Un profesor imparte una clase en una universidad de Barcelona. EFE

Ocho de cada diez universitarios meditan emigrar para lograr trabajo

Denuncian que España no apuesta por el talento joven, como lo prueba que el primer contrato llegue de media con más de 26 años

Martes, 4 de marzo 2025, 10:32

Los universitarios españoles observan su futuro profesional con mucha incertidumbre. Miran sin disimulo a los países vecinos como la mejor opción para lograr su primer empleo, ante el desdén que detectan en España por el talento joven, y, al tiempo, sienten que no salen de las escuelas y facultades suficientemente preparados para su profesión, sobre todo por la falta de prácticas. Son los dos principales indicios de la desconexión entre los campus y las necesidades del mercado laboral español que ha detectado un estudio impulsado por la Universidad Complutense de Madrid y la agencia BTOB y realizado por la consultora The Onion Inside, para el que han encuestado a alumnos de todos los cursos (de 18 a 26 años) y de universidades de todas las autonomías.

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El primer dato que certifica la gravedad de la desconexión es que más de ocho de cada diez universitarios españoles, el 82%, reconoció que cuando consiga su título de grado valora la posibilidad de marcharse al extranjero en busca de un primer empleo, ante las serias dificultades que ve para poder conseguirlo en España. No llegan a la quinta parte quienes ni se lo plantean. Dos de cada tres probarían fortuna en países europeos y menos del 14% está pensando en Estados Unidos o Canadá.

La razón principal de estos drásticos pensamientos es que hasta siete de cada diez alumnos de estudios superiores, el 71,5%, considera que los empleadores españoles no apuestan lo suficiente por el talento joven, pues le cierran muchas puertas. La queja en la que coinciden más de la mitad es que les resulta casi imposible lograr un trabajo tras graduarse porque todos, empresas e instituciones, exigen experiencia profesional cuando casi ninguno da la posibilidad de conseguirla. Miran a Europa porque, como resultado de la contradicción anterior, la edad media a la que se logra en España el primer contrato son hoy los 26 años y medio, la más alta desde la gran recesión de hace una década, lo que explica que el paro juvenil siga en el 25%.

El 75% cree que se gradúa sin la formación adecuada para ejercer la profesión por la falta de prácticas y la desconexión con el mercado

Pero no es la incoherencia del mercado laboral español lo único que genera incertidumbre profesional entre los universitarios. Tres de cada cuatro estudiantes consideran que cuando abandonen su escuela o facultad, ya con el título en el bolsillo, iniciarán su búsqueda de trabajo con el convencimiento de que no están suficientemente preparados para realizarlo. El 75% tiene dudas mayores o menores sobre su preparación y solo el 15% se perfectamente formado para el empleo. Estas dudas son casi unánimes si a quien se pregunta es a los alumnos de los últimos cursos.

No hay una razón única con la que expliquen el desajuste que ven entre enseñanzas universitarias y necesidades del puesto de trabajo, pero la principal es que creen que tienen mucha formación teórica y muy poca práctica. Es más, hasta la mitad de los alumnos indica que desde que llegó al campus nunca ha realizado prácticas y, de hecho, casi un tercio (31%) se titula sin saber lo que son unas prácticas.

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¿Qué echan en falta en el grado?

Cuando se les pregunta qué echan en falta en el programa de formación de los grados para salir mejor preparado de cara al trabajo, más de dos tercios, el 67%, indican que la realización de prácticas profesionales obligatorias y abundantes como parte de la carrera, pero un tercio también considera que es precisa una mayor conexión entre los intereses de la universidad y las empresas, para adecuar los currículos de los títulos a los perfiles que necesita un mercado en evolución acelerada. Los otros dos déficit académicos que más detectan cuando llaman por primera vez a la puerta de los empleadores es la escasísima formación en nuevas tecnologías y procesos mecanizados, especialmente en inteligencia artificial, de los que la mitad ni tuvo noticia durante la carrera, y para el desarrollo de las cada vez más valoradas habilidades colaborativas (trabajo en equipo, liderazgo, etcétera).

Todos estos déficit, señalan los autores, generan una brecha cada vez más amplia entre lo aprendido en las aulas universitarias y las competencias que realmente exigen las empresas en un entorno globalizado y en constante cambio. «Este fenómeno evidencia la urgencia de renovar los modelos educativos tradicionales, incorporando metodologías activas, experiencias reales y una actualización constante que permita a los graduados adaptarse a un mercado en rápida evolución», añaden como principal conclusión y recomendación a los centros de educación superior.

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