Miguel Gallego, con gorra y mascarilla, cuando fue conducido a su domicilio de la calle Juan Rejón.Juan Carlos Alonso
«Tardó un ratito» en morir, «estaba agonizando y yo esperando», dijo Miguel
Violencia machista ·
Miguel Gallego dijo que se le «cruzaron los cables» y se volvió «loco» | Contó que «donde había un rincón, ahí tiraba» los trozos del cuerpo de su esposa
«Pues que me lo he pensado, me lo he pensado y quiero ser claro, quiero ser sincero, quiero decir la verdad y no quiero más... Me llevó en su momento, me llevó a una decisión terrible porque me enfrenté, estaba harto de que me pegaran, estaba harto de ser maltratado y no quiero mentir más. Quiero decir toda la verdad, sea como sea, que salga por donde quiera, no puedo hacer otra cosa». De esta forma se derrumbó Miguel Gallego Pousada ante los agentes del Grupo de Homicidios cuando lo entrevistaron la mañana del pasado 11 por la presunta desaparición de su esposa, María Dolores Illán Méndez. Casi cinco años después confesó el crimen machista diciendo que la golpeó durante una pelea y murió «agonizando». Después, troceó su cadáver y esparció los restos mientras paseaba por la calle con total frialdad en un caso adelantado en exclusiva por este periódico.
Tras una entrevista inicial plagada de contradicciones, los investigadores pararon la entrevista y le indicaron que iban a detenerle por el presunto homicidio de su esposa el 18 de abril de 2020 en Playa del Inglés. Primero -en presencia de su abogado- se negó a declarar pero, a las 19.58 horas, pidió comparecer y ofreció un relato espeluznante de uno de los crímenes más atroces de la última década en las islas.
El guardia civil retirado contó en sede policial que esa mañana del 18 de abril de 2020, su esposa había salido de su casa e incluso había sido sancionada por agentes al saltarse las restricciones impuestas durante el confinamiento. «Ella vino bien cruzada y bien dura» y «los dos ahí nos liamos. Y la mala suerte que pasara eso [...]. Na' más llegar, me dio un puñetazo. Me dejó, vamos, tiritando. Sí, entró de la calle, me dio un... Yo estaba despistado, me dio un puñetazo, se lo devolví y acto seguido se cayó para atrás y se dio contra el suelo y se desnucó», dijo en unos hechos que ocurrieron, según su testimonio, en el salón de su casa de Playa del Inglés.
«Sí, así de rápido. La pelea duró ahí, justo en un momento. Se cayó para atrás y fue cuando se dio, y yo intenté animarla al final para ver qué le pasaba. Iba a llamar al médico, pero vi que no reaccionaba. Ya me puse nervioso y ya me descontrolé, perdido. Me volví, vamos, loco. Y ya no sabía qué hacer. Y tomé la decisión más oscura que pude hacer», añadió, a lo que los agentes le preguntaron si había intentado reanimarla. «Sí, intenté reanimarla, e incluso intenté llamar para que viniera la policía. Pero lo consideré, que tanto follón. Y me volví, no controlé y tomé la decisión equivocada. Y entonces no pude hacer otra cosa. Y harto de malos tratos, harto de todo el follón. Y no quería que volviera otra vez a lo mismo. Y en ese momento, se me cortaron los cables y ya había tomado la decisión, que me había equivocado, vamos», dijo. «Tardó un ratito» en morir, apuntó, «estaba agonizando, agonizando, y yo esperando a ver qué podía hacer, pero había mucha sangre y digo, esto no... Empezó a sangrar sangre por detrás y...».
Tras el ataque y con su esposa moribunda en el suelo, el investigado manifestó que estuvo «unas cuantas horas a ver si había una reacción de algo», pero «no hubo manera, no hubo manera, la arrastré al baño, y en el baño, pues me deshice de ella en trozos. Lamentable, me he equivocado, lo siento, no puedo decir otra cosa, pero harto de tantas cosas se me cruzaron los cables, y ahí me volví loco».
Con una toalla hasta el baño
Contó que utilizó una toalla para trasladar el cadáver al baño insistiendo en que se había vuelto «loco en ese momento, y ya no sé qué decir, perdí la cabeza, en ese momento perdí la cabeza». Ya en el cuarto de baño, narró unos hechos escalofriantes que duraron «dos días con sus dos noches en las que no dormí», confesó. Narró haber utilizado «una sierra, un cuchillo y un martillo» que «tenía ya en su domicilio» para cortar el cuerpo en trozos que «quedaban tan pequeñitos que parecían palomitas».
