
«El 'no' es mi combustible»: el éxito de una marroquí divorciada y con hijos
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Meryem Assemlal, esta marroquí divorciada y con dos hijos, ha encontrado su hogar y se ha hecho un hueco en el mundo de la moda nupcial en TenerifeJorge Morales /Efe
Santa Úrsula
Lunes, 1 de mayo 2023, 11:13
«Toda la vida me han dicho: no puedes, no debes, no lo vas a lograr... al final el no ha sido mi combustible», sostiene Meryem Assemlal, Meri, como se le conoce en Santa Úrsula, pueblo del norte de Tenerife donde esta marroquí, divorciada y con dos hijos, ha encontrado su hogar y se ha hecho un hueco en el mundo de la moda nupcial.
Hasta llegar a abrir una nueva boutique, donde emplea a dos chicas y recibe a clientas «de toda la isla» y también «de fuera», y haberse ganado la confianza y el cariño de sus vecinos, ha tenido que sortear todo tipo de barreras y resistencias, sociales, culturales, religiosas y familiares.
Meri relata que a los 22 años se marchó de casa de sus padres, en Fez, porque quería «trabajar por mi cuenta, mi independencia», y fue a Casablanca a buscarse la vida.
Un año después, en 2006, viajó a Tenerife «enamorada» de un canario, que acabaría siendo su marido y padre de sus dos hijos, un niño y una niña, «sin saber una palabra de español».
Como a muchas otras familias, la crisis de 2008 les pasó factura y se decidieron a probar suerte con un negocio de venta de neumáticos en Marruecos: una experiencia dura pero que le ayudó a encontrar su vocación comercial y su «personalidad». Ya nunca más volvería a ser «la niña marroquí obediente».
Cuenta que la inadaptación de su marido a Marruecos y «el choque cultural» les hicieron regresar a Tenerife «con lo puesto» y que, al cabo de los meses, se acabó divorciando y se quedó con la custodia de sus dos niños.
La única «buena noticia» es que este proceso prácticamente coincidió con la concesión de la nacionalidad española, lo que le «facilitó» las cosas.
Trabajó en diversas tiendas en la localidad turística de Puerto de la Cruz, una de ropa y otra de perfumes, cuyo jefe fue quien le enseñó «cómo vender», y después en una franquicia de una conocida marca de moda, hasta que le llegó al móvil un SMS de su banco ofreciéndole un crédito.
Tras solicitarlo tres veces, se lo acabaron concediendo y montó una modesta tienda de ropa en la carretera general de Santa Úrsula, cerca del Ayuntamiento.
Meri rememora que al principio le costó bastante que la gente entrara en su comercio.
Para llamar la atención, ponía música en la calle, montaba fiestas temáticas o hacía las veces de comercial a la puerta del negocio, todo con tal de llamar la atención.
Con el paso del tiempo, pocos son los vecinos que no saben de «la morita de Santa Úrsula», como se define a sí misma.
Ahora es propietaria de una boutique de ropa nupcial, que abrió en un local «gafado», ya que antes albergó sin éxito varios negocios de hostelería; otro «no» al que, asegura, le ha conseguido doblar el pulso.
Presume de dar una atención integral a sus clientas, a las que intenta hacerse sentir «fabulosas», como el nombre de su boutique; tanto que ha instalado una pequeña pasarela junto a los probadores.
Pero aspira a más: en noviembre presentará en la feria de moda nupcial Feboda una línea propia de tallas grandes y otra de precios económicos.
Su objetivo, recalca, es «conquistar las bodas de Canarias» con sus modelos, pues es en estas islas donde «mi alma pertenece».
«Quiero morir aquí, mi país es éste«, proclama Meri, »una canaria de corazón«.
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