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El consejero de Obras Públicas del Cabildo de Gran Canaria. Miguel Ángel Pérez, compareció ante los medios para explicar que el «muro de mampostería» que se derrumbó la madrugada de ayer y que mantiene cerrados los carriles derecho y central de la GC-1 a la altura del Tívoli presentaba problemas desde principios de año. Así, señaló que «en enero» los técnicos de Conservación de Carreteras «detectaron fisuras y grietas en el firme a la altura del carril derecho» y que entonces se procedió a «la colocación de una remalla y a reasfaltar la zona».
Añadió que tras esa actuación «hemos ido haciendo un seguimiento de manera continua, en especial a partir de abril». Pero entre el martes y ayer «el asentamiento de la plataforma en ese tramo ha provocado un blandón» que ha hecho que el muro, «que soporta la carga de todo el tramo de autovía, se haya deteriorado», por lo que «ha habido pequeños desprendimientos».
Dijo que el incremento de «esas fisuras» en el firme motivó el cierre del carril derecho en la mañana del martes por seguridad y que un equipo de Conservación de Carreteras estuvo de guardia en la zona durante la tarde y la noche, pero «a las 4 de la mañana» se optó por «cortar también el carril del centro», pensado de manera particular en el tránsito de «vehículos pesados».
Pese a lo relatado, el responsable insular, en la rueda de prensa que ofreció con el jefe del Servicio de Obras Públicas, Tito Batllori, y la jefa provincial de la Dirección General de Tráfico, Eva Canitrot, no dudó en definir el derrumbe que colapsó ayer la entrada sur a la capital desde primera hora y generó multitud de problemas a quienes se dirigían a sus trabajos, citas médicas o a realizar otras gestiones, como «una situación que ha ocurrido de manera imprevista».
En cualquier caso, Pérez anunció que el Cabildo puso en marcha «un procedimiento de adjudicación de emergencia» a la empresa Lopesan para «acometer un desvío provisional» y «en paralelo, abordar el acondicionamiento de la carretera», por 1.556.000 euros.
El jefe del Servicio de Obras Públicas confirmó que el 2 de diciembre se registraron «desprendimientos pequeños que empezaron a preocuparnos mucho» en un muro que se construyó «en los 70» y el día 9 su magnitud creció, pero fue la noche del martes al miércoles cuando se produjo «el derrumbe total».
Apuntó que existe un proyecto para este talud que se iba a acometer en 2020, «pero las lluvias han precipitado las cosas».
Lo primero que se va a hacer, expuso, es habilitar el carril central solo para vehículos ligeros para aliviar la GC-3, vía por la que tendrán que circular guaguas y el resto del transporte pesado. La idea era empezar anoche a «coser con micropilotes el terraplén» y tenerlo operativo el viernes.
Además, ayer se inició el traslado de unas 50 palmeras de la zona ajardinada que se ubica junto al Tívoli, relató, «para hacer un desvío de tres carriles» que estarán en «tres semanas».
Esto permitirá, indicó, demoler «la calzada en esa zona y a rehacer el muro» -de 12 a 15 metros de alto y 60 de largo-, unos trabajos que prevé estarán «a finales de junio».
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