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El experto en historia del arte Enrique Valdivieso y la catedrática de latín Carmen Martín fueron hallados muertos en su vivienda de la calle Mateos Gago de Sevilla. A las 10:25 de la mañana del domingo la hija de la pareja les encontró, cuando fue a visitarles. La causa se desconoce. Cuando el familiar avisó a los servicios de emergencia, no había, al parecer, fuego en el interior del domicilio. Acudió las policías Nacional y local, junto a los bomberos, para realizar una investigación sobre la causa de las muertes y un juez para hacer el levantamiento de cadáveres.
Las autoridades barajan varias hipótesis, como que una regleta de luz o el cargador de un móvil ardiera, o que sucediera algún tipo de combustión de gases que provocara un humo tóxico, que inhalaron estas dos personas. Nada está confirmado, ni se descarta ninguna hipótesis. Los sanitarios sólo pudieron certificar la defunción.
El matrimonio tenía tres hijas, dos de ellas dedicadas al mundo del arte y otra, abogada. Vivían en esa casa que había pertenecido al escrito Santiago Montoto desde 1981. Conservaban su escritorio, y lo usaban para estudiar su especialidad y para escribir.
Con 82 años, Valdivieso era un reputado catedrático sevillano que mereció la Medalla de Oro de su ciudad. Se especializó en pintura europea y española, sobre todo en el siglo de Oro. Nacido en Valladolid en 1943, comenzó su trayectoria de profesor en la Universidad de La Laguna (Tenerife), y participó como asesor y comisario en exposiciones como la que se dedicó a Murillo en 1982, a Zurbarán en 1988 y a Valdés Leal en 1991, en ciudades como Londres, Madrid y Sevilla.
En su biografía hay publicaciones de los setenta y ochenta como ‘Pintura holandesa del siglo XVII en España’, ‘Juan de Roelas’, ‘Historia de la pintura sevillana’ y monográficos sobre obras barrocas y los artistas que ayudó a exponer. Era un «experto incontestable» del «siglo de oro», según el alcalde José Luis Sanz, que se sumó al desconcierto por una red social.
Por su parte, Carmen Martínez, su esposa, enseñaba latín en el Instituto Luca de Tena. Tenía 72 años. «Dejó una huella imborrable» y se le recuerda «como una docente dedicada y apasionada por la enseñanza», indica un obituario de un diario local.
Él se estableció en Sevilla cuando tenía 33 años, en 1976. Enseñó a unos 4.000 alumnos, según sus propios cálculos dados en una entrevista cuando se jubiló.
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