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Carla Domínguez / Efe
Santa Cruz de Tenerife
Martes, 23 de julio 2024, 09:28
En el manejo clínico de los trastornos psicológicos y emocionales, la equinoterapia se convierte en una herramienta atractiva y cálida, un vehículo complementario para profesionales con el que aportar motivación extrínseca y predisposición para explorar áreas difíciles en terapia.
Son las conclusiones que defiende Patricia Álvarez, psicóloga sanitaria especializada en traumas y apegos en Tenerife, y en una entrevista sostiene cómo la experiencia terapéutica con el caballo promueve la confianza, la autoestima y el vínculo emocional, entre otras necesidades cognitivas, emocionales y físicas.
La especialista concreta que la calidez, la suavidad del pelaje y el movimiento rítmico de la marcha a caballo son algunos de los beneficios que pueden ayudar a regular respuestas emocionales y facilitar la expresión de emociones difíciles.
«Esta técnica me permite contar con condiciones que en terapia ordinaria no se dan. La motivación que produce aumenta exponencialmente, es extrínseca. Y luego, el trabajo con caballos, majestuosos y tranquilos, aporta un valor emocional positivo», añade.
Hasta ahora, esta psicóloga ha realizado terapias ecuestres con niños, personas con discapacidad y también usuarios de la Asociación de Reinserción Social de Menores de Anchieta, gracias a la colaboración que mantiene con el centro hípico Yeguada La Suertilla, en el municipio de La Laguna.
Detalla Álvarez que para dar comienzo a este tratamiento terapéutico se precisa de una entrevista previa que ahonde en las necesidades específicas de cada paciente, tanto con el propio usuario como con su familia, y después iniciar la primera toma con la interacción que produce el tacto.
En este proceso el usuario también realiza actividades de guía, dirección y comunicación no verbal con el caballo, acciones con las que desarrolla habilidades sociales y comunicativas que puede trasladar a su vida cotidiana para establecer relaciones saludables.
Sin embargo, no todos los caballos pueden participar en este proceso terapéutico, matiza la especialista, ya que por el propio bienestar de la yegua esta deberá estar «desensibilizada» desde su hogar, con la previa exposición a diferentes estímulos.
Y en este proceso sanador entre seres vivos, el camello canario, una raza autóctona en peligro de extinción, destaca por su natural sensibilidad con las personas vulnerables porque, más allá de sus fines históricamente agrícolas, productivos y turísticos, puede proveer serenidad allí donde se precise.
Es lo que ha comprobado Guacimara Cabrera, presidenta de la Asociación de Criadores de Camello Canario y también directora ejecutiva de Dromemilk Camel Farm (Fuerteventura), la mayor granja camellar en el continente europeo y la primera en España.
Cabrera explica que entre las actividades que realiza con los camellos en la granja destacan los talleres con niños con algún tipo de trastorno, como autismo o asperger, y comparte cómo esa interacción con el animal ha contribuido a superar sus problemas comunicativos y aportar calma en ese momento.
De hecho, describe que es la propia naturaleza del camello la que ayuda a los monitores del espacio a gestionar ese primer contacto, porque el animal emite sonidos diferenciados, es decir, «grama», cuando percibe en los humanos de su alrededor algún indicador de nerviosismo.
Y subraya, además, cómo los beneficios del camello canario trascienden a la alimentación, pues ese «oro blanco» que se extrae de su ubre, sin quitarle por ello el alimento a su cría, destaca por ser rica en ácidos grasos no saturados y vitaminas del complejo B, además de contener un componente similar a la insulina.
Sin embargo, para disfrutar de la compañía de esta raza en extinción- existen alrededor de 1200 ejemplares en el mundo- es fundamental la defensa de su «prosperidad», añade Cabrera, que resalta la importancia de su desarrollo económico con la apuesta, entre otros, por industria láctea desde el bienestar animal.
Ejemplifica ese entorno con los resultados y procesos obtenidos en la ganadería majorera en torno al ordeño y pastoreo, que colaboran en mantener los niveles de estrés y bienestar: «La camella corta su leche de forma natural si no quiere ser ordeñada, y van con sus crías y de forma voluntaria a la manga de ordeño«.
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