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Entre puntales y a la luz de velas

Entre puntales y a la luz de velas

Una familia lleva viviendo en un piso en El Calero apuntalado desde 2010, con las paredes a bloque visto, y los techos con la pintura descascarada por la humedad. Para colmo, y si no bastara con eso, desde el lunes pasan las noches a la luz de las velas. Sin apenas ingresos en casa, claman por una ayuda.

Jueves, 19 de abril 2018, 17:09

Industria mandó a cortar la luz al edificio completo este lunes pasado. Y no por impago, sino por un problema técnico ya resuelto, pero no notificado a la compañía. Son cuatro las familias afectadas, pero en el caso de Domingo Castilla llueve sobre mojado. Él, su pareja, de la que está divorciado y con la que convive dada la falta de recursos de ambos, y sus tres hijos, uno de ellos menor de edad, de 14 años, sobreviven a un calvario de vicisitudes desde que en 2010 Domingo se quedó en paro. El corte de suministro les pilla con la casa apuntalada, sin terminar, con tabiques a bloque visto, humedades en los techos y con pagas de pensionista. Domingo cobra 430 euros. Su exmujer, 369.

Asegura que hace tres años que el Ayuntamiento sabe cómo viven, y que desde hace un año figuran como «caso gravísimo» en la lista de espera de una vivienda social digna. Pero lo que ha indignado a Domingo es que tras este incidente con la luz volvió a pedir el auxilio de Servicios Sociales y que, según afirma, se limitaron a encogerse de hombros. «Nuestro problema se agrava, solo pedimos una alternativa, una casa con un alquiler que podamos asumir».

Y es que el piso en el que residen tampoco es ya de ellos. La crisis, y el paro, se cebó con esta familia. Compraron la vivienda en 2008, pero desde 2010 en que Domingo se quedó sin trabajo no pudieron hacer frente a la hipoteca y desde 2015 es el banco el que figura como propietario. «No estamos en la calle por la ley que protege la vivienda habitual». Tienen de plazo hasta 2020. Pero será una tortura sin luz.

De los cinco, cuatro con discapacidad

La falta de luz es un drama. «No para mí, para mis críos». Domingo está acostumbrado a la brega, pero no quiere esto para sus hijos. Dos de ellos heredaron de su padre una enfermedad rara, la de Charcot, una polineuropatía sensitiva motora desmielinizante. Es crónica y les atrofia huesos y músculos. Su discapacidad es del 56%, la de su hija mayor, del 55%, y la del menor, de 14 años, del 41%. Ya le operaron un pie. «De un 42 de zapato ha pasado a un 47, lo tenía encogido». El otro lo tiene peor y necesita muletas. «Sin luz, por las noches, es un peligro que vaya al baño». Tiene velas y muletas repartidas por varios puntos de la vivienda. Su hija mayor, de 21, ha tenido que mudarse a casa de su abuela. Está en mitad de unas oposiciones, se examina el 19 de mayo y sin luz no puede estudiar. Su exmujer también tiene un 65% de minusvalía. El edil de Servicios Sociales, Diego Ojeda, recordó ayer que en Telde hace años que no construyen viviendas públicas. La única salida son las casas vacías, pero lo decide una comisión técnica. Verán el caso.

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