Las tierras raras que Trump disputa con Ucrania: esenciales en nuestra vida cotidiana

Son 17, pero ni son ni tierras ni son raras. Lo de tierras es por una cuestión terminológica heredada de los químicos de los siglos XVII y XVIII. Y lo de raras no tiene nada que ver con una presumible escasez. El más abundante de ellos, el cerio, es tan abundante en la Tierra como el cobre y entre 30 y 800 veces más presente que el estaño o en la plata. Se les llama así porque es muy raro encontrarlos de forma pura. Sus nombres parecen sacados de 'El Señor de los anillos': escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. Así los usamos en el día a día. Son el «petróleo del siglo XXI».

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Cualquier smartphone contiene varios de estos metales. Sus pantallas no serían posibles sin ellos. Contienen lantano, terbio, praseodimio, europio, disprosio y gadolinio. Sirven, entre otras cosas, para que la pantalla se ilumine correctamente. Aleaciones de neodimio, praseodimio y gadolinio son esenciales también en los imanes que se encuentran en sus altavoces y micrófonos.

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Al igual que en los móviles, las pantallas LCD y LED tienen europio y terbio, que activan los fósforo encargados de darnos una imagen más nítida. Lo mismo puede decirse de las tablets y los ordenadores personales.

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Ni los coches eléctricos ni los híbridos serían posibles sin las tierras raras. Buena parte de los motores de los automóviles eléctricos funcionan con imanes permanentes que contienen estos metales. El terbio, por ejemplo, se utiliza para mejorar su resistencia térmica. El neodimio, por su parte, permite que sean más compactos y eficientes. Menos habituales son el disprosio y el praseodimio. Este último mejora la resistencia a la corrosión de los imanes. En las baterías, estos metales aumentan su densidad energética, lo que aumenta la capacidad de carga. En el caso de los híbridos, el lantano es clave en las baterías de tipo NiMh, una alternativa a las más habituales de litio.

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El escandio se encuentra en los fuselajes de los aviones. En concreto, se usa en una aleación con aluminio para mejorar las características de este. Las piezas son más ligeras, resistentes, además de soportar mejor la corrosión. Otras tierras raras como el europio aparecen en las pantallas y otros componentes electrónicos, como se ha señalado antes.

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Las bombillas más eficientes hoy en día son las LED. Se calcula que pueden dar luz durante 70.000 horas, que en años vendrían a ser unos 50. Contienen gran cantidad de metales, unos muy conocidos como el oro y la plata, y otros menos como el indio o el paladio. Pero también tienen tierras raras -en pequeñas cantidades- como el cerio o el itrio, cruciales para dar luz blanca.

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Las tierras raras pueden encontrarse también en la cocina, en concreto, en la nevera. El praseodimio y el neodimio son fundamentales para sus motores, que gracias a ellos son más pequeños y silenciosos. Se encuentran en los modelos más eficientes, que, como los motores de los coches eléctricos, incorporan imanes permanentes.

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Cada vez que calentamos la comida en el microondas, el neodimio ayuda al funcionamiento del motor del plato giratorio. También se encuentra en el magnetrón, la pieza que genera las microondas que templan los alimentos.

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Sin salir de la cocina, algunos hornos autolimpiables emplean óxido de cerio. Se encuentra en el revestimiento de sus paredes internas. Su función es ayudar a descomponer los restos de alimentos y la grasa cuando entra en funcionamiento el sistema de limpieza.

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La medicina también está sacando partido de estos materiales. Una prueba habitual como la resonancia magnética utiliza unas sustancias llamadas contrastes para mejorar la visibilidad de algunas partes del organismo. Uno de los más empleados es el gadolinio, que por sus cualidades magnéticas permite obtener imágenes más nítidas.