«Los malos tienen un atractivo especial»

Pedro Casablanc (Casablanca, Marruecos, 1963) es el nombre artístico del actor Pedro Manuel Ortiz Domínguez, un rostro habitual en muchas producciones cinematográficas, televisivas y escénicas españolas.

En la mayor parte de las mismas ha encarnado a personajes malvados, como vuelve ocurrir con Perdida, la película que, bajo la dirección de Alejandro Montiel, culmina hoy su rodaje en Gran Canarias tras quince días de trabajo.

«Los malos tienen un atractivo especial. Los buenos solo piensan en su familia, mientras que los malos solo están conspirando. Nada mejor para un actor. Ya se sabe que es mejor dar palos que recibirlos», comenta entre risas tras una «dura pero satisfactoria» jornada de rodaje en Gran Canaria.

En Perdida encarna a un personaje denominado El egipcio. «Se trata del jefe de una banda criminal que se dedica al proxenetismo y a la trata de blancas. Tiene una especial relación con Nadine, a la que se conoce como la Sirena. Se trata de un tipo al que todo el mundo teme. Un tío con mucho dinero y poder. Es un gran hijo de puta. Uno más dentro de mi lista de malos», apunta con ironía.

«No caer en los tópicos» ha sido la hoja de ruta que ha seguido Pedro Casablanc para dar vida a este individuo temible. «Suelo sentir a los personajes en el momento en el que ruedo. Antes, estudio muy bien el texto, pero el cine no es como el teatro. Hasta que no estás en pleno rodaje no sabes bien dónde y cómo es el lugar donde transcurre todo», desvela tras una intensa jornada de trabajo en La Hacienda del Buen Suceso, en Arucas.

Otro malo, real pero de un cariz muy distinto y que responde al nombre de Luis Bárcenas, el extesorero del Partido Popular, ha sido un punto de inflexión en su carrera gracias a B, la película, de David Ilundain.

«Fue un reto muy atractivo. Intenté defenderlo y sacarlo adelante a partir de los hechos delictivos. Es un individuo metido en la rutina de un partido corrupto en el que todos roban. En el fondo, se ha visto que es un chivo expiatorio. Su declaración ante el juez Ruz, que es lo que desarrolla la película, fue un momento tremendamente difícil para él. Se jugaba mucho, ir a la cárcel y la integridad de toda su familia. De pronto, era un personaje desvalido y desamparado. El partido lo había abandonado y lo llamaba cabrón», rememora sobre una película por la que fue nominado al Goya al mejor actor protagonista.

Pedro Casablanc se ha convertido en uno de los protagonistas del otoño escénico madrileño, gracias a la obra Yo, Feuerbach, con la que ha triunfado en el Teatro de La Abadía.

«Me gustaría muchísimo venir al teatro Cuyás con esta obra. Es el mejor personaje que me ha tocado hacer sobre un escenario. Doy vida a un actor con experiencia, que pasa la peor hora de su vida durante una audición. Lleva siete años sin poder trabajar. La obra se desarrolla como un recorrido por todo lo que habitualmente sufre un intérprete. Remueve la conciencia del espectador y pone de manifiesto la grandeza de un hombre que ama profundamente su profesión», explica sobre esta pieza de Tankred Dorst, que ha adaptado Jordi Casanovas y que dirige Antonio Simón.

Pedro Casadeblanc regresa este domingo a la península, ya que hoy finaliza el rodaje en la isla de Perdida, una producción hispano-argentina de Bowfinger International Pictures, Cornelia AIE, MySProducción y el canal Telefé, en la que participa la empresa canaria Macaronesia Films, que gestiona los incentivos fiscales, y aporta equipamiento y logística en la isla.

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