![Roberto Andrés Kovacs, trabajador del Museo Elder, intenta realizar tareas cotidianas con el traje puesto.](https://s2.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/2025/02/07/1492152735.jpg)
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«Ya no voy a apurar más a mi madre cuando tenga que vestirse. Acabo de empatizar con ella como nunca». Estas fueron las palabras de Catalina Sánchez al desprenderse del traje y simuladores que permite experimentar los efectos físicos del envejecimiento con dolencias como cataratas o artrosis. Este atuendo, presentado este viernes en en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología de la capital grancanaria y donde estará disponible de forma indefinida, simula sumar 40 años más físicamente y ayuda a comprender mejor los desafíos a los que se enfrentan personas mayores en su vida cotidiana.
El director del museo, José Gilberto Moreno, presentó el dispositivo dentro de las Jornadas de Actualización de Medicina de Urgencias y Emergencias y las de Ecografía de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.
«Todos vamos a ser mayores, y tener estos trajes para concienciar, sensibilizar y prevenir los condicionantes del deterioro que nos ocasiona la edad nos parecía una oportunidad única», dijo Moreno en el acto, destacando lo importante que es entender cada movimiento que realizan las personas mayores y la dificultad que arrastran con el paso de los años.
Acompañado de Roberto Andrés Kovacs, un trabajador del museo que ejerció de 'modelo' para lucir la vestimenta con bastante sofoco y aguante, Moreno describió en qué consiste cada simulador. «El mono imita una piel deshidratada y contracturada, lo cuál genera un peso adicional en nuestro cuerpo porque nos resta elasticidad muscular. Además, al añadirle contrapesos en las articulaciones le sumamos cierta rígidez que complican las labores diarias como vestirnos o levantarnos de la cama».
Tras esta explicación, Kovacs aprovechó para abrir una botella de agua y levantarse de un sofá. Tras tomarse su tiempo para realizar estas tareas, comentó que le temblaban las rodillas al levantarse y sentía un pinzamiento en el pecho y en los brazos. «Esto se debía a que el traje posee una simulación de temblores propios de la enfermedad del párkinson, los cuáles ayudan a entender hasta dónde llega la incomodidad de poder convivir con el contexto de deterioro del sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico. Quiero que entiendan que Roberto tiene mente de 30 años pero cuerpo de una persona de 70», apuntó el director.
Lo más «agobiante» de este invento, según Kovacs, son las gafas que tienen una pérdida de visión importante además de un cristal que simula cataratas y unos auriculares que poseen una graduación minorizada de su audición.
Tanto Kovacs como Catalina Sánchez, que se probó el traje al terminar la presentación, coincidieron en el «impacto de llevar este atuendo», así como en valorar y en apreciar cada movimiento que realizan los mayores, haciendo hincapié en que «cada persona que lo pruebe va a cambiar el chip hacia el envejecimiento».
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