Muere el sacerdote e intelectual peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación

Su interés por la psicología y la filosofía llevaron a Gutiérrez de joven a estudiar medicina para convertirse en psiquiatra, aunque a los 24 años su vocación por el sacerdocio ya estaba decantada. En 1974, fundó y dirigió un centro de atención a los más desfavorecidos, el Instituto Bartolomé de Las Casas, que lleva el nombre del fraile dominico del siglo XVI famoso por defender a los indígenas de los abusos de los conquistadores.

Gutiérrez, doctor en teología por la Universidad Católica de Lyon, alumbró en 1971 un libro fundamental, 'Teología de la liberación. Perspectivas', que levantó un enorme revelo y causó un hondo impacto al proponer una fe inextricablemente unida a la justicia social, para lo cual apostaba por lo que se conoció como opción preferencial por los pobres. «La pobreza es un estado escandaloso, atentatorio de la dignidad humana y por consiguiente contrario a la voluntad de Dios», aseguraba el teólogo.

Nació en Lima el 8 de junio de 1928, en el seno de una familia que padeció en carne propia las laceraciones de un sistema económico y social que marginaba a muchos. Su infancia estuvo marcada por la enfermedad y padeció osteomielitis, lo que le obligó a usar elementos ortopédicos para desplazarse y silla de ruedas. Esta experiencia le condujo a una profunda reflexión bíblica sobre el sufrimiento y a desarrollar una sensibilidad especial hacia los más vulnerables.

Gutiérrez abogó por una teología que hundiera su raíces en las penalidades de los oprimidos y propuso una reflexión que rompiera los confines de la academia. Su forma de entender el cristianismo influyó en generaciones de teólogos y activistas de todo el mundo. «La pobreza no es un signo de virtud, sino de injusticia», alegaba.

En la década de 1980, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el cardenal Joseph Ratzinger, el futuro papa Benedicto XVI, alabó la preocupación de la Teología de la Liberación por los pobres y la justicia, pero al mismo tiempo expresó su inquietud por el uso de tesis del marxismo para sus análisis. Pese a las admoniciones recibidas durante el pontificado de Juan Pablo II, Gutiérrez nunca abandonó la Iglesia católica.

En 2003, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, junto al periodista Ryszard Kapuscinski, en reconocimiento a su compromiso con los sectores más desfavorecidos y su independencia frente a las presiones ideológicas. También fue reconocido con múltiples premios en teología, como el Yves Congar Award for Theological Excellency y el Religious Book Award.

Gutiérrez fue aclamado en 2014 en el Vaticano durante la presentación del libro 'Pobre para los pobres. La misión de la Iglesia', escrito por el cardenal Gerhard Müller, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El libro tiene dos capítulos escritos por Gutiérrez y un prólogo del Papa Francisco.

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Al cumplir Gutiérrez 90 años, en 2018, Jorge Mario Bergoglio le escribió una carta que fue leída en público en el convento Santo Domingo y en la que le decía: «te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, a través de tu servicio teológico y de tu amor preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad».