Los rostros del barrio
Tilde Sánchez: A los míos nadie los tocaLos rostros del barrio
Tilde Sánchez: A los míos nadie los tocaTilde Sánchez no deja comenzar una conversación sin dejar claras las bases: «Mi barrio es maravilloso». Y en esas lleva más de tres décadas, implicada en el movimiento vecinal y ejerciendo de motor de cambio a través del fútbol, por ejemplo. Toda una personalidad la de esta ilustre ciudadana de Las Palmas de Gran Canaria que hasta fue candidata a gran dama del carnaval, vestida para ello, casi nada, por la legendaria Mary Patrón.
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Ironías del destino, Tilde Sánchez vivió como un shock su mudanza al Polígono de Cruz de Piedra. «Mi marido era del Risco de San Nicolás y allí nos casamos antes de venir aquí. Yo pensé que me iba a encontrar otra cosa pero todo lo que me ha pasado aquí ha sido bueno. Aquí crecieron mis tres hijos y ahora presumo de mis cinco nietos», cuenta sentada en el cemento del parque que decora la calle Farmacéutico Manuel Blanco.
Hoy se le ve venir de lejos. Con ese inconfundible pelo rojo cortado pequeño que le da una apariencia guerrera. Es una locomotora de recuerdos y un horno siempre encendido, cocinando iniciativas desde la Asociación de Vecinos 30 de mayo de la que está muy orgullosa en esta etapa que lidera Besay Roca.
«Me duele que hablen mal del barrio y sus vecinos. Mucho», explica cuando se le pregunta las razones por las que antes de iniciar el diálogo ya está poniendo en su sitio al interlocutor. «Del Polígono de Cruz de Piedra siempre se habla mal. En los periódicos solo sale por las cosas negativas y esa no es nuestra realidad», señala mientras no deja de saludar a todo aquel que pasa por el lugar durante la entrevista.
El Polígono de Cruz de Piedra es su vida. Tras superar las seis décadas de existencia sigue en la batalla aunque con modestia hable de ir retirándose. Mientras dice eso rememora su último conflicto. «Nos querían cerrar el año pasado el colegio Teobaldo Power y no lo permitimos. Ese es un lugar muy especial para nosotros, donde antes se hacían hasta los bautizos. Significa mucho», cuela de pronto en el diálogo.
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Cuando Tilde Sánchez y su familia llegaron al Polígono de Cruz de Piedra esta era otra ciudad, por lo tanto el barrio tampoco se parecía mucho al de hoy en día. Las secuelas de los años de la heroína se dejaban ver en rostros y calles y ella no quería que algo similar siguiera pasando. En su casa el fútbol siempre se ha respirado fútbol. Ella misma jugó y enseña sus gemelos fornidos para acreditarlo. Fue el momento en el que Cuco, como lo llama cariñosamente, y ella decidieron montar la escuela de Fútbol Incrupi. «No queríamos ver a niños sin nada que hacer en los parques y hablé con mi marido lo de la escuela. Y enseguida nos pusimos en marcha. Peleamos mucho para que nos hicieron la cancha de césped artificial del barrio, aunque luego tuvimos que irnos a entrenar a Las Rehoyas», recuerda.
Fue un momento que dejó grandes recuerdos en el barrio. «Todavía veo a gente por la calle que nos dice que por qué no la montamos de nuevo», cuenta orgullosa de aquellos tiempos en los que se veía movida por el mismo ardor que le sigue caracterizando estos días.
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Para ella el Polígono de Cruz de Piedra significa todo. «Era muy joven cuando llegué, y aunque estaba un poco asustada porque venía con mis tres hijos muy pequeños, pronto comprendí que este era un buen barrio. Por eso me impliqué en la asociación de vecinos nada más llegar», dice.
Y es que la imagen de Tilde Sánchez sigue presente en todo. Es órgano de consulta obligada para todo, desde la comisión de fiestas hasta las vecinas que le preguntan por qué no funciona el ascensor. Por su casa pasan personas con problemas que buscan ayuda o consejos.
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En las fotos de todos los actos se le ve hacerse un lado pero es imposible sacarla del foco porque de una forma u otra siempre está implicada. Y hace que lo estén los suyos. «A mi marido y a mis hijos yo los pongo siempre a trabajar. Parecen también de la comisión porque enseguida les pongo la camiseta y a cargar lo que haga falta», bromea.
No es pose lo de Tilde Sánchez. Cuando habla del barrio mira a sus calles, con sordina entre semana por la mañana, y se le va iluminando el rostro. Allí vive mucha gente y ella cree conocer bien a una buena parte de esos vecinos que han construido un espacio de la ciudad demasiado poblado para ser ignorado. «Yo tengo, como todos, mi ideología política. Pero eso nunca me ha condicionado. Todos los partidos que han gobernado la ciudad te pueden decir que les he dado la lata con las cosas que creíamos que eran necesarias para nuestro barrio. Y también es justo que diga que siempre han cumplido con ello», señala.
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La conversación acaba y se pone en pie para volver a casa. Vuelve a mirar a su entorno y expresa una idea que se le acaba de cruzar por la cabeza. «En casa bromeo y siempre digo que a ver si me toca una quiniela y me voy a vivir a Las Canteras. Pero la verdad es que no, ni tocándome la lotería me iría de mi barrio», señala una mujer orgullosa de su gente que antes de irse repite el recado: «No hablen mal de mi barrio, que es muy bueno y la gente lo juzga sin saber».
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