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«Caballero, buenos días. ¿De dónde viene usted?», se dirige uno de los agentes del puesto de la Guardia Civil de Teror a un vecino que circula en su Opel Corsa gris por la Avenida del Cabildo Insular. Son las 10.30 horas, el día está gris y cae una ligera lluvia que hace desapacible estar en plena calle. «Vengo de comprar medicinas para mi madre que tiene 87 años», responde Santiago, el conductor, enseñándole el ticket de la compra y la bolsa con los medicamentos al agente. Tras comprobarlo, éste le despide. «Gracias y que tenga buen día. Cuídese», le responde el agente antes de indicarle que siga su marcha.
La mañana transcurre con una extraña normalidad en el casco de la Villa Mariana de Teror. Solo circulan camiones de reparto del Agua de Teror, el panadero del municipio, el repartidor del gas y algún que otro vecino. Servicios esenciales que no se han visto afectados por las restricciones. Pocos vehículos particulares y los que lo hacen van directos al supermercado o a la farmacia. Todos con un único ocupante que para su marcha, explica su ruta a los agentes y continua su camino. La mayoría con guantes y mascarilla y sin ganas de hablar con nadie.
Seis agentes conforman este control preventivo en un punto neurálgico de tráfico en situaciones de normalidad. Un panorama antagónico al que se vive estos días. Solo se ve algo de movimiento en los supermercados, en la farmacia y en el centro de salud del municipio. A estos se suma la Basílica de Teror que permanece abierta, sin misa, y a la que acuden algunos vecinos para rezar y tener un momento de recogimiento.
«La gente está cumpliendo con las indicaciones que se les han dado. Está todo muy tranquilo. Hay alguna picaresca con pasear al perro pero nada importante», afirma el capitán Córdoba, jefe de la Primera Compañía de Santa María de Guía.
Bajo sus órdenes está toda la demarcación norte de la isla, una amplia zona caracterizada por el sesgo rural de las poblaciones. «La gente sigue trabajando en sus fincas. En las zona rurales es todo más fácil», comenta el teniente del puesto de Teror.
Durante esta primera semana de encierro han notado un descenso generalizado de todos los delitos. De hecho, ni se acercan los ciudadanos al puesto de la Guardia Civil como sí suelen hacer en días normales. Un reflejo de que la ciudadanía está viviendo esta situación de forma estoica y cumpliendo con las directrices marcadas.
Desde la Comandancia de la Guardia Civil de Las Palmas destacan la ausencia, de momento, de incidentes reseñables, al menos en las demarcaciones bajo su jurisdicción.
Ni en el casco ni en las vías de acceso al municipio desde Arucas se ve afluencia de coches. Ni tan siquiera se ve gente en las calles ni en las vías principales.
Las casas permanecen cerradas a cal y canto, salvo algún caso aislado donde se ve algún vecino asomado.
El silencio lo envuelve todo solo roto por el piar de los pájaros y el rumor de la lluvia.
Junto al puesto de la Guardia Civil de Teror en el balcón de una vivienda cuelga un cartel dibujado por un menor con un arcoiris el alentador mensaje de ‘Todo saldrá bien’.
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