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L. del Rosario / Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 29 de abril 2018, 09:49
La foto oficial de la Justicia en España es una imagen que bien podría haberse tomado hace 200 años. La cúpula judicial está copada por hombres, pese a que las mujeres son mayoría en la magistratura. Con este caso ejemplifica la jueza Gloria Poyatos la falta de perspectiva de género de la Justicia en España. «El machismo se transmite socialmente y solo se cura con formación especializada y capacitación. No hay otra manera», explica la magistrada. Desde esta perspectiva, Poyatos entiende que la sentencia del caso de La Manada refleja «el estereotipo», no han hecho, añade, «una interpretación jurídica con perspectiva de género» sobre el consentimiento.
Esa misma idea se refleja en la nota que este viernes emitió la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE): La sentencia «abre una brecha entre la percepción social de este tipo de delitos y su interpretación jurídica. La causa de esta quiebra se encuentra en la pervivencia de ciertos prejuicios y estereotipos ligados al género que, de la misma manera que afectan al resto de la sociedad, atraviesan también la forma en la que se interpretan y aplican las normas jurídicas».
La jueza Carla Vallejo señala, por su parte, que «con el código penal actual es posible llegar a una sentencia por violación, y es lo que se demuestra en los hechos probados: es un delito de violación con intimidación», pero en el fallo, continúa la magistrada, «lo que tenemos son interpretaciones legales que se alejan del sentir social actual. Tenemos un concepto tradicional, un prejuicio» que suele darse «en todos los delitos contra la libertad sexual cuando las víctimas son mujeres», añade Vallejo.
La jueza hace referencia al polémico voto particular de uno de los magistrados. «Son juicios de valor, puros prejuicios y estereotipos en los que llega a apreciar un eventual placer sexual. Ese tipo de manifestaciones solo se justifican por los prejuicios de quienes hacen la valoración», afirmó.
Preguntada por si este tipo de sentencias desanima a otras víctimas o invita a las mujeres a tener que resistirse poniendo incluso su vida en peligro Vallejo desea que no. «Eso sería un fracaso absoluto. Una sentencia no puede condicionar la forma en que las mujeres nos comportamos en el mundo».
Honestidad. La jueza Victoria Rosell recordó que hasta 1983 en nuestro código penal «no había delitos contra la libertad sexual. Las mujeres no teníamos libertad sexual, eran delitos contra la honestidad. Cuando una mujer honesta era atacada se penaba, pero si se dudaba de la honestidad de la mujer..., entonces quizás no se penaba». Esta idea, apunta la magistrada, «caló muy hondo en nuestra tradición judicial. Era el juzgar a la víctima, preguntarle por sus relaciones anteriores, por sus costumbres... todas esas preguntas valían y todavía arrastramos, especialmente en la judicatura de mayor edad, que son casi todos varones, algo de eso».
Rosell cree que en esta sentencia «la voluntad mayoritaria lo que ha hecho ha sido condenar, lo que pasa es que condena por unos hechos que describen intimidación y condenan por abuso, probablemente por alcanzar un acuerdo, lo cual, desde mi punto de vista es erróneo», dijo. y reconoció que le «duele» que este fallo pueda «echar para atrás» a otras víctimas porque, de ser así, «habremos perdidos muchos años de trabajo» añadió.
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