Alcantarillas al filo de lo imposible

G. Florido / Tejeda / San Bartolomé

Andaba el hombre, a sus años, peleándose con la ladera. El último incendio le metió el susto en el cuerpo y tiene claro que no quiere un mato seco a menos de 15 metros de la casa de su madre. Pero Sebastián Sánchez no era el único que le daba al sacho en Ayacata. Muy cerca de él un equipo de operarios de Gestagua abría una zanja en la pendiente. Su empresa será la encargada de hacer historia y de dotar a este pago cumbrero de su primera red de saneamiento, que además contará con una pequeña estación depuradora asociada. Les queda un duro camino. Pendientes, riscos... Alcantarillas al filo de lo imposible, como el mítico programa de aventuras. Cuando acaben, los vecinos y los bares del pueblo podrán decirle adiós a las anacrónicas fosas sépticas.

«Yo estoy encantado con esta obra, ya era hora, es bueno para el pueblo y es bueno para el medio ambiente». El propio Sebastián ha cedido el paso en sus terrenos para que pase una tubería. Su casa está en suelo de San Bartolomé de Tirajana, pero parte de Ayacata está también en Tejeda, por lo que al final este proyecto, dado que abarca o afecta a dos municipios, ha sido promovido y financiado por la Mancomunidad de Medianías. El presupuesto asciende a 269.837 euros y tiene un plazo de ejecución de seis meses. Los trabajos acaban casi de empezar, a mediados de septiembre.

El gobierno municipal tejedense, y en particular, su concejal de Desarrollo Rural, Ezequiel Rodríguez, que es además el edil asignado a este barrio, hizo de esta iniciativa un objetivo prioritario, pero no ha sido precisamente fácil. La especial protección del territorio en el que está enclavado este bonito caserío complicó la tramitación de los permisos. Tanto es así que lleva en los despachos desde 2015. Certificación territorial, autorización del Consejo Insular de Aguas, visto bueno de Medio Ambiente, cesiones de terreno de los vecinos... La burocracia ha sido larga.

atados para trabajar. Pasada la fase del papeleo, ahora toca pelearse con la difícil orografía de un suelo que a Unamuno le pareció «una tremenda tempestad petrificada». El director de la obra, el ingeniero Domingo Fernández, califica este proyecto «muy singular». Es casi un eufemismo dado lo que se les viene encima. Hay tramos tan inclinados que los operarios tendrán que trabajar atados, casi como si hicieran rápel, apunta Alfonso López, delegado regional de Gestagua, que consulta un plano con el encargado de obra, Juan Santana. Y muchas veces, añade Fernández, la pendiente va a ser del 20 o del 25%. Una odisea.

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4.400 metros de tuberías con 9 tramos principales de 200 milímetros de diámetro y 8 secundarios de 160 con 16 tomas individuales habilitadas para los vecinos que viven en la parte de Tejeda y otras 56 para que los que moran en la de San Bartolomé de Tirajana. Estos son los grandes números de un proyecto que no solo salva cuestas, riscos y barranqueras, sino que logrará, por fin, ya avanzado el siglo XXI, llevar un servicio tan básico y esencial a un pago de casas muy diseminado, que se extiende desde La Vuelta Grande hasta Los Fusnios, donde se colocará la depuradora. Como habrá tramos en los que la tubería no podrá meterse bajo tierra, el proyecto contempla su mimetización con el paisaje para evitar impacto. Además, está hecha de polietileno de alta densidad y de seis atmósferas de presión para reducir al máximo las fugas. También pasará bajo la carretera. Habrá dos pasos bajo la GC-600 y cuatro bajo la GC-60.