«Una revolución sin baile, no es una revolución que merezca la pena». La cita corresponde a la escritora de origen lituano Emma Goldman y, de cierta manera, la hizo suya La revuelta de mujeres en la Iglesia de Gran Canaria en la mañana de este domingo, frente a la Catedral de Santa Ana. Este colectivo de «mujeres de Iglesia» se congregó en las puertas del templo para danzar contra la discriminación en el clero, bajo el lema 'Por una Iglesia en igualdad. Creyentes y feministas' y con el 8M en el horizonte. Hubo guiño incluido al folclore canario, pues se atrevieron con la danza del trigo.
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El movimiento defiende, por encima de todo, la palabra del sínodo: «En virtud del bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el pueblo de Dios», por lo que reivindica la igualdad en la Iglesia y «no de boca ni palabras, sino de hechos», apunta Pino Trejo, militante del colectivo. «No queremos que se nos relegue a ciertas tareas por ser mujeres, queremos formar parte de los ámbitos que toman decisiones, como el consejo de parroquia, ya que muchas nos afectan a nosotras. Queremos poder decidir sobre nuestra vida», ahonda.
Trejo cree al respecto que la Iglesia «se deja influenciar» por lo culturalmente establecido, que es que los hombres ocupen los cargos de decisión. Tilda esta postura de machista, aunque no le gusta generalizar, y matiza que, al fin y al cabo, «la sociedad también lo es, y parece que cada vez damos más pasos para atrás».
Al hacer balance sobre la lucha feminista en la Iglesia, reflexiona que ha estado muy focalizada en que la mujer no da misa y nunca ha sido elegida como obispo de Roma, por lo que «se ha perdido de vista todo lo demás». Pese a ello, puntualiza que desde el colectivo se defiende una Iglesia de carisma: «Esto es, si una persona se siente 'vocacionada' a cualquier tarea, ¿por qué se le ponen pegas para ejecutarla por su sexo?».
Considera que el gran reto del feminismo actual es la educación, y «no solo en las escuelas». «Se dice que para educar a una persona se hace una tribu. La sociedad como ente tiene que remar hacia ello y no dejarse influenciar por el sistema, por las redes sociales que dicen cómo tiene que ser una mujer y la reduce a lo físico», apunta. Para ello, piensa que es fundamental crear redes que «ayuden a crecer y ver estas realidades» en los barrios o, cómo no, en las parroquias.
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La revuelta de mujeres en la Iglesia comenzó a andar en el año 2020, en cinco ciudades españolas. Ahora, está presente en 30. Un grupo de ocho dinamiza al colectivo en Gran Canaria, que cuenta con unas 50 activistas. Pino Trejo señala que el movimiento causó cierto recelo en el resto de miembros de la Iglesia: «Nuestro lema es 'creyentes y feministas', ya la palabra feminista pone a muchos en guardia». Lamenta no haber recibido más apoyos: «Piensan que es una moda, que se nos pasará. Nos han llegado a llamar machangas, cuando hasta el Sínodo recoge a María Magdalena como apóstola de los apóstoles y el papa fijó su día», ahonda, poniendo el foco en los nombres de mujer de la Iglesia.
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