Canarias pudo disfrutar este sábado durante algo más de hora y media uno de los fenómenos astronómicos más fascinantes, un eclipse de Sol, aunque de forma parcial parcial. El archipiélago fue la primera comunidad autónoma donde comenzó a ser visible y el porcentaje de superficie solar que tapó la Luna varió del 24% en La Palma al 19% en Lanzarote.
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En Gran Canaria y Tenerife inició en torno las 9.15 horas y alcanzó su punto máximo a las 10.04 para terminar a las 10.56. Fueron 101 minutos para mirar al cielo y disfrutar del primero de los cuatro eclipses en menos de tres años. Al de este sábado le seguirán otros dos solares en agosto de 2026 y 2027 y otro anular –cuando la Luna no cubre completamente el Sol, dejando un anillo de fuego– en enero de 2028.
«Los eclipses son eventos astronómicos que se dan entre 2 y 7, entre solares y lunares, cada año, por lo que no tiene porqué sorprendernos esta sucesión. Lo que ocurre es que los eclipses parciales pasan generalmente desapercibidos para la población, ya que por ejemplo aún eclipsándose un 80% de la superficie solar apenas se oscurece el cielo algo más que un día nublado y, si no lo sabemos, pasará desapercibido. En este sentido, solo los eclipses totales son evidentes y maravillosos», explica Alfred R. Rosenberg, astrofísico divulgador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
El centro científico, que entre otras actividades retransmitió en directo el fenómeno astronómico, destaca que «aunque no se trata de un eclipse total, la experiencia sigue siendo única y emocionante».
«Este evento representa una excelente oportunidad para aprender más sobre la mecánica celeste, reflexionar sobre nuestro lugar en el cosmos y compartir la experiencia con familia, amistades y entusiastas de la astronomía», señala en un comunicado.
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Un eclipse solar ocurre cuando la Luna se sitúa entre la Tierra y el Sol, proyectando su sombra sobre nuestro planeta. El IAC explica que esta sombra se divide en dos zonas diferenciadas: la umbra, que da lugar a un eclipse total (cuando la Luna cubre por completo el disco solar), y la penumbra, desde donde solo se observa una ocultación parcial del Sol. Cuando la alineación no es perfecta para un eclipse total, como ocurrirá este 29 de marzo, se produce un eclipse parcial.
«Aunque hoy entendemos con claridad la mecánica de los eclipses, durante siglos estos eventos generaron asombro, temor y mitos en distintas culturas. Hoy, gracias al conocimiento científico, podemos anticiparlos y disfrutarlos como una experiencia única de conexión con el cosmos», señala el IAC.
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En el pasado, ahonda Rosenberg, este fenómeno astronómico fue clave para verificar la Teoría de la Relatividad o descubrir nuevos elementos químicos como el helio. «Actualmente, los eclipses totales siguen siendo útiles para el estudio de la corona más baja (más cercana a la fotosfera), pero no resultan tan útiles como antaño. Podemos simular eclipses solares con los telescopios mediante coronógrafos, que cubren el disco solar y permiten ver la débil corona», añade el astrofísico.
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