![De izq. a dch.: José Miguel Marrero; José Manuel Guirau; Jorge González; Begoña Rodríguez; y Paqui Martín, miembros de la cooperativa, ante el edificio adquirido.](https://s3.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/2025/02/14/chinijo-k4LG-U230862096789IOB-758x531@Canarias7.jpg)
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La vivienda colaborativa o 'cohousing' se asienta, cada vez más, como forma de vida, y no solo para personas mayores o jubiladas. La cooperativa El Chinijo anunció recientemente la adquisición de un edificio parcialmente construido en el barrio de Montaña de Cardones, Arucas, para destinarlo a este fin. Como novedad, este proyecto no se cierra a ningún perfil determinado y son bienvenidos, también, los jóvenes.
José Miguel Marrero es miembro de la cooperativa, tiene 57 años y está en activo. Desde el lugar donde se erige el inmueble, repara en que el 'cohousing' es una alternativa de acceso a la vivienda a valorar por las nuevas generaciones, ya que es más asequible que los alquileres o compras.
Además, lo define como un «espacio seguro» para personas que atraviesan situaciones particulares, como son las familias monomarentales o monoparentales, que podrán delegar y apoyarse en los vecinos y vecinas, las víctimas de violencia machista o personas LGTBIQ+, que, cuando envejecen, «no tienen un recurso específico al que ir y terminan acudiendo a residencias donde se van a encontrar con las mismas personas que los han estado marginando durante años», ahonda Marrero.
La vivienda colaborativa de El Chinijo es completamente accesibles y consta de zonas privativas y otras comunes, como es el salón comedor, sala de estar y lavandería. La de Montaña de Cardones aspira a contar con nueve unidades, aunque ahora mismo hay cinco confirmadas. Al menos diez personas ya se han comprometido con el proyecto, que sigue creciendo.
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Para acceder a la cooperativa y, por ende, a la vivienda colaborativa, la persona interesada debe entrevistarse y mantener varios encuentros con los miembros actuales. Ambas partes deben «gustarse», tal y como sintetiza José Manuel Guirau, el mayor del grupo, ya jubilado y de 71 años.
El siguiente paso consiste en aportar al capital social 40.000 euros, importe que se paga por vivienda, independientemente del número de inquilinos que habite en ella, y que se devuelve al abandonar la cooperativa sin importar el motivo.
Aparte, el inquilino deberá abonar entre 500 y 700 euros mensuales no reembolsables, que incluyen la cuota del préstamo hipotecario que solicite la cooperativa, y de la que es única responsable de su devolución, y los gastos comunes. El proyecto se financiará con estas aportaciones y con subvenciones.
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A este respecto, Paqui Martín, de 68 años y presidenta de la entidad, celebra la aprobación de la norma que regula este modelo de vivienda, la Ley 4/2022, de 31 de octubre, de Sociedades Cooperativas de Canarias y otras. Ahora, espera que lleguen más ayudas enmarcadas en este modelo de vivienda, sobre todo para los jóvenes sin capacidad de ahorro.
José Miguel como José Manuel, Paqui, Jorge González y Begoña Rodríguez, que también forman parte de este proyecto, valoran el fuerte componente social de esta iniciativa, que permite a las personas mayores decidir cómo quieren vivir el resto de sus años. Ellos ya han elegido: El Chinijo.
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