Los turcos castigan a Erdogan en las urnas por la grave crisis económica

En apenas diez meses, Erdogan ha pasado de celebrar eufórico su reelección, a comparecer ante los suyos con gesto muy serio y tono bajo. Los principales errores que han castigado al mandatario han sido, según los medios turcos, en materia económica ya que no ha cumplido las promesas que realizó en las presidenciales y la inflación ya roza el 70%. Los ciudadanos ven cómo su dinero vale cada vez menos y los precios se disparan en los mercados.

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En el día posterior a las comicios, que en Turquía es festivo, el titular de Economía, Mehmet Şimşek, fue el primero en comparecer y dijo que piensan mantener su programa económico con el objetivo de reducir la inflación e impulsar el ahorro, un programa de apretarse el cinturón. Las voces más críticas en el entorno islamista piden la cabeza de Şimşek, a quien culpan de los malos resultados electorales, aunque la gestión de su ministerio es una labor titánica en el estado actual de la economía turca.

«Además de la delicada situación económica y la falta de medidas útiles, la gente ha demostrado con su voto que está cansada de las mentiras del Gobierno», opina el empresario del sector naval Ozan Serceoglu, para quien «es un momento de alegría, de esperanza, de vernos de nuevo más cerca de Europa, la derrota de Erdogan nos muestra que un cambio es posible».

Estambul, calificada como «la joya de la corona» por el presidente durante la campaña, ha confirmado por segunda vez su apuesta por el alcalde de la oposición, Ekrem Imamoglu, y esta vez el AKP no presentará impugnación alguna como hiciera en 2019, cuando se tuvieron que repetir las elecciones. El CHP, partido fundado por Mustafá Kemal Ataturk, el padre de la Turquía moderna, ha conseguido imponerse además en lugares del mar Negro y Anatolia, donde antes era impensable su victoria.

«La gente está luchando por sobrevivir debido a la crisis y aquellos que tal vez no hubieran querido castigar a Erdogan en las últimas elecciones, expresaron esta vez su descontento. A esto hay que sumar la irrupción de un nuevo partido islamista como Yeniden Refah Partisi (Nuevo Partido del Bienestar) y el carisma de los candidatos de la oposición en Ankara y Estambul», explica Paul Levin, responsable del instituto de estudios turcos en la Universidad de Estocolmo al analizar el batacazo de los islamistas.

Superadas las elecciones municipales, el calendario electoral turco no tienes citas previstas hasta las presidenciales de 2028. Analistas como Burhanettin Duran recordaron en el diario 'Daily Sabah' que «Turquía tiene un sistema presidencial que ofrece al Gobierno cinco años de estabilidad y mantiene alerta a la oposición al generar dos polos opuestos dentro de la arena política, independientemente de las elecciones municipales».

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La mayoría de medios están bajo el control del Ejecutivo y fueron muy cautos a la hora de analizar los peores resultados que obtiene Erdogan en las últimas dos décadas. Las redes sociales y los canales de YouTube se han convertido en la forma alternativa a la que recurren desde la oposición para poder informarse.