Las sonrisas que marcan la actualidad de la UD a cuenta de la buena marcha del equipo tienen que mantenerse durante todo el parón invernal que se abre el próximo domingo tras el encuentro ante el Espanyol en el Gran Canaria (17.30 horas). Y eso pasa por ganar, lo que supondría un excelente lazo para disfrutar en plenitud de las vacaciones navideñas.
Así se gestiona a nivel interno el excelente momento competitivo que se vive, desde el reconocimiento a los méritos que han llevado a esta situación pero, también, con la advertencia expresa de que están prohibidos los despistes. «Aquí nadie se puede dormir», aseguraba con solemnidad el presidente tras la Junta General de Accionistas, porque, como añadía, «no se está, ni mucho menos, en una situación cómoda». No le falta razón a Miguel Ángel Ramírez. Pese a la montaña de triunfos que trajo la llegada de Diego Martínez al banquillo, la ventaja con el descenso, cuya primera plaza en sentido descendente ocupa, precisamente el Espanyol, es de cuatro puntos.
Y con el resto de perseguidores en la zona intermedia también hay rentas mínimas. De ahí la importancia de solventar con victoria este encuentro de clausura porque implicaría un muro de contención sustancial con el trío de cola, en el que Valladolid y Valencia andan más descolgados.
Benito y Januzaj, durante un entrenamiento.
En Barranco Seco la conjura es no fallar y quieren aislarse de los pronósticos que dan por hecho el triunfo local. El Espanyol tiene unos números fuera de casa que evidencian su fragilidad (siete derrotas y un empate, en el Metropolitano ante el Atlético, en ocho desplazamientos, y ha encajado 18 tantos).
Cero euforias
Por si fuera poco, solo registra un triunfo en las últimas siete jornadas. Sobre el papel, parece víctima propicia a manos de una UD que vuela y que, además, recupera a hombres importantes como Fábio Silva o Álex Suárez una vez cumplidas sus respectivas sanciones federativas.
Diego Martínez, que hoy tomará la palabra, huye de la complacencia y su mensaje es inequívoco: el encuentro tiene su trampa y encierra un castigo a poco que se recoja la pierna.
Ramírez, incluso, apeló al factor ambiental («necesitamos a toda la afición») para brindar un extra a los futbolistas, consciente, como es, del valor estratégico de esta jornada.
La semana de trabajo en Barranco Seco ha vuelto a estar marcada por la intensidad y el nervio inconformista que implanta el staff técnico. Es la manera que tiene el entrenador de que no se baje la guardia en el vestuario tras el atracón de puntos y la lluvia de elogios ante el riesgo de dejarse ir.
En este sentido, Martínez calca las impresiones de Ramírez de que «queda mucho por hacer» hasta alcanzar la barrera de los 40 puntos que garantiza estar por encima del bien y del mal en la lucha por la permanencia en la categoría.
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