Guerra por las materias primas

España guarda en ocho enclaves las tierras raras que ansía Trump

Los indicios de la existencia de yacimientos con estos elementos clave para la revolución tecnológica podrían convertir a la Península en líder europeo, pero su explotación está estancada en los tribunales

Viernes, 28 de febrero 2025, 06:20

La geopolítica actual está alcanzando tal nivel de extravagancia que ha conseguido colar en las conversaciones de café algo tan poco cotidiano como un puñado de elementos de la tabla periódica. Donald Trump, con su intervención en las negociaciones de paz con Ucrania, ha puesto en primera plano de la conversación mediática las conocidas como 'tierras raras', presentadas como el nuevo dorado que ansían para sí los gobiernos de todo el mundo y que guardan en su subsuelo sólo unos pocos países privilegiados.

Pero la realidad no es tan fantástica. Ni en puridad son tierras ni son raras, por escasas. Tampoco son pocos los estados tocados por la varita de la Geología. Sin ir más lejos, Ciudad Real o Pontevedra están entre los ocho puntos señalados en España con posibilidades de albergar yacimientos de estos elementos químicos clave para la revolución tecnológica. Sin ellos no hubiéramos conocido los procesadores informáticos, los paneles solares o los motores eléctricos de alta eficiencia.

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Las 'tierras raras' están formadas por un grupo de 17 elementos de la tabla periódica con nombres tan singulares como escandio, itrio, erbio, tulio o lutecio, entre otros. Se les llama 'tierras' porque así se denominaba antiguamente a los óxidos metálicos pesados y de color marrón que quedaban en el fondo de los matraces donde de disolvían las sustancias para su análisis químico.

Y lo de raras, tal y como explica José Antonio Sáenz de Santamaría, geólogo director científico del Grupo Español de Materias Primas Estratégicas y Críticas (GEMPE-C) del Instituto de la Ingeniería de España (IIE), no hace referencia a su abundancia, sino a la dificultad que históricamente ha implicado obtenerlas.

Para separar un elemento tan valioso como el escandio, por ejemplo, no basta con explotar directamente el subsuelo, sino que hay que extraer el mineral donde se encontraría mezclado con otros.

Las rocas serían sometidas a un complejo y contaminante proceso metalúrgico tras el que se obtendría, por fin, los átomos del elemento deseado en su esencia. «La historia de la síntesis de las 'tierras raras' está llena de dificultades y problemas técnicos, y estas son en buena parte las cuestiones que comprometen actualmente la cadena de suministro», explica el experto.

«El mineral español que contiene tierras raras también alberga torio, que es radioactivo, y por eso el proyecto de explotarlo se ha topado con la oposición popular. Pero la cantidad es inofensiva»

José Antonio Sáenz de Santamaría

GEMPE-C del IEE

En la actualidad, casi el 100% de las que son comercializadas en el mundo proceden de China. Allí la industria se encarga de procesar los minerales, muchas veces importados de otros países, para la obtención de los cotizados elementos.

Así, resulta obvio que el problema no es técnico, sino económico. La Unión Europea es absolutamente dependiente de estos materiales y basar el éxito de su producción en materias primas que solo tienen superpotencias como la asiática no es el panorama más deseable, sobre todo si se quiere liderar con seguridad un modelo económico basado en la transición energética limpia y la competitividad tecnológica.

Terrenos de Campo de Montiel donde se sospecha que existe monacita con un porcentaje elevado de varios elementos de tierras raras.

Susana Timón, científica titular del departamento de Recursos Geológicos para la Transición Ecológica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), pone algunos ejemplos: «Un panel de placa fotovoltaica emplea 22 metales, silicio y vidrio; el 90% de una turbina eólica está formada por 14 tipos de metales diferentes; para las baterías de los vehículos eléctricos, elementos como el litio, el cobalto o el grafito son fundamentales».

Por ello, Europa actualiza cada tres años la lista de los minerales que considera críticos y estratégicos porque son imprescindibles para el futuro y no están suficientemente disponibles dentro de nuestras fronteras. Actualmente suman 35 y entre ellos se encuentran las famosas 'tierras raras', compuestas por el escandio, el itrio y 15 lantánidos.

«Debemos aprovechar la riqueza mineral de nuestro país y recordar que ni aquí ni en Europa se pone en marcha una mina que no garantice el orden económico, social, cultural y ambiental del territorio»

Susana Timón

Instituto Geológico y Minero de España

A mediados del año 2024, el Parlamento Europeo aprobó la sexta revisión de esta lista. «Este reglamento obliga a todos los estados a poner en explotación todos los indicios de sustancias minerales de este tipo que hay en los países», advierte Sáez de Santamaría.

¿Está España en ello? Sí, pero no. Nuestro país es rico en minerales estratégicos; y no solo tierras raras, sino también litio, cobre, wolframio o estaño. Tiene capacidad, dicen los expertos, para ser una potencia en la Unión Europea, pero en el caso de los elementos de 'tierras raras' o el litio no están siendo explotados por el momento.

«España cuenta con una historia minera de gran relevancia. Entre los años 60 y 90 -recuerda la científica del IGME- hubo una gran inversión económica tanto para aumentar el conocimiento como para aprovechar esos recursos. Pero el interés disminuyó, la economía de nuestro país se centró en otros sectores, nuestros inventarios mineros quedaran desactualizados y esto dejó una carencia del reconocimiento de nuestros recursos. En los últimos años esta situación se ha revertido y hoy debemos aprovechar esa riqueza mineral».

Para realizar estos inventarios, el IGME colabora con la Subdirección General de Minas, adscrita al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, con el fin de estudiar las posibilidades mineras de nuestro territorio. «Preparamos informes sobre las materias primas críticas estudiadas, para señalar las áreas más prometedoras y establecer recomendaciones para mejorar el grado de conocimiento», explica Timón.

