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La nube molecular de Perseo está a una distancia de unos mil años luz de la Tierra, sin embargo es uno de los sistemas de formación estelar más próximos. Esta 'cercanía' ha permitido estudiar con detalle esta fábrica de planetas y estrellas a la investigadora del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), Susana Iglesias, que lleva desde 2003 focalizada en desentrañar los secretos de la nube de Perseo.
Ahora, Iglesias, junto a su colega Martina Marin-Dobrincic, de la Universidad Politécnica de Cartagena, ha descubierto la presencia de moléculas orgánicas que podrían, en determinadas condiciones, reaccionar para construir aminoácidos, precursores de microorganismos vivos en la región IC 348, ubicada en la constelación de Perseo, cerca del talón de su mitológica interpretación.
«Hemos encontrado en esta región gran riqueza de moléculas carbonáceas -formadas por átomos de carbono con hidrógeno, nitrógeno y oxígeno- relevantes para dar pasos en la formación de hidrocarburos más complejos y partículas prebióticas», señala Iglesias sobre el hallazgo realizado en la joven IC 348.
«Es un bebé. Es una región con enorme cantidad de discos protoplanetarios, material que físicamente puede dar lugar formación de planetas, y de estrellas jóvenes, de menos de 2 millones de años, rodeadas de material circunestelar», explica.
Los datos obtenidos con el telescopio infrarrojo del satélite Spitzer de la NASA dan indicios de la probable presencia de moléculas con más de 14 átomos de carbono. Además, la radiación ultravioleta puede favorecer la construcción de aminoácidos, «los ladrillos para la construcción de las proteínas, origen de la vida», subraya Iglesias.
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