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«Que una mujer dirija la ULL es un mensaje de una gran potencia»

«Que una mujer dirija la ULL es un mensaje de una gran potencia»

Antonio Martinón ha dirigido la Universidad de La Laguna (ULL) los últimos cuatro años con la vista, asegura, puesta en el futuro. Ahora se prepara para dejar los designios de la institución académica en manos de una mujer, una de las tres candidatas que aspiran a ocupar el despacho en el que todavía se sienta y desde el que hace balance de su gestión.

Rosa Rodríguez, Santa Cre y Santa Cruz de Tenerife

Lunes, 22 de abril 2019, 09:36

— ¿Deja el Rectorado con la tarea que se marcó en 2015 hecha o queda algo que no haya podido, si no cumplir, dejar encaminado?

— Hace cuatro años ya dije que el proyecto era para 15 o 20 años porque esto es una institución muy compleja, sin comparación con ninguna otra y no se puede cambiar de forma rápida. Somos 20.000 estudiantes, 1.600 profesores, 800 personas de administración y servicios en departamentos muy distintos... Hemos puesto el acento en definir hacia dónde hay que ir y avanzar en esa línea. Yo confío en que la rectora que venga ahora, pues, continúe, no digo exactamente en la misma línea, pero sí hacia la meta donde queremos llegar.

— La ULL tendrá una rectora por segunda vez en su historia. ¿Qué le parece que todas las candidatas sean mujeres?

— Me parece magnífico. A parte de lo que supone internamente para la ULL, yo creo que es un mensaje a la sociedad de que los cargos que por lo general eran ocupados por hombres son perfectamente ocupados por mujeres, lo que debe ser normal. Yo creo que es un mensaje clarísimo, de una gran potencia. Hacia las tres solo tengo palabras de gratitud, son tres catedráticas valientes, generosas y con muchas ganas. Esta foto de tres mujeres que aspiran a ser rectoras sí que es una foto del cambio de la sociedad y hacia donde debe ir el cambio. Y yo me quedo muy tranquilo de que el futuro de la ULL quede en manos de una mujer.

— Volviendo a su mandato, su equipo ha puesto mucho empeño en la renovación de las plantillas.

— Sí. Cuando entramos en el Rectorado todavía había limitaciones severas que se adoptaron durante la crisis económica, pero hemos logrado sobre todo abrir las puertas a la gente más joven y garantizar la renovación del profesorado, al menos hasta un cierto límite. Hemos contratado como 150 ayudantes doctor, que es el primer paso de un profesor universitario. Hemos propiciado la promoción del profesorado, igual que la del personal de administración y servicios y, a través del programa Ramón y Cajal, del Viera y Clavijo y otros similares, hemos logrado atraer talento, personas que están fuera y se incorpora a departamentos que a lo mejor no tienen necesidades docentes, pero que sí les viene bien que jóvenes con currículum extraordinarios se incorpore a ellos. O sea, que hemos cubierto las necesidades de docencia y fichado a gente excelentemente preparada.

— Esta renovación y atracción de talento era uno de los aspectos que se acordó con el Gobierno de Canarias para ir a un nuevo modelo de financiación universitario. Se acaba la legislatura y no se concretó, ¿le queda pena de no haber podido dejarlo cerrado?

— Sí, me da pena. Y, no es que haya alguien culpable, es que se nos ha ido el año 2017, el 2018 y buena parte del 2019 en esto y tengo la sensación de que no nos hemos puesto de acuerdo bien en qué es lo que había que hacer. La financiación de las universidades públicas tiene que partir de lo que estamos recibiendo ahora y marcarnos una mejora sustancial en comparación con el resto de universidades españolas. Se nos financia de forma manifiestamente insuficiente y durante la crisis hemos recibido un taponazo enorme. Ahora hemos recibido alguna ayudita con el tema de las infraestructuras, muy necesaria, y hemos ido haciendo algunos ajustes, algunos ahorros y con eso hemos ido escapando. Necesitamos más dinero para tener a más jóvenes haciendo la tesis doctoral con un contrato y este es uno de los asuntos que le hemos insistido mucho al Gobierno porque es garantía de perspectivas de continuidad de la investigación de cara al futuro, pero también es un acicate para los profesores que dirigen esas tesis doctorales porque los obliga a estar más al día en sus investigaciones, en el conocimiento de su área. Y no toda tesis doctoral tiene que acabar en la universidad.

