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El aumento de los delitos contra la libertad sexual realizados en grupo está íntimamente ligado al consumo de pornografía, subrayó ayer la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas, María Auxiliadora Díaz, durante una jornada organizada por la Diputación del Común con motivo del 25N.
La jueza recalcó que «la pornografía es violencia sexual» y, por lo tanto, «la sociedad debe ser consciente de que está tolerando el ejercicio de la violencia sexual a través del consumo de la pornografía».
La penetración de estos contenidos en la población es alarmante y, en 2019, en una sola página web pornográfica se registraron 42.000 millones de accesos a nivel mundial. Además, advierte Díaz, el relato del porno excluye el consentimiento, por lo que contribuye a extender la idea de que las mujeres están «disponibles para los hombres en cualquier momento».
Díaz recordó que los menores están muy expuestos a estos contenidos y que el sociólogo Lluís Ballester señaló que en España se comienzan a consumir a partir de los 8 años. Una edad que, en Estados Unidos, se ha rebajado a los 7 años, según los investigadores de ese país, que cifran en un 91% el porcentaje de la adolescencia que accede a contenido pornográfico a diario.
«Estamos ante una sociedad que está totalmente enferma y, sobre todo, que piensa que la pornografía es inocua, que no afecta nunca a nadie y que es fantasía, que no se ejerce ninguna violencia sexual, cuando, en realidad, sí se ejerce, en directo y totalmente permitida por todos», dijo durante la jornada, celebrada en la Casa Museo Pérez Galdós y centrada en las violencias machistas en la era digital.
Internet alimenta nuevas formas de agresión; una de ellas es simbólica y se produce por la configuración de los algoritmos de las redes sociales que perpetúan roles y prejuicios, relató la coordinadora del Servicio Insular de Prevención y Atención a las Ciberviolencias Machistas Ana Lidia Fernández-Layos.
La investigadora señaló que desde hace varios años también ha aparecido la 'manosfera', grupos de hombres organizados para atacar a las mujeres «porque piensan que han perdido su papel en el mundo por culpa del feminismo».
Además, según la experta, la esfera digital propicia nuevas formas de control y acoso, desde envíos de bizum con cantidades mínimas junto a mensajes amenazadores a la vigilancia con geolocalización.
Por su lado, la diputada del Común, Lola Padrón, expresó su deseo de repetir el próximo año las jornadas para reflexionar sobre cómo afrontar el problema estructural de la violencia machista.
La Fiscalía General del Estado y el Ministerio del Interior ofrecen datos puntuales de la magnitud de las agresiones machistas y ya se han estudiado los tipos de violencia que sufren mujeres por el hecho de serlo, sin embargo, la gran cuenta pendiente es analizar las intenciones de quienes la perpetran, explicó ayer la filósofa, experta en explotación sexual y activista feminista, Begoña Vera Guanche.
«Es el momento de empezar a hablar más de las intenciones de los victimarios y entenderlas como una respuesta ideológica. ¿Por qué? Porque como dice Giséle –violada cuando estaba inconsciente por al menos 51 hombres a instancias de su marido– la vergüenza tiene que cambiar de bando ya, a ver si hay un cambio real», sostiene.
Vera asegura que toda mujer ha sufrido, en mayor o menor grado, algún tipo de violencia machista. «Estamos todas expuestas y hay gente que cree que tiene derecho a ejercer esta violencia, sobre todo en una sociedad que niega su existencia», añade.
A juicio de Vera, actualmente se habla del «empoderamiento sexual de las menores» y se ha normalizado la violencia de género entre la juventud. «Son cosas gravísimas y se están banalizando. Se puede recurrir al concepto de Hannah Arendt de la banalidad del mal, de creer que, como está extendido y no pasa nada, no tenemos responsabilidad», apostilla.
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