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La joven grancanaria lleva solo seis meses en el centro, donde su jornada de mañana le permite compaginar con el deporte de alto nivel. «Antes de hacer enfermería hice un Ciclo Superior de Prótesis Dental, pero desde pequeña tenía muy claro que quería ser enfermera», relata antes de añadir que «me ha tocado lidiar con una responsabilidad que jamás hubiera pensado que tendría, pero también tenía claro desde que empecé a estudiar enfermería que me podía enfrentar a casos como este».
Chaxi comparte la responsabilidad de atender y cuidar a sus residentes con «cinco auxiliares, una animadora y una fisioterapeuta. Lo primero que hago nada más llegar es cambiarme y sobre todo lavarme las manos. Subo a hablar con las compañeras, leo la libreta de novedades y voy visitando a todos los pacientes de las tres plantas que tiene la residencia para ver cómo están. Lo primero que hacemos ahora es tomarle la temperatura a todos y, si no hay ninguna novedad o alguien que atender por algo en especial, me pongo a hacer los pastilleros diferentes de los 27 residentes», relata.
Con llegada del Covid-19, no esconde la joven sureña que en su residencia «ha cambiado prácticamente todo, desde la restricción a las visitas familiares a que los pacientes estén separados en sus habitaciones a un metro, o que no estén todos en el salón como habitualmente lo hacían los días previos al estado de alarma, etcétera. Ahora cualquier precaución es poca».
Entre sus pacientes «más que miedo lo que tienen es incertidumbre por todo lo que está pasando. Los que tienen problemas de deterioro cognitivo casi ni se dan cuenta de nada, lógicamente, los que están mejor sí que echan de menos pasear con sus familiares, no entienden muy bien la situación y hemos tratado de explicársela... En un principio lo entienden, ms o menos, pero al día siguiente te vuelven a preguntar», añade Chaxi Hernández a la que también le toca ejercer de psicóloga en estos días tan difíciles. «Intentamos sacarles una sonrisa, ponerles música para que se distraigan, hacer juego... de todo un poco para ejercitar la mente y también distraerlos de todo esto, claro», dice.
«Psicológicamente al principio parecía fácil, pero con el paso de los días está siendo bastante duro. Cuando llego a mi casa intento desconectar, pero pongo la tele, porque es inevitable, y la palabra coronavirus vuelve a sonar por todos lados, así que poco puedo desconectar», relata consciente de que, al menos, no lidia en el peor escenario: «Muchas de las veces que veo las noticias o leo cosas en Facebook me dan ganas de llorar al ver cómo lo están pasando el personal médico. Es muy triste que no tengan todo el material que necesitan, las horas que pasan sin comer porque están sin parar... Yo no estoy en primera lnea y puedo dar gracias a Dios a que no estoy en su situación, pero me encantaría ayudarlas en estos momentos y desde aquí les mando todo mi apoyo», comenta sin olvidarse de los propios problemas que están teniendo con el material en su centro. «A día de hoy [martes, 31 de marzo] no nos han suministrado ningún EPI, y lo que más falta nos hace son mascarillas. Afortunadamente no hemos tenido ningún contagio por Covid-19, pero nos harían falta más independientemente de ello».
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