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Las propiedades magnéticas, luminiscentes y electroquímicas de las llamadas «tierras raras», elementos químicos que se encuentran en rocas de la corteza terrestre, pero en bajas concentraciones, las han convertido en el «oro tecnológico». Teléfonos móviles, tabletas, ordenadores, auriculares, láseres, sensores y muchos más objetos de nuestra vida cotidiana son posibles o han ampliado sus posibilidades gracias a ellos. Y Canarias es «un tipo de yacimiento de tierras raras no convencional, baja ley y gran volumen de roca a movilizar».
Así lo ha puesto de relieve una investigación publicada en Journal of Geochemical Exploration en la que participan científicas e investigadores de las dos universidades públicas Canarias, de Barcelona y de Córdoba.
«Lo interesante es que hemos descubierto un nuevo tipo de yacimiento de tierras raras en islas oceánicas intraplaza. Estamos dando un primer paso y ahora sabemos que en islas volcánicas asociadas a punto caliente existen posibilidades potenciales de encontrarlas y, como Canarias, hay más de un centenar de archipiélagos», explica uno de los investigadores firmantes, José Mangas, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
Otro de los hitos que marca esta investigación es que desvela Gran Canaria, y previsiblemente también las islas de Fuerteventura, Tenerife y La Gomera, atesora concentraciones importantes de tierras raras que, en realidad «aparecen en minerales (monacita-Ce, rhabdophana-Ce y óxidos de tierras raras ligeras) o diseminadas en las rocas fésicas». La novedad, indica José Mangas, «es que las concentraciones suelen ser bajas, en torno a 150 o 200 gramos por cada tonelada de roca terrestre. En el caso de Gran Canaria –abunda–, «las concentraciones más bajas que tenemos en rocas félsicas (traquitas y fonolitas) es de 500 o 600 gramos por tonelada, es decir, tres veces más de lo normal, pero también hay algunas con concentraciones de un kilo o kilo y medio por cada tonelada». Con todo Mangas aclara que este es un primer estudio general que habría que ampliar con otras investigaciones. El equipo ahora, explica, está realizando el estudio en rocas similares de Fuerteventura.
En 2014 un grupo de científicas e investigadores de las dos universidades públicas canarias logró una subvención nacional para una investigación que pretendía la extracción de hidrógeno del agua de mar. «Era un proyecto muy bonito llamado Magec, el dios aborigen del sol», explica el investigador José Mangas (ULPGC). Desde Gran Canaria se intentaría localizar tierras raras pesadas (europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). Si se lograba, en Tenerife estudiarían cómo con las salinas marítimas canarias, catalizadores de tierras raras y la potencia ilimitada del sol permitiría «romper» la unión entre el oxígeno y el hidrógeno del agua marina «y el hidrógeno obtenido sería un combustible renovable e infinito de los que no generan cambio climático», añade Mangas. «Nuestro problema es que no encontramos las tierras raras pesadas sino que las que aparecen en la isla son tierras raras ligeras (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, promecio y samario) por lo tanto el proyecto de energías alternativas quedó ahí», añade.
El mayor productor de tierras raras del mundo es China, seguida muy de lejos por Rusia. Europa también está interesada en encontrar yacimientos de este «oro tecnológico» para no depender de terceros países, pero el encontrado en Canarias es de «muy difícil explotación». Así lo considera el investigador de la ULPGC José Mangas, uno de los firmantes del estudio que expone que Gran Canaria es un «yacimiento no convencional» de tierras raras. «Los afloramientos de rocas félsicas aparecen en el centro de la isla, desde la zona de Tejeda y Artenara hasta el sur y suroeste, es decir, entre los municipios de Agüimes a Mogán, principalmente. «El problema para desarrollar aquí este proyecto minero choca con el desarrollo turístico. Las poblaciones presentes y con espacios protegidos por ley en esta zona insular», explica el científico.
Además, para explotar a cielo abierto este tipo de recursos, incluso con las concentraciones tan altas sobre la media que se dan en Gran Canaria, significaría «mover una tonelada de tierra para extraer un kilo de tierras raras de promedio», el resto sería desecho (estériles), explica Mangas, por lo que se produciría «un impacto ambiental a considerar».
Precisamente por eso, en otras zonas de España, como en Matamulas en Ciudad Real, o en Galiñeiro en Pontevedra, se han paralizado los proyectos mineros de tierras raras por la oposición de los vecinos, grupos ecologistas y los políticos gobernantes.
El estudio, publicado en el número 204 de la revista Journal of Geochemical Exploration y publicado en la versión web en junio de este año, está firmado por Inmaculada Menéndez, Luis Quevedo-González y José Mangas del Instituto de Oceanografía y Cambio Global, Iocag-Geocgar, de la ULPGC; Marc Campeny, Xavier Llovet y Esperança Tauler de la Universidad de Barcelona; Vidal Barrón y José Torrent, de la Universidad de Córdoba; y Jorge Méndez-Ramos de la Universidad de la Laguna.
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