Una plaza residencial «de urgencia» para Carmen

Hasta hace unos meses Carmen C.B. (70 años) vivía sola en la zona de Las Rehoyas en la capital grancanaria. La ezquizofrenia que padece desde hace más de dos décadas estaba «controlada» gracias a la medicación y el seguimiento de la Unidad de Salud Mental y con un grado I de dependencia recibía ayuda a domicilio un par de horas al día. Su hermano, Juan Ramón C.B. vive en Santiago de Compostela, pero desde allí y viajando de vez en cuando podía prestarle ayuda a su hermana. Sin embargo en septiembre los bomberos tuvieron que sacar a Carmen de su casa. La encontraron tirada en el suelo pidiendo ayuda. Ingresó en el hospital donde estuvo un mes y le dieron el alta. «Pregunté si estaba bien y me dijeron que sí. Volamos mi mujer y yo a la isla porque alguien tenía que recibirla en casa. La dejaron sentada en el sofá y ya no ha caminado más», lamenta.

Regresó a Santiago pero sabiendo que su hermana ya no puede valerse por sí sola y tampoco es suficiente la ayuda a domicilio que recibe.

La trabajadora social no pidió en marzo la revisión de grado, un año después de la primera valoración, se queja Juan Ramón, lo ha hecho hace poco. Mientras la situación de Carmen empeora. Volvió a estar mal, «se la encontró el técnico de salud mental, Gerardo, casi sin constantes vitales», cuenta Juan Ramón que agradece a este profesional y a la enfermera de enlace de Miller Bajo la implicación y la ayuda que le han prestado. Carmen está ahora en una clínica concertada, pero Juan Ramón teme que le vuelvan a dar el alta y mandarla a casa sola y sin poder hacerse cargo de ella misma. El último informe clínico de la Unidad de Salud Mental recoge ya la situación por la que atraviesa Carmen. Apunta a un «deterioro global importante» y al «abandono de hábitos básicos». Carmen «necesita supervisión continua del cuidado personal y de su casa», dice su hermano. El informe también señala que desde septiembre de este año se ha «intensificado» aún más la incapacidad para vivir sola y tener las mínimas condiciones de cuidado personal.

Su hermano ya ha iniciado los trámites en el juzgado para solicitar un internamiento no voluntario, un paso previo que se requiere para poder ingresar a alguien en una residencia sin su consentimiento. Pero critica la falta de agilidad de la administración y teme que le den el alta a su hermana sin contar con una plaza sociosanitaria.

Los tiempos de la administración no entienden que esto es «una urgencia», explica el hermano de Carmen. Con grado I de dependencia no se tiene derecho a una plaza sociosanitaria en un centro de mayores, y sin esa plaza «¿cómo va a estar Carmen sola en su casa?» se pregunta Juan Ramón.

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