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Según la base de datos de recursos minerales (BDMIN), que integra la información geológico-minera del IGME sobre indicios y explotaciones de rocas y minerales de España, son ocho enclaves en los que se sospecha la presencia de estos elementos. Principalmente se encontrarían en Matamulas (Ciudad Real), en el municipio de Gondomar (Pontevedra), en cinco puntos de León y en Níjar (Almería).

En el caso de las 'tierras raras', en España se encuentran mezcladas en un fosfato denominado monacita. Todos los indicios señalados por los geólogos en el mapa se refieren a la presencia de este mineral, que albergaría en su composición al menos de tres elementos de tierras raras: el cerio, el lantano y el neodimio.

Cerio

El primero de estos elementos es especialmente valioso en la industria automotriz, donde se emplea en catalizadores de automóviles para reducir las emisiones contaminantes.

En la metalurgia también es usado para mejorar la resistencia a la corrosión de algunos metales y en óptica, para pulir las lentes de cámaras, gafas, dispositivos electrónicos, astronómicos, etc. Ahora se está investigando si valdrían para ampliar la vida de las pilas y baterías.

Lantano

El lantano, por su parte, es famoso porque son imprescindibles para las baterías de los coches híbridos.

También es fundamental para la fabricación del fósforo que llevan las pantallas LED y televisores. Por ejemplo, está presente en los electrodos de las lámparas utilizadas en las proyecciones de cine. En la industria química otorga más resistencia a las altas temperaturas a esmaltes y cerámicas.

Neodimio

De los tres elementos que puedan encontrarse en la monacita gris, el neodimio es quizá el más valioso. Está considerado como uno de los elementos más importantes en la tecnología moderna, especialmente en la transición hacia la energía limpia y la miniaturización de dispositivos electrónicos.

Concretamente, sirve a la fabricación de imanes de neodimio-hierro-boro (NdFeB), los más potentes que se conocen. Estos imanes se utilizan en motores eléctricos, generadores eólicos, discos duros, audífonos, altavoces y robots industriales. También, los láseres de este elemento son empleados en cirugía y tecnología militar. Se encuentra en discos duro, micrófonos, auriculares y sensores de teléfonos móviles.

Torio

Además de estos, la monacita también contiene torio, que es un elemento radiactivo. De hecho puede ser el sustituto del uranio en una central nuclear. Dependiendo del tipo de monacita, la cantidad de torio varía.

En España, el yacimiento que ha estado más cerca de ser explotado es el de Matamulas (Campo de Montiel, Ciudad Real). La empresa minera Quantum, impulsora del proyecto, afirma que la monacita gris, la presente en este enclave, tiene una carga de torio del 0,17%. «Y este es principalmente el motivo de que se haya puesto la gente en contra. Cuando en realidad el torio lleva ahí millones de años y no ha pasado nada. Su presencia es testimonial e inofensiva en la monacita gris de Ciudad Real», insiste el geólogo.

El proyecto de Matamulas

El proyecto manchego lleva años perdido en la burocracia de permisos autonómicos y locales y se ha topado con la oposición de una plataforma vecinal de corte ambientalista.

Saenz de Santa María lamenta que la denegación de permisos se encuentre ahora mismo siendo estudiada por el Tribunal Supremo. La empresa sostiene que su actividad «no produce contaminación alguna», ya que sería una extracción física sin emplear ningún elemento químico y quiere demostrarlo en los tribunales.

La extracción de las tierras raras es muy diferente según el yacimiento y su composición. En el caso de Ciudad Real, advierte el citado experto del IEE, es «una mina muy fácil desde el punto de vista de la explotación». En el lugar sólo se extraerá el mineral, no se trataría industrialmente para obtener los átomos valiosos -lo que sí tiene más implicaciones medioambientales-, «y luego se restauraría el terreno», sostienen.

Pero la minería, en general, no cuenta con apoyo social. «Es curioso que todo el mundo sea antiminería, pero todo el mundo quiera móviles, ordenadores y coches. ¿De qué va a vivir la gente? No somos conscientes de que a Europa le va la vida económica en esto», sentencia Sáenz de Santamaría.

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El proyecto de Matamulas aún está en una fase tan preliminar que no ha logrado ni iniciar su investigación sobre el yacimiento. El IGME señala indicios con sus estudios, pero de ahí a que la explotación de una zona sea viable hay muchos factores a tener en cuenta.

«La actividad minera siempre es compleja. Para que un elemento sea explotable, su concentración debe ser muy superior a la media en la corteza terrestre. También puede pasar que esas concentraciones tengan o no interés económico, lo que delimita el concepto de yacimiento explotable o no explotable, en función del valor económico del mineral, su concentración o ley, el volumen de las reservas, la mayor o menor proximidad de puntos de consumo, la evolución previsible del mercado, etc. Algunas variables son fácilmente identificables y otras casi imposibles de conocer de antemano», explica Timón.

Sobre los recelos por la conservación del medioambiente que mueve a la plataforma vecinal que se ha logrado que Quantum no mueva un palmo de tierra en Campo de Montiel, Susana Timón recuerda que España, así como el resto de países de la Unión Europea, cuenta con legislaciones muy restrictivas en materia de explotación de yacimientos minerales, y «no se pone en marcha una mina que no garantice el orden económico, social, cultural y ambiental del territorio».

En los últimos cincuenta años, esta industria ha cambiado radicalmente. Ahora, concluye la experta, suministra metales a partir de fórmulas «más sostenibles, reducen sus emisiones, apuestan por fuentes renovables y fomentan el reciclaje».

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