Cuando la covid aún no se había bautizado covid y la declaración de pandemia por el coronavirus detectado en la ciudad china de Wuhan parecía lejana, Canarias se colocó en la primera línea de este desafío sanitario, un laboratorio de lo que luego se desató a escala mundial.
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Hoy hace cinco años que se confirmó en La Gomera el primer caso en España, un turista alemán alojado en una casa rural del pequeño municipio de Hermigua. Y apenas 24 días después, el 23 de febrero, el hotel del sur tinerfeño H10 Costa Adeje Palace se convirtió en el escenario de un inédito confinamiento de unas mil personas entre clientes y personal tras detectarse otro positivo, el segundo en el archipiélago y tercero del país. Era un turista alojado allí procedente de la zona norte de Italia, donde el coronavirus golpeaba ya con fuerza.
Fue como un ensayo general y una prueba piloto del confinamiento de todo el país que llegó con la declaración del estado de alarma el 14 de marzo de 2020.
La «intervención inmediata» en esos dos episodios clave evitó una propagación temprana del virus en las islas, afirma volviendo la vista atrás Domingo Núñez, en aquel momento jefe de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud y la voz técnica que salía un día tras otro en rueda de prensa para informar de la situación. Después esa portavocía recayó en su colega Amós García y él desapareció de los medios. Hasta hoy.
Aunque el verdadero trabajo era puertas adentro, gestionando junto a todo el equipo de Salud Pública una situación «desbordante» que arrancó con la llamada la noche del 28 de enero de María José Sierra, la segunda de a bordo del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. La hora inusual estaba más que justificada: Sierra informó a Núñez de que las autoridades alemanas les habían alertado de que un grupo de turistas alojado en La Gomera había tenido contacto en un congreso en Múnich con una persona que se había contagiado en China.
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Núñez, ya jubilado –ese 2020 cumplía 65 años y prorrogó el fin de su carrera profesional–, recuerda todo lo que se desencadenó después y afirma que «el mayor reconocimiento» de cómo Canarias abordó aquellos momentos de crisis lo ha encontrado en un artículo científico publicado en noviembre de 2024 y firmado por un panel internacional de epidemiólogos. En él analizaron las disparidades regionales en los efectos de la pandemia durante esos dos primeros años con el objetivo de guiar políticas de salud pública del futuro.
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Una de las conclusiones de esa investigación es que Madrid fue la comunidad con mayor exceso de muertes atribuidas a la covid entre enero de 2020 y diciembre de 2021 y Canarias la que sufrió un menor impacto, con la tasa de sobremortalidad más baja en todos los grupos de edad. «Y dicen que puede atribuirse a una estrategia eficaz de vigilancia, prevención y control durante la fase inicial de la pandemia», añade el epidemiólogo canario.
Ese artículo, añade Núñez, recoge que tras la notificación del primer caso de covid en el turista alemán en La Gomera «la autoridad local respondió rápidamente con el confinamiento del caso detectado y el rastreo de contactos, evitando así una propagación temprana de la pandemia. Y que tras el diagnóstico del segundo caso, el del hotel de Adeje, se aplicaron estrictas medidas de cuarentena para prevenir la propagación del SARS-CoV-2; es decir, atribuyen una intervención temprana y eficaz a una menor mortalidad durante el primer año y medio de pandemia».
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El epidemiólogo recalca que esta respuesta no fue fruto de la casualidad, sino de la importancia de tener «los deberes hechos» para afrontar crisis de este tipo, disponer de los protocolos de actuación y «no improvisar». Ayudó mucho, asegura, haber trabajado en la primera década del siglo con los planes de preparación y respuesta ante una pandemia de gripe, «que al final apareció en 2009», así como lo avanzado en la crisis del ébola, que pautó con simulacros incluidos cada movimiento desde la detección de un caso hasta su traslado y atención en un centro sanitario.
«También fue vital tener unos servicios sanitarios como los que tenemos, en general muy potentes y sólidos, con grandes profesionales que además en situaciones como la que vivimos con el covid se entregaron de una forma impresionante», añade. Por último, y «barriendo para casa», se evidenció la importancia de tener un equipo de profesionales de salud pública, un área poco dotada hasta ese momento.
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Menos de 24 horas después de esa llamada de la alto cargo del Ministerio de Sanidad «el grupo de seis turistas alemanes estaba aislado y se empezaron a hacer la investigaciones para el rastreo y buscar los contactos que hubieran podido tener; no fue fácil, pero se hizo, creo, de forma ágil y eficaz».
