La calidad de vida sube por primera vez desde la pandemia

El indicador de calidad de vida de 2023 (101,54 sobre base 100) refleja una leve mejora, de una décima y media, con respecto a los doce meses previos. Pero más significativo que la cifra es que la tasa asciende por primera vez desde que en 2020, con la tragedia del coronavirus, iniciase una caída abrupta y continuada desde el máximo histórico que había alcanzado en 2019 (102,03), un momento de esperanza general que certificaba que el país había salido de la gran crisis que, durante una década, empobreció a decenas de miles de hogares, recortó los servicios públicos y arrastró a muchos ciudadanos a la pobreza y la exclusión social.

La leve mejora del indicador se debe fundamentalmente a la subida de entre medio punto y un punto en tres apartados, los de trabajo, educación y medioambiente. La aportación del área laboral se basa en una subida y una bajada de un punto, respectivamente, de las tasas de empleo y paro y en la reducción de la precariedad, con menos trabajo temporal y a tiempo parcial. Datos que se resumen en un ascenso de la satisfacción de los españoles con su trabajo.

En el campo de la educación, baja dos décimas más el abandono temprano de los estudios (con más alumnos que hacen secundaria superior o van a la universidad), aumentan quienes se forman de manera continuada y sube el porcentaje de españoles, tanto jóvenes como adultos, con título universitario o FP superior. La mejora del medio ambiente y del entorno en el que se vive también pone su granito de arena para romper la tendencia negativa pospandémica, gracias sobre todo al descenso de la población que sufre tasas elevadas de contaminación.

Las mejoras en estos tres ámbitos tienen su reflejo en el noveno de los apartados medidos por el INE, en el titulado experiencia general de la vida, donde se registra un notable ascenso (de dos puntos) de los españoles que se declaran satisfechos con su vida, que son casi dos de cada tres, ya que en 2023 rozaron el 73%.

No obstante, la primera subida del índice en tres años fue más bien modesta porque otros tres de los apartados estudiados tiraron hacia abajo de la tasa general de calidad de vida. Los datos negativos se concentraron en las áreas de condiciones materiales de vida y de salud. Aunque la población española en riesgo de pobreza y exclusión bajó ligeramente y subió la renta media, aumentaron con fuerza, casi un punto, hasta el 9%, los ciudadanos que viven con una carencia material severa (a los que les falta lo básico) y también los subsisten al límite, por lo que son incapaces de hacer frente a cualquier gasto imprevisto.

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En el caso de la salud, el aspecto que sube con claridad son los españoles que consideran que sus necesidades de cuidados médicos no están siendo satisfechas. En menor media, pero también lastra la mejora general el área de seguridad física y personal, fundamentalmente por un ascenso de la tasa de criminalidad.