Las lechuzas de incógnito
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Los ejemplares de plumaje claro de estas rapaces nocturnas son prácticamente indetectables para sus presas en las noches de luna, según el CSICJ. L. Álvarez
Martes, 21 de enero 2025, 23:48
Entre los muchos 'aliados' de la noche, la lechuza, cárabo o caraviella, según el lugar de España en que se encuentre, es una de las especies reinas del aire. Muchos lo consideran un animal extraño, relacionado con supercherías, para es otros signo de buen agüero ... y son muchas las parroquias cuyos feligreses la quieren ver en su campanario como augurio de buena suerte. Ahora se ha descubierto que las lechuzas, al igual que la capa de Harry Potter, pueden ser invisibles cuando vuelan a la caza de alimento en las noches de luna.
Es sabido que los animales necesitan confundirse con su entorno para evitar ser detectados, tanto si son presas como depredadores. Pero, ¿pueden camuflarse por la noche más allá de la cobertura que proporciona la oscuridad? Sí.
Un estudio publicado en la revista PNAS, liderado por la Estación Biológica de Doñana-CSIC, analiza el camuflaje de la lechuza común, que es un búho de un blanco llamativo y diferente al resto de rapaces nocturnas con plumajes que las ocultan en su entorno. El vuelo de la lechuza es tan silencioso como el de cualquier otro búho, pero su blanco plumaje ventral, lejos de ser discreto, podría alertar a sus presas. El nuevo estudio comprueba que no es así.
Según explica Juan J. Negro, especialista en ecología del comportamiento de la Estación Biológica de Doñana-CSIC, «la ocultación de la lechuza en vuelo de caza se lograría cuando su contraste contra el cielo está por debajo del umbral de detección de objetos por parte de sus presas, típicamente roedores».
De esta manera, la práctica «invisibilidad» para el desprevenido ratón no se cumple durante noches nubladas o sin luna. Sin embargo, en las noches despejadas, el resplandor del cielo se ve alterado si está presente la luna, lo que permite una compensación entre la luz de la bóveda celeste detrás de la lechuza y la luz reflejada por ella hacia el suelo donde está la presa. De este modo, cuando el roedor alcanza a ver a la lechuza suele ser demasiado tarde.
La eficiencia del plumaje fue analizada tomando las radiofrecuencias que emite, así como el sistema visual del ratón, comenta el astrofísico David Galadí, investigador de la Universidad de Córdoba y coautor del estudio. «Nuestro modelo indica que basta que la luna se encuentre sobre el horizonte en cualquiera de sus fases para que una lechuza en vuelo pueda acercarse a los roedores desde amplias regiones del cielo nocturno, permaneciendo siempre por debajo del umbral de detección del particular sistema visual del ratón», añade.
Carlos Camacho, experto en especies nocturnas en Doñana, destaca, además, que las lechuzas claras o oscuras «podrían elegir momentos distintos para cazar, coincidiendo con las condiciones lunares que maximizan la eficacia de esa caza». En este sentido, se constató que la contaminación lumínica ayuda a que las lechuzas sean aún más indetectables para sus presas.
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