Explicó que iba troceando el cadáver en el plato de ducha de su apartamento y luego llevaba algunos pedazos de carne y huesos al salón para que se secaran «y los que se iban secando, los iba tirando por ahí. Iba ya todo medio seco, por lo tanto era fácil», mantuvo.
Declaró que estuvo esos dos días siguientes a la muerte de María Dolores deshaciéndose de su cuerpo: «Por la zona de Playa del Inglés, donde están los supermercados, por las tierras, por todas las tierras. Así como esparciendo, pero no se vieron. Eran pequeños, sí. El más grande era como la uña». Unos trozos que hacía desaparecer con suma frialdad: «Donde había un rincón, ahí, los tiraba» y lo hacía sin ningún tipo de reparo en ser descubierto, a plena luz del día en muchas ocasiones y sin hacer esfuerzos en enterrarlos, meterlos en bolsas u ocultarlos de algún modo.
Todo ello, declaró, sin decirle nada a nadie ni en esa época de los hechos ni hasta el momento de su detención. Dijo no haber contado nada ni a su familia, a su actual pareja ni a sus conocidos.
María Dolores Illán.
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Dijo que salió llorando de su casa con trozos de su mujer en la mochila
El detenido describió lo sucedido como una «locura total». «En su momento, locura total en ese momento. Yo salí llorando al jardín», declaró durante su interrogatorio. Continuó su relato asegurando que estaba visiblemente afectado. «Yo salía llorando. Yo iba con la mochila y llorando. Y el jardinero me dice: '¿qué te pasa?'». Afirmó que, en ese instante, no sabía cómo reaccionar ni qué explicación dar. Que le respondió que había «vuelto a ingresar a mi mujer, porque estaba yo tan loco que no sabía qué decir y salía llorando y me veía llorando y digo: ¿qué le cuento ahora? ¿Qué le digo? Pues que se había ido, que me había ido a poner los cuernos como se ha ido muchas veces. Porque yo solo decía que se había ido. Tal vez la otra vez estuvo ingresada y ahora, ¿qué le cuento?». Ante la pregunta de los agentes, el detenido reconoció que mintió. «Le mentí. Y le dije que la había ingresado en el mismo sitio. Porque si no, se me ha ido ahora y eso ya, tuve que mentir», aseguró. Finalmente, reiteró que su estado mental estaba alterado. «O sea, que me cruzaron los cables y salí llorando, que él lo vio. O sea, el jardinero que había antes, que ya no está», concluyó.
Después de ejecutar ese macabro plan, tuvo que eliminar todos los restos de la casa, sobre todo la sangre de su mujer. Utilizó en el baño «una fregona» y «productos» que guardaba en «un cuarto de limpieza», pero en el salón dijo que había utilizado «una toalla» que puso en el suelo para colocar «el trozo justo de la zona de la cabeza» de María Dolores. «Se limpió todo y la volví a tirar», apuntó.
Los agentes le cuestionaron acerca de unas obras que hizo tiempo después en el baño donde descuartizó a su esposa. El exagente de la Guardia Civil explicó que era cierto que había cambiado azulejos, plato de ducha y lavabo «menos el piso» y lo hizo porque «estaba feo» y que había tenido «problemas con el vecino de abajo». Eso no impidió que los agentes de la Científica detectaran presencia de sangre tanto en ese baño como en el salón presuntamente de la víctima al utilizar el reactivo Luminol.
Por último, se lamentó de que ya no podía «volver atrás» y que llevaba «años bloqueado». Ahora, finalizó declarando que estaba «en manos de su señoría. Que él haga lo que crea oportuno. Como si quiere hacer lo que quiera conmigo, está en su derecho. Es cosa de él. Yo no puedo hacer nada más. Me volví loco en ese momento perdí la cabeza», declaró ante los agentes de Homicidios encargados de la investigación que esclarecieron este caso con un éxito sobresaliente.
«A partir de ahí, a media faena, ya me... Me arrepentí»
El investigado aseguró haber sentido arrepentimiento durante los hechos. «Miles de veces, desde aquel día... Desde el día en que estaba liado con todo. Y a partir de ahí, a media faena, ya me... Me arrepentí», afirmó. Explicó que sufrió un colapso y que, desde ese momento, ha sentido remordimiento, aunque «ya no había arreglo». Al ser interrogado sobre cómo describiría esas horas, respondió contundente: «Locas. Locas.» Relató que estaba «harto de que me maltrataran», y que, en ese instante, «se me cruzaron los cables». También señaló que la víctima «vino cruzada», y que ambos se enzarzaron en la pelea que desembocó en el trágico desenlace. «Fue la mala suerte que pasara eso», concluyó.
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