Núñez rememora toda esa labor detectivesca y la colaboración de personas como el taxista que trasladó a los turistas –dejó de trabajar, se aisló y mandaba todos los días datos como el de su temperatura–, o la odisea de enviar las muestras para que fueran analizadas en el Centro Nacional de Microbiología, en Madrid, ante la negativa inicial de las compañías aéreas de trasladarlas, algo que obligó a la intervención directa de la entonces consejera de Sanidad, Teresa Cruz. También destaca el papel de Gustavo Armas, director general de Emergencias.
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Aunque el miedo a lo desconocido estaba muchas veces presente, de ese momento el epidemiólogo rescata el «ingente» trabajo de equipo del personal sanitario que intervino en las crisis . Como el de Myriam Medina y Adela Schmid, médica y enfermera del centro de salud de Hermigua que fueron al alojamiento donde estaban los alemanes acompañadas de los dos técnicos de la ambulancia; también a todo el equipo del hospital de La Gomera, con su gerente Manuel Brito a la cabeza. El papel de Schmid, además, fue más allá, ya que hizo en todo momento de traductora del grupo de turistas.
Ese 31 de enero de 2020 el virus parecía todavía acotado a China, que había reportado casi 10.000 personas afectadas y 213 muertes. En el resto del mundo se habían notificado 117 positivos en 23 países.
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Las cifras cinco años después son abrumadoras: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde el inicio de la pandemia hasta el 10 de noviembre de 2024 se han notificado más de 776 millones de casos confirmados de covid-19 y más de siete millones de muertes. Hoy es una infección respiratoria más.
En España entre 2020 y julio 2023, cuando se declara el fin de la crisis sanitaria en el país, se atribuyen a la covid 121.760 muertes, según los datos del Ministerio de Sanidad. De ellas 2.344 se produjeron en Canarias, más de la mitad, 1.342, en el año 2022. El archipiélago tuvo la tasa de letalidad por covid más baja de España, con un 1,8% frente al 3,6% de media nacional.
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Domingo Núñez posa para la foto de este reportaje delante de las puertas del hotel Costa Adeje Palace. Donde hoy hay un trasiego natural de turistas se instaló el 23 de febrero de 2020 por la noche un dispositivo de emergencia donde operó durante las dos semanas que duró el confinamiento un equipo de 71 profesionales sanitarios. Dentro, 893 huéspedes en cuarentena porque un turista italiano que había acudido a un hospital privado al encontrarse mal dio positivo en coronavirus. Canarias vivía un episodio de calima intensa y eran los días previos a la gran y multitudinaria noche del carnaval tinerfeño.
«Fue una decisión difícil y hay quien entonces no lo entendió, pero el equipo de Salud Pública vio que el confinamiento era la única medida para evitar la propagación del virus, y tuvimos el apoyo del Gobierno, fue dicho y hecho», destaca Núñez.
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Poner en marcha el primer confinamiento de un hotel fue un trabajo multidisciplinar: desde los equipos jurídicos de la Consejería de Sanidad para trasladar la petición al juez al de los cuerpos de seguridad que vigilaban para que la cuarentena y el mandato de que nadie saliera se cumpliera; o la dirección y personal del recinto turístico, en plena temporada alta.
También, por supuesto, del equipo sanitario: el de la gerencia de Atención Primaria que dirigía el dispositivo de emergencia, con la doctora Clara Gironés-Bredy a la cabeza; o del Servicio de Urgencias Canario (SUC) y su coordinadora Marcela Posca-Maina; y de todo el equipo del hospital de la Candelaria que analizó las muestras, ya descentralizadas, con Julia Alcoba al mando, «que de se dejó el cuerpo y el alma».
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«Y salió bien, porque no se detectaron más positivos que dentro del grupo del turista afectado», señala Núñez. «¿Por qué se decretó luego el confinamiento nacional? porque era la única medida capaz de contener la difusión de la pandemia y evitar el colapso sanitario. Y con el hotel tuvimos que tomar antes esta decisión, y funcionó», sostiene.
El epidemiólogo cree que tras estas grandes crisis de salud pública «siempre se producen avances en muchos aspectos». Uno, insiste, «la necesidad de estar preparados». Otro, la aceleración en aspectos básicos como la fabricación de vacunas, que se empezaron a suministrar en España el 27 de diciembre de ese mismo 2020. Entonces Domingo Núñez apuraba sus últimos días en el departamento de Sanidad. En enero contrajo el covid en Madrid, donde lo ingresaron dos semanas. Meses después y tras su convalecencia se jubiló. «Con los deberes hechos».
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