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Los mismos ladrillos que tanto daño provocaron en la crisis económica española de 2008 son también el sueño actual de otros. Cuatro paredes y un techo para vivir dignamente. «Lo que nos falta es la casita, solo pedimos un techo para ir saliendo adelante». Humberto López es una persona que no tiene hogar y que vive en la calle, en pleno corazón turístico de Las Palmas de Gran Canaria. Para él, como para su mujer Francisca Dolores Salem, el camino de retorno a la normalidad empieza con un techo. Por eso ve con buenos ojos el programa de viviendas tuteladas para las personas sin hogar que están tratando de impulsar el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo insular. «Reivindicamos nuestro derecho a vivir como personas», prosigue, «mi mujer tiene derecho a tener un ropero, queremos tener un baño y no un balde tapado».
Humberto lleva en la calle desde hace diecisiete años. Después de trabajar como camarero en diferentes hoteles de la ciudad, la edad lo apartó del mercado laboral. «Le he puesto de comer a los Reyes de España dos veces», expone. Ahora son los voluntarios de Cruz Roja y algunos vecinos los que le llevan la comida a él.
Va tirando con lo que ingresa por ayudar a poner terrazas en una plaza. Siempre en negro. Siempre poco. «Si hubiera cotizado todo lo que he trabajado sin contrato, no estaría aquí».
Está tramitando la petición para obtener el ingreso mínimo vital y su mujer es perceptora de la Renta Activa de Inserción, pero la calle los aleja de una sensación de normalidad. «Vamos tirando pero esto no es forma de vivir», expone Humberto, quien señala que el acceso a una vivienda «es lo esencial» para poder cambiar de rumbo.
A esta filosofía responde precisamente el programa 'Housing First' (La casa, primero) que este año ha sido dotado con una partida de 80.000 euros dentro del plan de subvenciones del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que fue aprobado por el Pleno el viernes pasado.
Esta aproximación a la realidad del sinhogarismo supone un cambio en el abordaje de la situación de la calle. Así se señala en el Plan Estratégico de Atención a Personas Sin Hogar del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria: «Partiendo del hecho de que se trata de personas que están en la calle por el hecho de no poder disponer de una vivienda, se concluye de entrada que lo que hay que hacer es proporcionársela; para ello no hay que establecer mayores exigencias ni obligar a la persona a comprometerse con un proyecto y con un proceso mediador de la consecución de la vivienda».
Por tanto, lo que van a hacer las dos instituciones públicas es poner en marcha una iniciativa de alquiler social de viviendas unipersonales «dirigido hacia las personas sin techo que, por su situación de exclusión social extrema, larga permanencia en calle y alto grado de deterioro psicosocial, requieran de un programa adaptado a su condición de gran vulnerabilidad, un lugar de pertenencia desde el que promover su calidad de vida e integración social».
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En principio se quiere activar una decena de viviendas para este fin. En ellas, no solo se cobijarán a los beneficiarios del programa, sino que también se les ofrecerá atención y asesoramiento profesionales para lograr el abandono de la situación de calle.
Para ello, se quiere conveniar con dos organizaciones especializadas, la Fundación Red de apoyo a la Integración Sociolaboral Hogar Sí y la asociación Provivienda, la gestión del servicio, en el que entraría el alquiler, gestión y mantenimiento de las viviendas, así como la oferta de servicios personalizados de apoyo, complementarios al alojamiento, para favorecer su reinserción social.
Para Humberto López, la activación del programa 'La casa, primero' sería un buen método de sacar a la gente de la calle, sobre todos de aquéllos que se niegan a entrar en los circuitos tradicionales pues, en su caso, les obligaría a separarse de Francisca. «Creo que sería lo ideal porque se podría comprobar que puedes ir progresando», explica.
«Como cualquier persona, yo tengo derecho a una casa», prosigue, «lo que no quiero es que me den una ayuda de seis meses -se refiere a las prestaciones de alquiler que ofrece el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria- y luego tenga que volver a la calle».
Pero López considera que también es esencial que el final del proceso sea la adquisición de la vivienda en propiedad. «Lo que demando es una casa en la que pueda clavar una tacha para colgar un cuadro y no se mueva más», indica este hombre, «y que el día de mañana sea mía, pagando poco a poco con lo que gane».
Reconoce que pese a llevar casi dos décadas en las calles de la capital grancanaria todavía no se acostumbra a la situación. «Siempre tienes que estar con un ojo abierto y con otro cerrado por si viene algún sinvergüenza a robarte o a agredirte».
«Nunca te acostumbras a vivir en la calle; por muy fuerte que seas, esta manera de vivir te derrota», expone Humberto López, «pensamos que tenemos la fuerza moral para aguantarlo, pero no es así». Y concluye: «Esto no se lo deseo a nadie».
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Josemi Benítez
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