Despropósito de la UD en el derbi

Un cementerio de ilusiones en casa del eterno rival. La UD sucumbió ante un Tenerife soberbio y que apeó a los amarillos de los puestos de ascenso directo. Derrota por aplastamiento para los de Pimienta, que salen del derbi canario heridos de muerte en el tramo de competición que no espera por nadie. Las Palmas fue incapaz en ningún momento. Inoperante por completo, con alfombra roja en defensa y con menos daño que una paloma. Si alguien puso intensidad fue el equipo de Ramis, que hizo 23 faltas más -28 el Tenerife y solo 5 la UD- y pasó por arriba de los grancanarios. Y por eso se llevó el clásico del archipiélago. Merecidamente.

Todo se puso cuesta arriba desde el mismísimo saque inicial. Pelotazo arriba, mal despeje de Eric Curbelo y beso de Enric Gallego a la escuadra. Ni un minuto había corrido -solo 14 segundos- y los blanquiazules ya festejaban un golazo de bandera de su delantero. No pudo hacer nada Valles. Ni tiempo para asimilar tuvo Las Palmas el primero, que vio cómo, en otro desajuste atrás, Gallego volvió a mojar. 2-0 y ni habían pasado aún cinco minutos. Ver para creer. Rugía el Heliodoro mientras la UD estaba abierta en canal. Nunca con Pimienta había ofrecido tantas dudas y semejante flaqueza en la retaguardia el cuadro amarillo. Una caricatura, solo Sergi Cardona parecía estar despierto y metido en la faena, aunque ya al final cometiese otro penalti.

Sujetado Viera, impreciso Pejiño y desaparecido Enzo, la intensidad del Tenerife arrollaba a la UD. Nuke tampoco llegaba a una. Y, encima, los de Ramis tenían barra libre para pegar, porque Arcediano Monescillo no quería sacar tarjetas. Mientras le daban a Mfulu, Coco casi sorprende desde el centro del campo. Pero ya el resultado se intuía insalvable.

Más tablas y garra de los locales. Demasiada para lo que estaba regalando Las Palmas. El relato se cuenta solo. Los amarillos, que sacaban un córner, encajaron el tercero al contragolpe y segundos antes del descanso. Derrota por acorralamiento. Waldo metía el dedo en la llaga (3-0). Los errores se pagaron caro, pero mucho más el famélico pundonor con el que salieron a competir los pupilos de Pimienta.

Tras el intermedio, y con el técnico catalán haciendo majo y limpio, todo siguió igual. Fabio, Kaptoum y Andone tampoco mejoraron a Enzo, Nuke ni Loren. Ritmo lento, sin colmillo y con todo el fútbol por dentro, donde el Tenerife, con Corredera a modo diablo, reinaba. Faltó músculo, el que sí ofreció, por ejemplo, el veterano Aitor Sanz.

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Pejiño y Viera, por los suelos cuando querían proponer algo de fútbol en la telaraña blanquiazul. El Tenerife esperaba tranquilo y bien plantado, sabedor de que los tres goles de diferencia eran una dura losa para la UD. El coraje, en el lado de los grancanarios, brilló por ausencia. Y así, como saben, es difícil sacar algo potable en casa de tu eterno rival.

Era un derbi importantísimo y ahora toca rezar para que, anímicamente, el mazazo en el Rodríguez López quede solo quede en eso, en un golpe. Porque el ascenso no espera por nadie y los de Pimienta, en caída libre tras sumar solo dos de los últimos nueve puntos posibles, se tambalean en la tabla clasificatoria. Álvaro Jiménez, en un arreón de rabia, maquilló el resultado (3-1) cuando el reloj no regalaba treguas y Nacho, de penalti, cerró la goleada local (4-1) casi sobre la bocina. Derrota para pensar. Porque hasta el Granada adelantó por la derecha a Las Palmas, que cae a la tercera posición.

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