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Solo el canto de los pájaros rompía la quietud de Lomo Jurgón hasta el pasado sábado, cuando una treintena de niños y niñas, llegados desde todas las islas, se instaló en el aula de la naturaleza del Cabildo de Gran Canaria, ubicada en la zona alta de Arucas.
Ahora, sus gritos y risas infantiles se abren paso entre dragos, pinos canarios, retamas, cornicales, tabaibas y lentiscos.
Hasta este miércoles, los pequeños con cáncer y sus hermanos estarán entregados a la diversión y a los juegos que preparan los animadores de la empresa Nómadas, en la novena edición del campamento infantil David Bramwell, que organiza la Fundación Pequeño Valiente.
En estos días han tenido ocasión de explorar los senderos que rodean el albergue en busca de pistas, desafíos y tesoros; de aprender a defenderse frente a un tablero de ajedrez y de corretear con sus nuevos amigos hasta caer rendidos por la noche.
«Han venido niños de toda Canarias y están súper contentos», señala el presidente de Pequeño Valiente, José Jerez, sobre una iniciativa que, por primera vez en nueve años, sale del recinto de la Finca de Osorio.
En su opinión, esta iniciativa es una terapia psicológica fabulosa para los pequeños que conviven con las patologías oncológicas, porque «ven a otros niños de otras islas, se comunican y se entienden solo con mirarse», ya que saben que comparten vivencias similares.
«Lo sé por mis hijos: los dos tuvieron cáncer, y ellos se entendían con solo mirarse. Creo que se arropan entre ellos, y eso es una cosa muy importante», asegura Jerez sobre un campamento de cinco días que sirve de anticipo a las actividades previstas para las vacaciones estivales. Además de proporcionar diversión a los menores, brinda un necesario respiro a las familias.
«Está siendo guapo, con muchos monitores súper guays», cuenta José David, de 11 años, que ha participado por primera vez en este campamento y que piensa repetir. Por las noches, dice, las habitaciones se vuelven un caos, con todos correteando por los pasillos hasta que llega la hora de dormir.
Karen Paulina tiene 14 años y viene de Fuerteventura junto a su hermana. «Los cuartos son gigantes», relata la niña de 14 años, que dice sentirse muy a gusto en este encuentro en el que ha hecho nuevas amistades.
También Eider, de diez años, se queda con la gente buena que ha conocido en el campamento. En esta ocasión, las habitaciones son comodísimas, «mucho más que las de Osorio», comenta este tinerfeño, dispuesto a repetir el año que viene.
La iniciativa, financiada por la empresa Satocan y AM/FM, ha contado con el respaldo del Ayuntamiento de Arucas y de la esposa del desaparecido botánico David Bramwell, promotor de la reunión de los pequeños valientes en plena naturaleza.
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