Los rebeldes entran en Alepo y toman 50 localidades sirias en una operación relámpago

Los combates son extremadamente violentos en Siria. Las tropas oficiales aseguran que han destruido decenas de blindados y drones enemigos e infligido numerosas bajas entre los rebeldes. Las franquicias opositoras a Assad, que dicen defenderse de los ataques de los ejércitos sirio y ruso a sus bastiones, entraron en Alepo también a sangre y fuego. Irrumpieron en áreas donde no habían estado desde 2016. Penetraron en Al Hamdaniya y Nuevo Alepo tras un doble atentado suicida con coche-bomba. Y se abrieron paso hasta los sectores oeste y suroeste de la metrópoli, capital de la provincia homónima en el norte del país,donde se apoderaron de la zona. Frente a la versión gubernamental, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos afirmó que las fuerzas gubernamentales no opusieron «gran resistencia». Los insurgentes buscan doblegar todas sus defensas.

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Se trata de su primera gran incursión en los últimos cuatro años, en un largo conflicto que permanecía dormido con unas fronteras fijadas en 2020 y que hasta el momento ninguno de los bandos había cruzado. El HTS, una antigua rama yihadista, y sus grupos afines lanzaron la ofensiva el miércoles, justo el mismo día en que entró en vigor el alto el fuego entre Israel y Hezbolá. La operación 'Disuasión a la Agresión', la primera de amplio alcance desde el alto el fuego de 2020, ha dejado ya al menos 255 muertos.

Entre los fallecidos se encuentran 120 miembros de la milicia yihadista, unos 85 militares, 23 combatientes del insurgente Ejército Nacional y 24 civiles. La mayoría de éstos murieron en bombardeos aéreos sobre feudos rebeldes. Cuatro personas perdieron también la vida este viernes en un ataque de los yihadistas con misiles sobre la Universidad de Alepo. Las batallas han forzado ya el éxodo de 14.000 residentes,

La ofensiva llega después de que Siria y Rusia hayan intensificado los bombardeos contra zonas controladas por los rebeldes al sur de Idlib. A ello se suma el aumento del despliegue de militares cerca de las líneas de frente, que los opositores han interpretado como una amenaza de invasión. Un portavoz de Hayat Tahrir al Sham especificó que el ataque sorpresa contra el régimen constituye «una justa batalla de liberación».

El grupo yihadista controla el último bastión insurgente del país, en el noroeste, incluyendo gran parte de Idlib y algunas zonas de las provincias vecinas de Alepo, Hama y Latakia.

Hasta este viernes los rebeldes se habían hecho con más de cincuenta localidades como Dadij, Arnaz y Kafr Batik, lo que supone la mayor pérdida territorial para el régimen de Assad en varios años . El Mando General del Ejército sirio reconoció que sus tropas seguían respondiendo al «gran ataque por parte de organizaciones terroristas», a las que acusó de emplear «armamento pesado» y contar con «un gran grupo extranjero» en sus filas.

El régimen sostuvo, no obstante, que logró «recuperar el control de algunos puntos» y provocó «grandes pérdidas» entre sus enemigos, con «cientos» de milicianos muertos y heridos. «Nuestras tropas se enfrentan a las organizaciones terroristas con distintos medios de fuego y en cooperación con fuerzas amigas», señaló el ejército, dejando entrever la participación de aviones rusos.

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Moscú ha apoyado desde hace casi una década al Gobierno sirio en su lucha contra los insurgentes tras el estallido de la guerra civil en 2011. Los devastadores bombardeos de la aviación rusa permitieron a Al Assad recuperar el control de la parte oriental de Alepo en 2016. Irán es otro aliado incondicional de Siria. Su ministro de Relaciones Exteriores, Abás Araqchi, prometió este viernes «apoyo continuo al Gobierno, la nación y el ejército de Siria». Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, describió la situación en Alepo como «una violación de la soberanía de Siria».