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La vivienda donde se cometieron los hechos en Playa del Inglés. Arcadio Suárez

Falsificó una nota de su esposa pidiendo que no la buscaran

Tribunales ·

El exguardia civil trató de engañar a los investigadores con pruebas falsas tras denunciar su supuesta desaparición voluntaria

Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 13 de febrero 2025, 22:31

El crimen machista de María Dolores Illán Méndez, conocida como Mari Loli por sus allegados, ha sido esclarecido después de cuatro años, nueve meses y 23 días. Sin embargo, la investigación se prolongó en gran parte debido a los esfuerzos del exguardia civil por eliminar pruebas y desviar la atención de los agentes. Entre sus maniobras, falsificó una carta en la que su esposa supuestamente pedía que no la buscaran y afirmaba no querer mantener contacto ni con su marido ni con sus dos hijas.

Cuando ocurrió el crimen, España estaba en pleno confinamiento, lo que dificultó la labor de las fuerzas de seguridad. Además, el investigado pudo moverse con discreción por el sur de la isla, evitando los controles establecidos en aquella época, con el objetivo de deshacerse de los restos humanos. La restricción de movilidad también impidió que alguien detectara la presencia de los restos en la vía pública hasta mucho tiempo después, cuando ya se encontraban en un avanzado estado de descomposición.

Otro factor que ralentizó la investigación fue que Miguel Gallego Pousada no denunció la desaparición de su esposa hasta el 11 de marzo de 2021, casi un año después del crimen. Según declaró a los agentes, el 18 de abril de 2020 ambos discutieron y ella lo agredió. En respuesta, él abandonó la vivienda con la intención de denunciarla, aunque finalmente no lo hizo.

En su denuncia, Gallego afirmó que, al regresar a casa, su esposa ya no estaba y asumió que se había marchado voluntariamente, como en ocasiones anteriores, tanto cuando vivían en Vilassar como después de haberse trasladado a Gran Canaria. También sostuvo que ella padecía depresión y problemas psiquiátricos, y que había recibido tratamiento en el hospital de Mataró y en el centro de salud mental Bandama, en Tafira.

Según su versión, junto a la nota que él mismo había falsificado, aparecieron algunos anillos en su domicilio tiempo después de la desaparición. El exguardia civil alegó que su esposa pudo haber aprovechado su ausencia para entrar en la casa de la calle Helsinki y dejarlos allí.

Sosdesaparecidos

La Policía Nacional incluyó la desaparición de María Dolores en la base de datos de personas desaparecidas y difundió su imagen a través de la asociación Sosdesaparecidos. Sin embargo, desde el inicio de la investigación, los agentes sospecharon que no se trataba de una desaparición voluntaria, sino de un posible crimen, por lo que enfocaron sus pesquisas en el esposo.

Las autoridades comprobaron si María Dolores había salido de la isla por vía aérea o marítima, pero su nombre no figuraba en ningún registro de pasajeros. Tampoco se halló evidencia de que hubiera recibido atención médica o asistencial después de la fecha de su desaparición, a pesar de su supuesto estado de salud, ni se detectaron movimientos en sus cuentas bancarias. Como coartada, Gallego aseguró que su esposa se había llevado una gran cantidad de dinero en efectivo antes de irse.

El cerco se estrechó cuando la Policía sometió la nota aportada por el sospechoso a un análisis caligráfico, el cual determinó que no había sido escrita por la víctima, sino por su presunto asesino.

Con estas pruebas, la investigación llevó finalmente a la detención del exagente gallego por la presunta muerte violenta de su esposa y el posterior descuartizamiento de su cadáver.

La pareja, en una foto de archivo. C7

Prejubilado en la Guardia Civil y amante del clima de la isla

Miguel Gallego Pousada, nacido en Galicia hace 70 años, trabajó en el destacamento de Tráfico de Cataluña hasta que la competencia fue asumida por los Mossos d'Esquadra en 1988. Años después, el ahora investigado por el crimen de su esposa se prejubiló y se trasladó con ella a Gran Canaria, atraídos por el clima que tanto les gustaba.

Antes de establecerse en la isla, habían residido en Vilassar de Mar, Cambrils y Mataró. Ya en Gran Canaria, vivieron en Playa del Inglés, donde era habitual verlos paseando, en restaurantes cercanos a la costa y en salas de fiesta. La víctima había trabajado años atrás como empleada de limpieza en viviendas. Tras su mudanza a la isla, el matrimonio perdió el contacto con sus hijas, vínculo que se restableció cuando Gallego denunció la desaparición de Mari Loli.

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