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L.R.G.
Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 9 de octubre 2024, 18:41
Los problemas económicos que arrastra Cáritas Diocesana desde hace años debidos a «la inflación, la subida de los costes salariales y el aumento de la demanda», han obligado a la ONG a cerrar la comunidad terapéutica del Valle de Agaete del Proyecto Esperanza. Las instalaciones cerrarán definitivamente en diciembre, explica la secretaria general de la institución, Caya Suárez, pero «lo que nos hemos planteado es un cambio de modelo de atención» y la intención ahora es contar con un «centro de día» para seguir tratando a las personas con problemas de adicción.
«Hemos hecho todas las acciones posibles. Negociar con las administraciones públicas, con donantes particulares, aplicar un control del gasto... Pero llega un punto en que no es asumible mantener las instalaciones de la comunidad terapéutica. Las cerramos y cambiamos el modelo de trabajo», explica Suárez, quien señala que aún están en «proceso de negociación con la administración» para ir hacia un «centro de día que sí sería sostenible».
Por la comunidad terapéutica del Valle de Agaete han pasado en los 33 años que lleva abierta 1.500 personas, la mayoría de ellas por problemas con el alcohol, el 74% hombres y el 26% mujeres. En 2023 en Proyecto Esperanza atendió a 369 personas, de las cuales 76 pasaron por la comunidad terapéutica. «El Proyecto Esperanza tiene tres fases, acogida, la comunidad terapéutica y el seguimiento», explica Caya Suárez.
Y es esa comunidad la que les supone una inversión de «más de 600.00 euros, lo que supone un déficit de cerca de 300.000 euros», abunda.
Con el centro de día, afirma la secretaria general de la ONG, «se salvan puestos de trabajo».
Este, sin embargo, no estará en las instalaciones actuales en el Valle de Agaete. «Esas instalaciones no reúnen las condiciones por dos características: ni tiene agua de abasto, un problema que llevamos años intentando solucionar pese a lo que ya hemos tenido inspecciones desfavorables, y porque es un edifico de alta protección o protección especial y no podemos hacerlo accesible», lamenta. Suárez pone el énfasis en que «no se cierra el Proyecto Esperanza», sino las instalaciones de la comunidad terapéutica. «El trabajo terapéutico se hará pero en un centro de día, con trabajo comunitario». Con todo reconoce que están intentando «tener una plazas alojativas para las personas que no tengan una red de apoyo, pero financiar una comunidad terapéutica como hasta ahora no es sostenible para Cáritas».
«Para nosotros es un dolor muy grande», reconoce Caya Suárez, pero también una oportunidad para cambiar el modelo. «Los compromisos no se van a romper. El grupo que tenía que salir en diciembre y va a terminar la terapia y el que entró en septiembre llegará hasta diciembre y continuará un mes más de forma ambulatoria, de lunes a viernes», en referencia a las últimas 12 personas que ingresaron en la Comunidad Terapéutica.
Con el centro de día la intención, explica Suárez, es también «ampliar» la atención «a más adicciones». El Proyecto Esperanza comenzó con el alcoholismo, «pero ahora tenemos una nueva realidad de adicciones: pornografía, nuevas tecnologías, etcétera», y el cambio abre la «oportunidad» de abordar esa «nueva realidad».
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