
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«Yo creo que, de momento, el prospecto de papel de los medicamentos debe mantenerse, hay mucha población mayor». No lo manifiesta un experto, sino una persona de 71 años que, dado el avance de la edad, toma cada vez más medicinas: «Para la tensión, el colesterol...», enumera Antonio Rodríguez en la puerta de la farmacia de la calle Faro, en la capital grancanaria.
La Comisión y el Parlamento europeos abrieron este melón hace apenas unos días, al poner sobre la mesa la posibilidad de eliminar los prospectos físicos e implementar, en su lugar, un código QR, conocido como la evolución del código de barras, que disparó su popularidad en los restaurantes durante lo peor de la pandemia por covid. Ambos formatos convivirían durante un período de cinco años, como paso previo a la digitalización total de este impreso.
La medida puso en alerta a los diferentes estamentos del área de la salud e, incluso, el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España salió al paso para defender que los prospectos de papel continuarán vigentes «mientras sea necesario».
La presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Las Palmas, María Loreto Gómez, lo tiene claro: «Es un error eliminar el prospecto de papel de los medicamentos», ya que, de hacerlo, se iría «en contra de todos los principios de equidad».
Alude, así, a la «brecha digital muy amplia» que existe en la actualidad y que «no se va a salvar en cinco años». Una fisura que afecta sobre todo a las personas mayores, que suelen ser las que más se medican, y a la población económicamente vulnerable.
Gómez se apoya en los datos para justificar su postura: «Alrededor de 448 millones de habitantes en Europa, no llegan a ser el 56%, son los únicos que manifiestan manejarse digitalmente. Todo el resto, 220 millones, no tiene esas capacidades tecnológicas como para manejarse con un QR que fuera el prospecto digital de los medicamentos».
No se trata de un tema baladí, pues el salto digital de los prospectos, en el lapso de tiempo que propone la Unión Europea, podría conllevar graves consecuencias: «Por ejemplo, que la gente no lleve bien sus tratamientos, que se despiste en las tomas, tome de más o de menos», lo que puede provocar problemas añadidos, además de que la patología no se trate correctamente, según advierte la presidenta del COF Las Palmas.
De igual forma, repara en lo lioso que puede ser el formato QR para las personas polimedicadas, a la hora de consultar cualquier duda, efectos adversos o contraindicaciones. Es por ello que considera que se necesita más tiempo, entre 15 y 20 años, para que toda la ciudadanía se desenvuelva con las innovaciones digitales y posea garantías de acceso a la tecnología.
Mientras tanto los pacientes deben disponer de una «herramienta principal», para tener la «tranquilidad de que el tratamiento se va a llevar bien y de que podrá solventar cualquier duda», que ahora mismo es el prospecto en formato físico.
Mária Loreto Gómez
Presidenta de COF Las Palmas
Tanto Gómez como la farmacéutica Maite Gutiérrez tienen claro que, ante una hipotética digitalización de los prospectos, los pacientes encontrarían en las boticas a sus mejores aliados, pues ya es en estos espacios donde resuelven cualquier incertidumbre sobre un fármaco.
A este respecto, Gutiérrez reseña que a día de hoy «no se le da muchísima atención a los prospectos, probablemente es la menor parte de la población la que los lee y para eso estamos los profesionales, para que nos pregunten cualquier duda». Pese a ello, incide en que este impreso es valioso y útil, ya que se tiene a mano y su acceso es «rapidito».
Pero, ¿qué opina la propia ciudadanía? El pulso en la calle Faro de Las Palmas de Gran Canaria va bastante en línea con el de los expertos. Manuel Moreno, autónomo y de mediana edad, habla de las generaciones más jóvenes, para las que los QR no suponen «ningún problema», y de las más veteranas, que «lo van a tener más crudo». «Es una medida que va a tener diferente impacto según la edad. Yo no tendría ningún problema, porque ya estoy acostumbrado a los menús en los restaurantes», bromea.
María Loreto Gómez
Presidenta de COF Las Palmas
Ivvana Santana, una joven técnico de rehabilitación de la Once, va más allá y encuentra otros aspectos ventajosos de los QR: «Para muchas personas puede ser beneficioso, porque con este formato puedes abrir el prospecto en el móvil y, personas que no ven muy bien, pueden ampliar la letra y leerla mejor. Puede llegar a ser más cómodo», incide, sin olvidar a los más mayores y menos familiarizados con las tecnologías, por lo que concluye que «sería conveniente tener las dos alternativas».
Para María Victoria Sosa, de 64 años, y sus hermanas Fátima y Teresa, de 65 y 67, la medida no sería bienvenida: «No nos parece bien, somos mayores y no entendemos muy bien el QR. Además, ellas no tienen internet en el teléfono», repara la más pequeña. «Nosotras sí leemos los prospectos y los QR nos parecen menos manejables. Nos parece una iniciativa un tanto discriminatoria», agrega.
Antonio, que abre este texto, y su mujer Mari Carmen Sosa, de 68 años, también leen estos impresos y consideran que, con su digitalización, perderían autonomía, pues tendrían que depender de médicos o de los hijos para estar al tanto de las contraindicaciones, entre otros: «Que se estudie para el futuro, sí, pero ahora no», sentencia Rodríguez.
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