
Secciones
Servicios
Destacamos
El Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) de Las Palmas ha sido el «primer colegio» de Pino Viera (85 años). De niña aprendió a leer, pero de escribir sabía «muy poquito». Y también ha sido la oportunidad de tener una «experiencia increíble» gracias a que ha participado en el programa Erasmus+: un viaje formativo a Italia con otras tres alumnas del centro.
Sebastiana Martín, de 80 años, es una de las cuatro estudiantes que también participó. «El CEPA Las Palmas me ha dado la vida», dice. Hace 14 años que se quedó viuda y una amiga le habló de estas clases. «Vengo con mucha ilusión», asegura con una gran sonrisa en la cara. Hacer el Erasmus+ ha sido «un sueño. Pienso en el momento tan lindo de ver el David de Miguel Ángel. Florencia, que es un espectáculo. Tanto arte me fascinó. Fue un espectáculo»
Emilia Romero (48 años) retomó este año los estudios ya que tiene más tiempo porque sus hijos ya son «mayores». Le ha costado adaptarse al centro, a volver a estudiar, pero ya ha superado esa fase y ahora está encantada. También se apuntó al Erasmus+ y para ella ha sido «un descubrimiento» la «energía y simpatía» de sus dos compañeras octogenarias. «Desconocía que podía pasármelo tan bien. Son maravillosas», reconoce. «Un día andamos 12 kilómetros y ellas también».
Rimini, Rávena, Módena, Bolonia... Participar en este viaje conlleva preparación. No solo es una salida «cultural», también hay trabajo. Antes del viaje, explica la docente Juani Castro, se trabajan los contenidos. También durante la estancia, añade el director del centro, José Tacoronte, se comparten experiencias con otros CEPA, en este caso en Italia, el CPIA Metropolitano de Bolonia, a cuyo alumnado enseñaron «expresiones canarias».
Tacoronte explica que en estos centros es difícil que el alumnado se apunte en gran número a estos proyectos. «Con estas edades muchos tienen compromisos vitales, la mayoría son mujeres y son cuidadoras, en general, de sus maridos. Los adultos no tan mayores tienen hijos y trabajos, y estar fuera nueve o diez días no resulta sencillo».
Además, hay que cumplir con un «perfil», a la predisposición hay que añadir un «compromiso» con el centro, «participar en las actividades».
Tras el trabajo preparatorio viene la fase del «durante». Los dos docentes que participaron narraron la experiencia en un blog y trabajaron en las sesiones con otros docentes. Y finalmente queda el «después», hay que preparar «un informe», dice Juani.
Los programas Erasmus no son solo para jóvenes, añade la docente. «No solo compensan una discriminación económica y social, también la histórica, a las personas que no lo pudieron hacer de ninguna manera, esto viene a compensarlas», añade Tacoronte.
Pino y Sebastiana son dos de esas mujeres que no pudieron estudiar de pequeñas. «Ha sido una experiencia preciosa», insiste Sebastiana.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.