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El periodista canario Aridane Ávila, desde hace unos años residente en la localidad valenciana de Picanya, adyacente a Paiporta. AV

Aridane Ávila, un periodista canario en las entrañas de la DANA: «Parece que hemos retrocedido 40 años»

Una trayectoria de más de dos décadas en medios de comunicación isleños le contemplan | Desde hace unos pocos años se embarcó en un nuevo proyecto vital en Picanya -localidad adyacente a Paiporta-, con la mala suerte de vivir in situ la tragedia de las lluvias torrenciales, ya no como profesional de la información sino como parte de la noticia en sí

Daniel Herrera

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 11 de noviembre 2024, 13:41

Sin duda, su voz se hizo más que conocida en el ámbito del periodismo deportivo de las islas. Y no es para menos, tras más de dos décadas trabajando y colaborando en medios como 7.7 Radio, Cope, Radio Marca Gran Canaria, Cadena Ser o Radio Las Palmas. Después de una prolífica etapa en las ondas, Aridane Ávila (38 años) se embarcó en un nuevo proyecto vital, retomando otra de sus vocaciones, la psicología social -es diplomado en Educación Social por la ULPGC con Máster en Intervención Social y Comunitaria por la ULL-, haciendo las maletas en dirección a tierras valencianas.

La mala suerte ha querido que viviera en primera persona los efectos de la reciente y devastadora DANA, la cual ha afectado a más de 60 municipios del Levante español, abarcando una superficie global de más de 800.000 habitantes. Además, para más inri, Aridane vive desde hace unos pocos años en Picanya, un municipio adyacente a Paiporta, la localidad denominada especialmente en estos días como la «zona cero».

«Los días se mueven en una inercia de inevitable rutina», señala. «El tiempo pasa rápido y lento a la vez. Siempre hay alguna tarea que hacer como quitar barro, ayudar a gente que está sacando sus muebles a la calle por estar inservibles, acompañar a personas mayores al reparto de comida… La solidaridad está funcionando y está bien organizado el reparto de comida en diferentes lugares de la población«, agrega en sus descripciones.

«Al no haber gas, y en muchas casas tampoco agua, es muy difícil poder comer caliente. Pero desde el primer día ha venido gente con muy buena voluntad que han permitido que el miedo inicial del desabastecimiento, se disipase rápido. Eso no quita, que los problemas de suministros, los olores nauseabundos que vienen de la mezcla de fango, basura y agua estancada, o la sensación de que hay mucho por hacer, estén presentes y difícilmente se vayan del imaginario colectivo«, explica con todo lujo de detalles. »Y ahora añadimos la preocupación por la posibilidad de que empiecen a aparecer problemas sanitarios, al estar tantos días expuestos al fango y las consecuencias de su estancamiento«.

Puentes, accesos, coches, establecimientos.... A pesar de que las vías recuperan poco a poco el gris del asfalto, gran parte de la actividad comercial sigue paralizada en Paiporta. AV
Imagen principal - Puentes, accesos, coches, establecimientos.... A pesar de que las vías recuperan poco a poco el gris del asfalto, gran parte de la actividad comercial sigue paralizada en Paiporta.
Imagen secundaria 1 - Puentes, accesos, coches, establecimientos.... A pesar de que las vías recuperan poco a poco el gris del asfalto, gran parte de la actividad comercial sigue paralizada en Paiporta.
Imagen secundaria 2 - Puentes, accesos, coches, establecimientos.... A pesar de que las vías recuperan poco a poco el gris del asfalto, gran parte de la actividad comercial sigue paralizada en Paiporta.

Sin mucha evolución tras 14 días

Tras pasar ya 14 días, las prioridades no han variado mucho con respecto a las jornadas iniciales: «Los vecinos nos hemos puesto desde el primer día a quitar barro, que en muchos casos tapaba las puertas de los edificios. En una segunda fase apareció alguna maquinaria para poder quitar los coches y demás vehículos, pero ahora mismo se necesitan más manos y más maquinaria para poder avanzar».

En este sentido, Ávila insiste e que «al final el vecindario pudo quitar el barro de un sitio y ponerlo en otro, pero hace falta excavadoras para poder avanzar en la apertura de vías y garantizar una mayor salubridad. Más allá de eso hace falta seguir con la reparación de suministros básicos (agua, gas, luz al 100%…), la recuperación de infraestructuras -han caído 4 de los 5 puentes del municipio, el metro, la autovía…- y la reapertura de comercios, porque han quedado todos arrasados. Estamos muy lejos aún de acercarnos a una normalidad. La sensación es que las poblaciones han retrocedido 40 años«.

