ahora somos capaces de detectar de 1,5 e incluso de menor magnitud», asegura el científico que espera que, una vez termine el proyecto Guanche, se puedan mantener varias estaciones en la isla.
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