— ¿Teme que se pierda el trabajo que se hecho hasta ahora?

— Empezar de cero otra vez sería perder mucho tiempo porque durante estos años el Gobierno nos ha pedido muchísimos datos y se los hemos ido dando, pero eso no fija a dónde queremos ir, ni dice qué universidad pública queremos en Canarias y pongo el acento en lo de púbica porque están apareciendo universidades privadas a las que tengo la impresión de que el nivel de exigencia está muy lejos del que se le exige a las públicas y no veo que se defina nada en qué se quiere de las universidades públicas. Que nos diga si, por ejemplo, se necesitan enfermeras, cuántas y las formamos. Ese modelo tiene que tener una financiación básica, una por objetivos -el Gobierno de Canarias, y por tanto la sociedad, nos debe marcar qué quiere de las universidades- y una financiación estratégica o de excelencia.

— ¿Qué le parece la propuesta de la ULPGC de que la financiación básica sea, como mínimo, igual a la de la ULL?

— Es un tema recurrente que algunas personas sacan, yo creo, para desviar la atención. Vamos a ver, la financiación básica es para pagar a los profesores, al personal de administración, la luz, el agua, etcétera... La plantilla de la ULL es más cara que la plantilla de la ULPGC, tenemos edificios más antiguos que requieren más mantenimiento y todo esto creo yo que exige un trato, no más a La Laguna y menos a Las Palmas de Gran Canaria, no, no digo eso, pero sí que atienda a lo básico en cada una.

— La ULPGC celebra en unos días su 30 aniversario. ¿Cómo ve con la perspectiva de tres décadas los conflictos que generó su creación?

— Acercar la educación a la sociedad allí donde la sociedad está es siempre positivo. En la etapa democrática han surgido muchas universidades públicas nuevas en España y hay quien dice que sobran universidades; yo no digo eso, al contrario, faltan estudiantes universitarios en España y especialmente en Canarias. Y si se quiere una economía más basada en el conocimiento solo se puede hacer desde la formación universitaria.

— La ULL tiene más de 1.000 alumnos haciendo prácticas en empresas. ¿Qué pasó con la obligación de que coticen? ¿se quedó en el aire ese tema?

— Sí, ese tema se quedó en el aire porque exigía un decreto de desarrollo que el Gobierno no ha sacado. Yo creo que es positivo que los estudiantes estén dados de alta en la Seguridad Social porque es una mejora en el estatus del estudiante que va a una empresa o institución a hacer las prácticas. Los rectores de toda España lo hemos valorado de forma muy positiva y, si bien para una empresa me parece que no sería mucho dinero, sí tiene una complicación administrativa para las universidades. Fue un tema muy sonoro, pero no de mucha importancia. Hablamos de muy poco dinero y si, al final, este curso 2018-19 hubiese que pagar algo, lo iba a pagar la universidad porque ya los estudiantes ya están haciendo las prácticas. Nosotros si hemos definido algunas cosas que son muy importantes. Una es situar con claridad que al universidad es un lugar para formarse y donde, para enseñar a cierto nivel, es necesario investigar porque esa investigación obliga a estar al día y poder transmitir a los estudiantes ese conocimiento de vanguardia. Y hay un tercer aspecto que ya está muy asumido por la comunidad universitaria, que es la transmisión de conocimiento a la sociedad. Siempre hemos transferido la parte más cultural, más ligada a las humanidades, pero ahora hemos dado otros pasito, que es una vinculación mayor con el mundo económico. Esa ha sido una exigencia histórica y quizás sí que se había prestado poca atención al ámbito económico, pero en estos cuatro años sí hemos dado un salto. A la universidad no le da igual cuál sea el nivel de paro en Canarias. Estamos con un programa importantísimo con el Servicio Canario de Empleo para facilitar la empleabilidad de los egresados y el resultado es que el 60% de ellos son contratados en la misma empresa y el 80% a los seis meses por alguna empresa. Muchos empresarios me han dicho que la presencia de estos egresados es una bocanada de aire fresco, igual que los chicos que hacen prácticas.

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