Uno de los epiosodios más llamativos entre los vecinos y ciudadanos afectados por la DANA es que muchos de ellos reviven aún los acontecimientos del pasado 29 de octubre a modo de pesadillas, siendo más que recurrentes en algunos. «Debe ser un mecanismo de la mente, pero ya lo he comentado con más gente y casi todos tenemos sueños en los que o bien una masa de agua se nos viene encima o una casa cae al suelo porque le entra agua. Y tantos días después, el tema de conversación no cambia. Otra cosa que compartimos la gente que estamos viviendo esto es esa especie de repaso mental a las cosas que estábamos haciendo justo en las horas en las que sucedió todo, paso a paso. Y revalúas si te pusiste en excesivo peligro, hiciste las cosas correctas, o como hubiese cambiado todo si hubieses tomado otras decisiones».

Ávila, junto a una de las viviendas derruidas por las lluvias torrenciales. AV

En su opinión, «la organización se ha ido ajustando a que no había ninguna organización. Es decir, la respuesta ha sido tan masiva, que sin experiencia previa era muy difícil canalizarlo todo. Los primeros días era el caos. De hecho, recuerdo aún cómo en esos días un supermercado de una conocida marca fue saqueado. Ni siquiera la policía podía hacer su trabajo, porque sus propios coches se los había llevado el agua. Pero a partir de ahí todo se ha ido asentando».

«Se han establecido los centros educativos como epicentro del reparto de comida, pero también de elementos básicos estos días como escobas, cubos, cepillos, azadas o lejía. Además, por la calle siempre hay gente que viene de municipios no afectados que ofrecen comida en todo momento. El centro de salud también desapareció, por lo que se ha tenido que habilitar otro edificio para dar ese servicio esencial. Y todas estas cosas han ido tomando sentido al organizar desde el Ayuntamiento, el voluntariado que acudía hasta el pueblo, caminando desde Valencia«, significó, en este singular boceto de una realidad nada deseada.

La solidaridad ha estado más que presente en la «zona cero» de la DANA, aunque por las imágenes se evidencia que «aún queda mucho por hacer», como reconoce Aridane Ávila. AV
Imagen principal - La solidaridad ha estado más que presente en la «zona cero» de la DANA, aunque por las imágenes se evidencia que «aún queda mucho por hacer», como reconoce Aridane Ávila.
Imagen secundaria 1 - La solidaridad ha estado más que presente en la «zona cero» de la DANA, aunque por las imágenes se evidencia que «aún queda mucho por hacer», como reconoce Aridane Ávila.
Imagen secundaria 2 - La solidaridad ha estado más que presente en la «zona cero» de la DANA, aunque por las imágenes se evidencia que «aún queda mucho por hacer», como reconoce Aridane Ávila.

Las secuelas políticas y las consecuencias sociales

Las secuelas, lejos de mitigarse, empiezan a ofrecer nuevas lecturas, entre la gente como él, que asumen una posición más estoica y relativamente serena, frente a otros que no han podido evitar exteriorizar su rabia y desconsuelo: «No puedo decir que en mi zona haya habido un gran destacamento de fuerzas de seguridad del Estado. Quienes están sacando adelante las calles a nivel de limpieza y logística para sacar obstáculos está siendo ni más ni menos que el vecindario o algunas empresas de lugares cercanos. Incluso podría añadir a un grupo de bomberos franceses y varias agrupaciones de defensa forestal que han venido desde Cataluña. En otras partes de la población se puede ver alguna furgoneta de la UME, algún puesto militar o Guardia Civil. Pero, desde luego, no es lo mayoritario», recalca.

Pese a las continuas cuitas políticas, Ávila prefiere extraer en sus conclusiones una percepción más global. No necesariamente equidistante, pero sí lo más amplia y abarcable posible en cuanto a puntos de vista de una realidad que, inevitablemente, le ha tocado vivirla ahora como parte de la noticia: «Cuando sonó el sistema ES-Alert en el móvil, eran aproximadamente las 20.00 horas. En ese momento, el barranco ya llevaba desbordado mucho tiempo. Los coches ya estaban destrozados, y según parece por el número de fallecidos, algunos ya habrían perdido la vida. Entiendo que un fenómeno meteorológico de estas características es inevitable, pero con protocolos fiables, seguramente el número de muertes hubiese sido menor. No hubiese cogido a la gente de vuelta del trabajo, yendo a buscar a los niños o en la compra del supermercado«, explica.

«Pero más allá de eso, a mí me preocupa especialmente las consecuencias políticas de esta situación. Cuando la gente se siente decepcionada por quien gestiona nuestros destinos a nivel institucional, se llega al punto de dejar de creer en que la política como un instrumento válido para organizarnos como sociedad. Y cuando eso pasa, se tiende a pensar que la mejor alternativa es o bien organizarnos entre nosotros, o bien apelar a extremismos autoritarios bajo el paraguas de 'más vale orden, que volver a una situación de descontrol. Y creo que este 'río revuelto, ganancia de pescadores' no nos beneficia ni como sociedad, ni como país«, sentencia Ávila. «Debería repasarse que sucedió, especialmente la actuación de la Generalitat Valenciana, que cada día que pasa, incrementa las dudas con respecto a las decisiones que tomó».

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