Fue algo más de un minuto de silencio, acompasado y también, en parte, delimitado por el tañido de las campanas de la cercana iglesia de San Nicolás de Tolentino. Lo presidió, a las puertas del Ayuntamiento, el alcalde de La Aldea, Pedro Suárez, yerno de la vecina de 86 años que murió de forma violenta la noche del miércoles y por la que el municipio estará tres días de luto. «Es una muerte injusta, pero toca contener la rabia y dejar que la justicia camine». Esas fueron las palabras del regidor, justo para cerrar el minuto de silencio y agradecer las muestras de apoyo recibido. Decenas de personas participaron del momento.
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La Aldea despidió este viernes con respeto y dolor a su vecina Consuelo Padrón, que murió tras un corte en el cuello por arma blanca que presuntamente le causó un vecino, ya detenido y pendiente de pasar a disposición judicial ante el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia número 1 de Guía. Lo probable es que lo haga a lo largo del día de este sábado. Mientras la Guardia Civil y la autoridad judicial prosiguen con las diligencias, aún bajo secreto de sumario, los vecinos de La Aldea dieron este viernes su último adiós a la víctima, que fue enterrada por la tarde en el cementerio municipal.
«Muchísimas gracias por acompañarme. Son momentos complicados para la familia», empezó diciendo Pedro Suárez (NC), que se vio arropado, nuevamente, por su primer teniente de alcalde y socio de gobierno, Víctor Hernández (PP). También estuvo el líder de la oposición, David Godoy (PSOE). «Es una muerte injusta, pero bueno, nos toca gestionar y contener la rabia y que la justicia siga su camino», apuntó visiblemente emocionado.
Le arroparon decenas de vecinos. Había trabajadores municipales, pero también muchos ciudadanos que quisieron aprovechar el momento para darle el pésame. Sobre la fachada del Ayuntamiento ondeaba a media asta la bandera de La Aldea. No estaban a medio izar las otras dos, la española y la canaria, porque el luto solo afecta al territorio municipal.
Este momento en la calle central del casco, a las doce del mediodía, alteró en parte la normalidad de una mañana que, aunque tranquila, se vivió con tristeza en el pueblo. La trágica muerte de Consuelo y la detención de su vecino protagonizaron buena parte de las conversaciones. La sensación generalizada era de incredulidad. No terminaban de entender lo que había pasado.
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«Pero si son dos familias que se conocen de toda la vida; con decirte que yo creo que ella lo crio a él», apuntaba un parroquiano en un alto en el café que compartía con otros vecinos. Algunos no terminaban de tener tan clara la culpabilidad del actual sospechoso. Otros, en cambio, sí sabían de sus problemas con las drogas y ven viable la hipótesis policial de que la agresión tiene que ver con las adicciones del detenido.
En todo caso, buena parte de los consultados desligó este suceso de las carencias que en materia de seguridad arrastra La Aldea. Al fin y al cabo, este homicidio se produjo en un contexto de vecindad, lo que no quita para que algunos vecinos volvieran a poner sobre la mesa el detalle no menos llamativo de que la primera patrulla de guardias civiles que llegó al lugar de los hechos, en la zona de El Albercón-Los Molinos, procedía de Agaete. La sede policial de La Aldea estaba vacía aquella noche, no tenía a ningún efectivo en turno de guardia.
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Y tampoco quita para que, en el contexto de este trágico suceso y dada la que por ahora es la principal hipótesis de la agresión, otro sector de vecinos pusiera el foco estos días en los estragos cada vez más evidentes que están produciendo las drogas en La Aldea. No es la primera vez que se escuchan voces críticas y que exigen un mayor cerco policial al menudeo en el municipio.
Los investigadores del crimen cometido en la calle de Los Molinos, en La Aldea, la noche del miércoles pasado, no necesitaron montar ningún dispositivo de búsqueda del posible autor. Ya en la misma madrugada dirigieron sus miradas dos casas más arriba de la víctima, a un vecino con el que Consuelo mantenía buenas relaciones de vecindad y confianza. Con todo, según informan fuentes policiales, las primeras pesquisas las hicieron dando tratamiento de testigo al sospechoso, que, apuntan, se mostró tranquilo y colaborador. Pero en cuanto se hicieron con una autorización para la entrada y registro de la vivienda, pudieron hacer una indagación más exhaustiva y se hicieron con indicios que permitieron la detención del vecino, ya sobre las 10 de la mañana del jueves. Los agentes de Criminalística de la Guardia Civil retiraron de la vivienda bastantes elementos que podrán ser usados como pruebas en las diligencias.
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