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Fernando Lorenzo Matías afronta su primera Bajada como párroco del santuario de la Nuestra Señora de Las Nieves de La Palma. «Soy novato. Aunque soy palmero y he participado en todas las bajadas, esta es la primera como párroco del santuario», reconoce quien sabe de la importancia de una celebración que se retoma tras diez años.
«Todo estaba preparado, y se esperó hasta última hora por si a lo mejor se podía celebrar. Pero claro, las condiciones no lo permitieron», señala sobre la edición de 2020 que la emergencia sanitaria impidió celebrar.
Recuerda que «inclusive se intentó hacer una en el 2021, que fue deseo del Obispo don Bernardo, pero también fue suprimida, no se pudo hacer».
Así que entiende que esta Bajada sea muy esperada. «Siempre la Bajada es un punto de encuentro de todos los palmeros, y es un acontecimiento grande, porque es la fiesta de todas las fiestas en la isla de La Palma. Y después de 10 años, la gente tiene ansiedad por celebrarla, por vivirla y sobre todo con este espíritu que nos ha quedado después de la pandemia, que queremos celebrar todas las cosas por si acaso vuelva otra vez el virus», expone.
Apunta que este interés por la cita lustral «lo veo por aquí, en el mismo santuario» donde asegura que parece «un desfile de excursiones, de gente, no solamente de los cruceros que traen bastantes guaguas. Y sobre todo procedentes de las islas», entre las que destaca los que acuden de Gran Canaria, que afirma «se llevan la palma».
Apunta que no tienen referencias de cómo se han vivido los meses previos de bajadas anteriores por que este su estreno como párroco del santuario, «pero sí veo mucha gente que viene y la gente de Gran Canaria es muy mariana y se les nota».
Añade que cuando apenas quedan un centenar de días para la Semana Grande de las fiestas, en el templo ya tienen mucho trabajo adelantado. «Nosotros, como lugar emisor de la Bajada, hemos hecho obras de embellecimiento, de limpieza, de preparación de todo lo que es el trono de la Virgen, previendo que no nos llegue el último momento haciendo cosas».
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Por eso, explica, incluso se han acometido «obras de restauración que teníamos pendientes, de pintura, de limpieza del mismo templo. Todo eso se ha ido haciendo previamente para que ya, a partir de Semana Santa, no tengamos que estar liados».
Además, se han efectuado «las reuniones con las autoridades, también con los sacerdotes de la isla, para organizar todo lo que es el culto a la Virgen».
Fernando Lorenzo Matías expone que, a su juicio, «la Bajada tiene dos partes muy importantes». Así, señala que la primera «es la bajada del trono el 29 de junio, que se ha convertido en una romería grande y participa mucho la gente cargando las piezas de plata para hacer el altar en El Salvador», parroquia que acoge a la imagen durante su estancia en la capital palmera.
Además, añade, «empieza la Semana Chica, la Semana Grande, que son semanas de una expresión artística muy grande para nosotros, con mucho simbolismo. Están los enanos de la Virgen, que se llevan la palma, pero que todo eso responde al ingenio del mismo pueblo palmero».
Pero luego está esa segunda fase que «es la Bajada en sí, que es cuando termina la Semana Grande y culmina con la Bajada, que es una procesión de la Virgen con todos sus devotos y todo el pueblo en torno a María Santísima. Ese es el momento culminante y eso es lo que nos corresponde a nosotros tener preparado para que todo esté bien», indica.
«Me consta que las autoridades también están haciendo lo mismo, la comisión que hay», dice el párroco sobre unas fiestas que «son un esfuerzo y sobre todo por parte del Ayuntamiento, que se topa cada cinco años con unos gastos extraordinarios impresionantes y que le deja un poco fundido para el resto de legislatura».
Apunta que la peregrinación de la imagen discurre por el camino de la Encarnación, parroquia «en la que hace noche» para «al día siguiente, el domingo día 13 de julio, entrar solemnemente Santa Cruz de La Palma con el canto de la Loa y la misa pontifical, que hará como siempre el obispo invitado, que este año es el arzobispo de Sevilla».
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La peregrinación de la patrona desde a la capital se inicia el 12 de julio, pero la preparación, como apunta el párroco, «se comienza el día anterior», cuando se baja la Virgen y se arregla para la ocasión. «Hay que ponerle el vestido propio de la Bajada, que cada año es distinto, porque tiene muchos trajes. Y ponerle las joyas, dejarla hermosa».
Una intervención que se hace con mucho cuidado «porque la Virgen es una talla, una terracota policromada de estilo románico tardío en transición al gótico, anterior a la Conquista» que dice se adorna así para protegerla.
Culminada esta preparación, «el sábado por la mañana se pone la imagen en el trono, en la silla de viaje que se llama, que pesa muchísimo», relata.
«Los que lo hicieron no pensaban cargarlo», dice con humor sobre un elemento que porta la hermandad de los custodios de la Virgen. Explica que «se carga a hombro» y van «seis delante y seis detrás».
Después de todo esto, apunta el párroco, se celebra la misa a las 16.00 horas y sobre las 17.15 «sale la Virgen» hacia la capital, donde permanecerá hasta el 5 de agosto, que vuelve a su casa.
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Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
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