Tras la sesión de anestesia, la espada láser

Fernando Clavijo se puso los calcetines de Darth Vader y está claro que Sebastián Franquis no se enteró. Quizás porque el portavoz de los socialistas echó una cabezada en la hora y quince minutos que el presidente de Canarias empleó por la mañana en leer su discurso. Una perorata con efectos anestésticos evidentes.

Tras unos cuantos debates de la nacionalidad, tanto en su primer mandato como en el actual, empieza a estar claro lo siguiente:1) Fernando Clavijo no se siente cómodo leyendo el tocho que prepara su equipo y que él retoca más de lo que a ellos les apetece, pero el presidente lo asume con la disciplina de buen alumno de artes marciales, de manera que hace lo que puede a sabiendas de que su tono monocorde no entusiasma demasiado;y 2) el jefe del Ejecutivo se reserva para la tarde, cuando, en la respuesta a los partidos de la oposición se encuentra con algún portavoz todavía amodorrado por la sesión matinal y el horario más propio de la siesta que impone Astrid Pérez, de manera que andan flojos de reflejos, mientras que el presidente sabe que su fuerte es la réplica y la contrarréplica desde la tribuna.

Y es ahí donde la elección de los calcetines de Darth Vader no fue casual. Clavijo sacó la espada láser y cogió a Franquis bajo los efectos de la anestesia del discurso matinal.

El resultado fue evidente: destrozó dialécticamente al portavoz socialista. Eso sí: tampoco es una sorpresa. Ya pasó hace un año y cuesta entender por qué el PSOE de Ángel Víctor Torres no toma nota y actúa en consecuencia. La oportunidad la tuvieron los socialistas en el último congreso regional pero de allí salió un continuismo que va camino de condenar a los socialistas a lo mismo que en 2023: ver cómo el poder sigue en el otro lado.

Del discurso presidencial llamó la atención a algunos la loa a la labor de la Consejería de Universidades, como también creó expectación ese plan canario para África que se conocerá en breve. Además, se notó que Clavijo tiraba la piedra y escondía la mano cuando echaba en cara a Madrid el «abandono» en materia migratoria, pero sin hacer sangre con Pedro Sánchez. Veremos si su confianza en un acuerdo se cumple.

Fue, en resumen, una primera sesión con un presidente que pasó de la anestesia a la batalla y con un líder de la oposición que no anduvo inspirado. Otra vez...

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