![«El Ayuntamiento no tiene casas para dar»](https://s3.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201812/04/media/cortadas/a1-3894865-4342138_4342138_20181203173353--1248x702.jpg)
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El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria confirmó a este diario estar al tanto de la dramática situación de Luz Marina Hernández, publicado ayer por este diario, en el que esta vecina de la capital mostraba su desesperación al no tener una vivienda digna en la que residir y problemas para certificar sus ayudas para comer; pero asegura que no pueden hacer nada para ofrecerle un lugar digno en el que vivir.
Jacinto Ortega, concejal de Cohesión Social, indicó a este periódico que «el Ayuntamiento no tiene viviendas para dar a los ciudadanos que las necesitan. Esa es una competencia del Gobierno de Canarias, por lo tanto no podemos hacer nada para solucionar su problema».
Desde Cohesión Social argumentan que las únicas viviendas con las que pueden colaborar en casos como el de esta vecina que, en la actualidad, reside en una casa semiabandonada en La Isleta son las que se crean en planes de reposición como el que en los últimos tres años se ha desarrollado en Tamaraceite. «Lo que sucede es que hay una lista de espera, en la que creemos que se encuentra Luz Marina, en la que hay apuntadas más de 200 personas», asegura.
Ortega insiste en que hay conocimiento de la situación de Hernández, y que incluso en alguna ocasión se le ha ofrecido otro tipo de apoyos, que estarían abiertos a repetir en el futuro. «Ya este caso se ha tratado en otras ocasiones, como en la época en la que vivía en su furgoneta. Se le han facilitado algunas ayudas económicas y se le dio durante un tiempo un alquiler en una pensión de la ciudad».
El caso de Luz Marina Hernández se remonta a una década atrás, como ella mismo relató a este periódico. Tras perder su negocio en el contexto de la crisis económica cuando esta empezó a manifestarse con violencia hace una década, tampoco puedo hacer frente a la hipoteca de su vivienda.
Al darse ese caso comenzó su calvario. Durante la última década ha acudido anualmente a su cita con la solicitud de una vivienda, sin conseguir todavía un resultado positivo. Ahora mismo reside en una vivienda semiabandonada de La Isleta, pero durante muchos años vivió en una furgoneta que fue la única pertenencia que le quedó. «Cada día la echo de menos por la libertad que me daba», recordaba.
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