Aspecto que presentaba la avenida de Rafael Cabrera, en la capital grancanaria, el 22 de marzo de 2020. Cober

Lecciones aprendidas y asignaturas pendientes de una crisis sin precedentes

Tras cinco años de la declaración del Estado de alarma, los expertos creen que el sistema no se ha reforzado para afrontar la próxima pandemia

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 14 de marzo 2025, 01:00

Se cumplen cinco años desde que el presidente español, Pedro Sánchez, declarara el Estado de alarma y el confinamiento por el coronavirus ante la mirada atónita de 18 millones de espectadores. Sin embargo, parecen haber pasado décadas. La ciudadanía, incluso quienes estuvieron en la primera línea de defensa frente al virus, se ha sumido en una amnesia colectiva; un mecanismo de defensa que emplea el olvido para superar el trauma que ocasionó la irrupción de la covid-19 en nuestras vidas; una enfermedad que, sin duda, marcó un antes y un después.

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Un día antes, el 13 de marzo de 2020, se confirmó la primera víctima mortal del virus en Canarias. Desde esa fecha y hasta 2023, el virus se cobró en las islas la vida de, al menos, 2.853 personas, según el Instituto Canario de Estadística (Istac). En 2022, la covid-19 fue la principal causa de muerte en las islas, con 1.342 fallecimientos. Así y todo, el archipiélago tuvo fortuna en esta trágica lotería al registrar la tasa de letalidad por covid más baja de España, con un 1,8% frente al 3,6% de la media nacional.

Ahora, desde la distancia, hablamos con expertos que, de un modo u otro, fueron testigos de excepción de aquella crisis sanitaria sin precedentes que tambaleó los pilares del sistema sanitario.

«Como comunidad hemos aprendido poco, menos de lo que deberíamos haber aprendido», sostiene el epidemiólogo y rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Lluís Serra Majem, portavoz del comité científico que asesoró al Gobierno regional durante la parte más dura de la crisis sanitaria.

«Como comunidad científica, aprendimos a estar al servicio de la sociedad para dar una respuesta científica y sanitaria con la que afrontar la pandemia», asegura Serra, que valora la rapidez con la que se adoptaron medidas para atajar la propagación del patógeno, se administraron las vacunas que rebajaron su letalidad y se crearon nuevos métodos de diagnóstico, cada vez más ágiles.

Se actuó con celeridad y recurriendo al ingenio. «Pudimos predecir las olas sanitarias y el aumento de la presión en cuidados intensivos a partir del volumen de llamadas recibidas en el 112. Aprendimos a analizar la información disponible y a orquestar medidas», recuerda Serra, quien cree que la experiencia debería haber sido suficiente para reforzar los recursos destinados a la salud pública. «No lo hemos hecho», lamenta el rector, que reconoce que la pandemia ha evidenciado las debilidades en la atención de la salud mental, mermada, sobre todo en los jóvenes, por el efecto del confinamiento.

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Serra aboga por crear mecanismos internacionales para evitar que las epidemias se conviertan en pandemias y por abordar de forma conjunta la salud ambiental, animal y humana.

Más positiva es la catedrática en Economía de la Salud de la ULPGC Beatriz González López-Valcárcel, asesora del Gobierno canario y del Ministerio de Sanidad en la pandemia, quien opina que el impacto en Canarias fue menor porque la población siguió las pautas marcadas por los científicos en la gestión de la crisis. «Aprendimos muchísimo. La ciencia ha avanzado mucho y también la regulación. Compartir el riesgo a la hora de comprar las vacunas fue algo revolucionario. Otra cosa es que estemos preparados para la próxima pandemia. Eso sí, no nos va a coger de nuevas como en esta», afirma la economista.

Y es que los epidemiólogos coinciden. Vendrán más. «Las enfermedades zoonóticas -patógenos de animales que afectan a humanos- siguen y seguirán apareciendo y es importante mantener los mecanismos de vigilancia sanitaria y la cooperación internacional», comenta Jacob Lorenzo, director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias de la Universidad de La Laguna. Lorenzo entiende que, ante esa evidencia, los sistemas sanitarios deberían fortalecerse más para poder responder ante próximas crisis.

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«Hemos aprendido algunas lecciones: medidas de protección, mejora de diagnósticos, vigilancia de patógenos, apoyo a la ciencia y al sector sanitario para dar respuesta a estas amenazas, etcétera. Pero me preocupa que nos hayamos olvidado rápidamente de todo esto. Es cierto que se está invirtiendo más en vigilancia, en ciencia y en mejorar los sistemas sanitarios, pero esta inversión está muy lejos de lo que debería», lamenta el investigador quien insiste en que, aunque la ciencia «al final fue la que nos 'salvó' de la pandemia, nos volveremos a chocar con la misma piedra».

De hecho, han surgido patógenos zoonóticos que, en un mundo globalizado, podrían llegar en cualquier momento como el hantavirus, el ébola, el virus Nipah, la fiebre de Lassa o la extendida gripe aviar que, «por fortuna, se transmite mal de persona a persona», precisa el epidemiólogo José Bismarck Poveda.

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«El cambio climático, la deforestación y la interacción con la vida silvestre aumentan la posibilidad de zoonosis. Hay que estar preparados y vigilantes», dice el científico, experimentado en la creación de vacunas contra otros coronavirus y al que lincharon en las redes cuando, en 2021, vaticinó que ni las vacunas contra el Sars-Cov-2 ni la infección natural iba a generar la inmunidad de rebaño que evitaría las reinfecciones. «Aprendimos a no dar nada por hecho», concluye Poveda.

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