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David Ojeda y / Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 25 de marzo 2018, 09:20
El club fue pieza elemental en la integración de la comunidad británica en la ciudad. Ellos lo fundaron, y también lo prestigiaron trayendo hasta Las Palmas de Gran Canaria torneos tan relevantes como la Copa Jones. Su nacimiento estuvo en las faldas del Hotel Metropole, donde se sitúan las actuales oficinas municipales. Y en 1957 se mudaron a su sede actual, en la calle de Bethoven.
Hoy sigue vivo. Con un centenar de socios que pagan la cuota mensual de 20 euros. En tiempos pretéritos llegaron alcanzar los 600. Pero defienden su carácter abierto –no hace falta ser socio para alquilar sus pistas– y su valor formativo, con una escuela que alberga a 180 niños bajo la doctrina de Rafael Moreno.
Ahora espera con expectación, y algo de preocupación, por conocer su encaje en el futuro planteamiento de la zona. La llegada de la cadena Barceló a la gestión del Hotel Santa Catalina lleva consigo una reforma agresiva. En ella se aspira a modificar las piscinas de Julio Navarro y, de paso, construir un aparcamiento debajo del club de tenis.
Esta obra traería cambios y alguna molestia para los usuarios de la histórica entidad. «Nos hemos reunido dos veces con los representantes de Barceló y estamos negociando», significa Humberto Guadalupe, presidente del club. «Ellos pretenden construir el aparcamiento debajo y construir después cuatro pistas, las mismas que tenemos ahora, a cambio de poder utilizar alguna para el hotel. Buscan cambiar el perfil de la clientela y quieren ofrecer este servicio», añade el dirigente.
Esta opción no es mal vista por el regente de la entidad. «Queremos aprovechar que hacen el aparcamiento para que se modernicen las instalaciones. También para que se nivelen las pistas, ya que ahora están a diferentes alturas porque tienen debajo el antiguo aljibe del hotel», manifestó el presidente.
Guadalupe espera que se cumplan las intenciones del Barceló. Lo que vendría muy bien a su institución. «La idea es aprovechar con esos cambios y la modernización que viviría el club para darle un nuevo impulso al club. Hoy la gente busca otras cosas y no acude tanto a los clubes sociales como acontecía en el pasado», indicó.
Pero queda una preocupación latente. «Estamos buscando dónde ir durante los meses que no podamos estar aquí. En principio desde Barceló nos han dicho que las obras durarían unos ocho meses, pero dudó de que las cosas puedan ir tan rápido. Tenemos que buscar bien en dónde ubicarnos, por la cantidad de niños con los que trabajamos en la escuela. Y eso es primordial».
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