
«Mi hija está muerta, mi vida destruida, pero un error no es un asesinato»
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El acusado de matar a su bebé María Eleyda afirma que luchará «hasta el final, porque un error no justifica que me llamen agresivo o asesino»Juan Francisco L.S., el hombre acusado de asesinar a María Eleyda, su bebé de tres meses, en Fuerteventura el 29 de abril de 2023 declaró en su turno de última palabra que su hija estaba «muerta, mi vida destruida, pero un error no es un asesinato», determinó al jurado popular durante la tercera jornada del juicio que se desarrolla ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas.
Aparte de los testimonios de los dos acusados, los padres de la bebé María Eleyda, hubo otro punto de interés que fue el protagonizado por la fiscal Carmen Julia González, quien a la vez que mantuvo su acusación por asesinato, por la que pide la prisión permanente revisable, introducía de forma paralela otra calificación por homicidio por imprudencia, por el que interesa una condena de cuatro años. Es decir, de la máxima que establece el Código Penal a una muerte de forma accidental.
Juan Francisco L.S., de 36 años, admitió que pudo ser que las lesiones que sufrió la pequeña, y que según los forenses le provocaron la muerte por una hemorragia cerebral y edema pulmonar, se debieran a un movimiento fuerte cuando la tuvo en brazos o en el carro para calmarla porque no cesaba de llorar, pero negó ser un «maltratador». «Dicen que le daba un golpe, pero jamás lo hice. ¿Acaso ninguno de ustedes ha cometido algún error, alguna equivocación? Pues eso mismo me ocurrió a mí. Intenté hacer lo mejor que podía», contó.
El acusado indicó que esa noche la niña estuvo llorando 40 minutos y ya no sabía qué hacer, estaba «desesperado» aunque no nervioso, porque «estaba acostumbrado» a tratar a menores por su trabajo como coordinador en un centro de jóvenes en Fuerteventura. «He trabajado con menores, y hacerlo bien siempre ha sido mi prioridad. Cometer un error no me convierte en un asesino», declaró.
Según narró al jurado popular, logró calmar a su hija en la cama y se quedó dormida, pero fue «como que se le apagó la luz», por lo que se sintió «rallado», si bien pensó que estaba rendida después de llorar tanto, por lo que se fue a bañar a sus otros dos hijos, de 1 y 3 años, a prepararles la comida y a intentar limpiar la casa. Posteriormente, al comprobar el estado de la bebé, vio que tenía sangre en la nariz y salió corriendo en cholas al centro de salud cercano. Allí, explicó, se saltó todos los controles para que la atendiera un médico.
El acusado reconoció haber consumido cocaína y cánnabis, aunque no comprendía cómo apareció cocaína en la orina de la pequeña: «Creí que pudo contaminarla al cogerla y besarla». También admitió que tenía la casa sucia porque «no le daba tiempo a todo», aunque insistió en que eso no significaba que no tuviera cariño a sus hijos. «Mi vida no ha sido fácil porque a los 19 años entré por primera vez en la cárcel», añadió.
Durante su alegato final, Juan Francisco L.S. aseguró que había estado «tres años preso. Desde que salí, no he vuelto a pisar una comisaría, ni siquiera por una multa de tráfico. Tengo tres hijos y nunca ha pasado nada con ellos. Todo iba bien hasta que ocurrió esta tragedia. Si no hubiera ocurrido, seguiría siendo un hombre corriente, quizás insignificante, pero ahora soy un hombre destruido. Digan lo que digan, pase lo que pase, absuelto o condenado, mi vida ya está destruida porque mi hija ha muerto».
También afirmó haber advertido problemas respiratorios en la niña desde su nacimiento, señalando que «ni la pediatra ni la dermatóloga detectaron la gravedad del problema ni me dieron indicaciones claras». Criticó que no se le hubiera explicado cómo tratar adecuadamente a la pequeña: «Tenía dinero para acudir a clínicas privadas, vivía en el mundo real». «Viví dos años en prisión preguntándome si realmente fui yo, si fue negligencia, si pude haber hecho algo más. Pero nada de eso devolverá a mi hija. Mi vida está destruida, igual que la de Brenda, su familia y las personas cercanas a nosotros», añadió visiblemente emocionado.
Finalmente, concluyó defendiendo su inocencia con determinación: «Podría haber aceptado una conformidad y evitar este juicio, pero no lo hice porque quiero demostrar mi inocencia. No aceptaré salir con la etiqueta de asesino, no aceptaré que digan que maté a mi hija. Lucharé hasta el final, porque un error no justifica que me llamen agresivo o asesino».
Por otro lado, la madre de la bebé aseguró que no veía posible que Juan Francisco fuera responsable de la muerte de la niña. «Tenía sus fallos igual que yo, y si pensara que pudiera hacerle daño, sería la primera que se lo impediría», manifestó.
Durante su testimonio, en el que lloró en varias ocasiones, también explicó que intentaba mantener la vivienda en buenas condiciones dentro de sus posibilidades. Además, afirmó que nunca consumió drogas dentro del hogar familiar, por lo que no comprendía cómo era posible que en los análisis realizados a la pequeña se detectara la presencia de cocaína en su orina.
El juicio por el crimen de María Eleyda dio un giro tan brusco en su última jornada que puede derivar en que el principal acusado, el padre de la bebé, sea condenado a la mayor condena, la prisión permanente revisable por asesinato, o a una de solo cuatro años por homicidio imprudente.
Esta circunstancia puede producirse después de que la fiscal Carmen Julia González, modificara sus conclusiones e introdujera esa segunda calificación atenuada de forma alternativa. La representante del Ministerio Público defendió primero la prisión permanente revisable por un delito de asesinato para el acusado, ya que sostenía que Juan Francisco mató a su bebé de forma consciente mediante un violento zarandeo y que tardó tiempo en llevarla al centro de salud de Puerto del Rosario esa noche, pues, pese a saber que estaba en mal estado, esperó dos horas y se fumó supuestamente un porro en el salón.
En caso de que el jurado popular no apreciara el asesinato y considerara que el acusado no fue consciente de la gravedad del zarandeo, calificó los hechos como un homicidio imprudente por el que reclamó cuatro años de prisión. Además, modificó la pena que pedía por el delito de abandono de familia para los dos acusados, cambiándola por una multa de 1.980 euros para cada uno.
Por su parte, las defensas reclamaron la absolución de sus clientes, en un acto en el que el letrado del principal acusado, Roque Esteban García, insistió en que Juan Francisco no había matado a su hija:«Doy las gracias a la fiscal por haber modificado sus conclusiones porque no hay prueba alguna de que el acusado haya matado a su bebé por un motivo claro, es que no lo hizo».
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